Vitoria. El Deportivo Alavés sigue a la espera de que llegue la transferencia internacional que permita a Dituro ser dado de alta. El retraso por culpa de los problemas burocráticos con la Federación Peruana podría tener sus consecuencias. Y es que en el caso de que el dichoso tránsfer se demore en exceso, podría darse el caso de que el joven Montoya debute con el primer equipo.

Esta opción no es nada descabellada. No porque el espigado guardameta le vaya a quitar el sitio al actual inquilino de la portería albiazul por decisión técnica. El relevo podría ser obligado.

Y es que hay que tener en cuenta que Alberto Montero está al borde de la suspensión. Sí, el meta catalán ya tiene cuatro tarjetas amarillas, por lo que en el caso de que viese una quinta tendría que cumplir un encuentro de sanción. Con Montero apercibido, de momento es Montoya su único recambio. Dituro aún no está. En el club confían en que la dichosa transferencia internacional pueda llegar para esta semana, pero no están seguros al 100%.

Por eso, de momento, el joven guardameta riojano está en la recámara. Montoya podría tener su oportunidad con el primer equipo a sus 19 años en el caso de que Montero viese esa quinta amarilla que acarrearía suspensión antes de que Dituro obtenga su licencia federativa.

El posible debut del futbolista más novel de la plantilla está en manos de su compañero Montero. Sí, el guardameta catalán tiene la llave. Una amarilla más y Montoya saltaría a la palestra. Eso sí, el arquero titular del Alavés no se lo está poniendo fácil al riojano. La precaución que está teniendo en estas últimas semanas para evitar esa cartulina ha impedido a Montoya disfrutar de esa oportunidad que tanto lleva esperando.

Y es que Montero está mostrándose mucho más comedido de lo que es habitual con tal de no perderse el siguiente partido. No hay más que comprobar que el portero barcelonés está apercibido desde el pasado 27 de noviembre cuando vio su cuarta amarilla en Ipurua ante el Eibar por protestar durante la decimoquinta jornada.

Nueve partidos han pasado desde entonces. Ni una amarilla más en ese periodo, cuando en quince partidos había visto cuatro. Montero ha pasado de ser amonestado en uno de cada cuatro partidos a enlazar nueve compromisos sin recibir amarilla alguna.

La primera llegó en la cuarta jornada ante el Real Unión, la segunda en la undécima frente al Oviedo y la tercera una semana más tarde contra la Peña Sport, todas ellas por "perder tiempo", según recogieron los colegiados en el acta, además de la que recibió en Ipurua, la cuarta, por sus airadas protestas al colegiado.

UNA EXPERIENCIA CONOCIDA Ahí frenó su ímpetu. Apareció el Montero calculador. Ya no perdía tiempo, ya no protestaba. Y es que su participación estaba en juego.

La historia no es nueva. De hecho, el año pasado, el guardameta ya vivió una experiencia similar. Entonces, Montero, sin llegar a jugar y estando en el banquillo, ya había visto dos amarillas por protestar en el primer tramo del campeonato. Luego, cuando se hizo con el puesto en detrimento de Pagola sumó otras dos. Ya llevaba cuatro. Esta última, llegó en la jornada 33, con cinco aún por disputarse.

Pues bien, Alberto Montero ya no vería más y no dio opción a Pagola de volver a jugar. Apareció de nuevo en escena su versión más comedida. Es, tal y como está sucediendo ahora, la precaución de Montero.