Logroño. Dar por muerto a este Deportivo Alavés es pecar de inconsciencia. Ni siquiera en sus peores tardes, que más de una ha habido, se marcha este equipo de un partido. Ya puede verse superado, maniatado, ahogado y prácticamente derrotado, pero asegurar que se le ha tumbado en un duelo es bastante complicado. Ni siquiera cuando besa la lona está vencido. Ni cuando la cuenta atrás está a punto de agotarse se puede descuidar el oponente. Un par de golpes certeros, otra exhibición más de una pegada demoledora, son argumentos más que suficientes. No estaba vencido, no. Aunque lo pensase el Logroñés. Instinto de supervivencia para darle un nuevo mordisco a una clasificación que queda prácticamente desierta a las espaldas albiazules.

Y eso que no pudo comenzar de peor manera el partido para los intereses albiazules. Le costó situarse sobre el terreno de juego al cuadro vitoriano y pagó, una vez más, el peaje de su despiste de salida. Y ya son unas cuantas veces esta temporada en las que los goles en contra en los primeros minutos se han convertido en una desagradable tónica habitual. El Logroñés avivó el ritmo del juego desde el inicio y gozó de un par de claras ocasiones antes de inaugurar el marcador.

Se vio ayudado, eso sí, el conjunto riojano por un colegiado con el sentido de la vista excesivamente aguzado. Interpretó Ruiz García que la supuesta mano de Morcillo dentro del área era una voluntariedad destinada a cortar el juego y decidió castigar la infracción con un penalti que el goleador Álvaro Cervero se encargó de transformar cuando corría el minuto trece.

Tocaba remar de nuevo contra la corriente desde demasiado pronto y volvía a evidenciar El Glorioso unos malos síntomas demasiado parecidos a los que mostró en su visita a Anoeta. Con Ibon Gutiérrez ahogado en el centro del campo por la falta de apoyos y las líneas excesivamente separadas, los jugadores albiazules se encontraron con demasiado campo para cubrir las insalvables distancias entre defensa y ataque.

Volvió a aparecer la peor cara de un Alavés sin mordiente, incapaz de imponer su ritmo ante un rival acomodado en su ventaja y que aguardaba la oportunidad de la sentencia definitiva. Mientras tanto, el cuadro albiazul seguía con su particular naufragio, perdido completamente en un centro del campo en el que Ibon, Salcedo y Esparza se veían continuamente superados.

más agresividad Cambió de talante el Alavés en el inicio de la segunda parte, consciente de que con la baja intensidad de la primera no podía aspirar a nada positivo. La defensa avanzó varios metros para forzar los constantes fueras de juego de un conjunto riojano que chocaba una y otra vez con las decisiones del juez de línea y la velocidad de la zaga vitoriana para adelantarse en el momento oportuno.

La incorporación de Josete en el centro del campo dio al equipo mucha más consistencia y a partir de ahí el equipo de Álvarez Tomé fue ganando metros a la vez que los cedía un Logroñés que comenzaba a verse acogotado y que ya apenas se preocupaba por salir de su campo. En esas estaba el partido, enfilando ya su recta final, cuando el Alavés volvió a inventar el fuego con un par de chispazos.

Una gran combinación y un remate de Óscar Martínez no encontraron una buena respuesta por parte de Rubio. Allí estaba Jito, oportunista como de costumbre, para apuntalar un empate que valía su peso en oro. Corría el minuto 76 y había tiempo. Más todavía con las sensaciones de que un equipo iba para arriba y el otro para abajo. Se encargó de corroborar esa sensación un Óscar Martínez capaz de enhebrar un balón en una aguja. Desde casi medio campo vio a Rubio adelantado y puso el balón con sutileza tan alto como para salvar cualquier obstáculo. Dos goles de remontada. Otra demostración de raza de un Glorioso embalado.

Goles: 1-0, minuto 13: Álvaro Cervero. El colegiado castiga con penalti una supuesta mano de Morcillo dentro del área y el máximo goleador del grupo se encarga de transformalo. 1-1, minuto 76: Jito. Disparo desde la izquierda de Óscar Martínez que no acierta a detener Rubio y el rechace lo remata Jito a placer. 2-1, minuto 86: Óscar Martínez. El delantero gallego ve adelantado al meta del Logroñés y saca un disparo alto desde más de treinta metros que sorprende a Rubio y se cuela en la portería.

Tarjetas: Ruiz García (colegio valenciano). Amonestó a Morcillo (minuto 13), Iñaki (minuto 17), Ibon Gutiérrez (m. 34), Salcedo (m. 57), Josete (m. 62), Geni (m. 78) y Esparza (m. 90).