EL cambio de año no ha supuesto una variación en el aspecto para un Deportivo Alavés que, para lo bueno y para lo malo, sigue siendo el mismo equipo que cerró el pasado 2010. Dicen que cuando algo funciona no es necesario tocarlo y los números evidencian que este equipo va viento en popa a toda vela hacia su primer objetivo, estar en el play off de ascenso, pero no es menos cierto que a veces las ramas bondadosas impiden vislumbrar el bosque de la realidad, que ciertamente es algo más oscuro que lo que señalan unos números que, fríamente, son ciertamente espectaculares. Volvió a hacer gala el Alavés en Zamora de sus particulares dos caras. Volvió a sacar provecho de su tremenda pegada y volvió a sufrir mucho de nuevo por culpa de unos errores defensivos que, llegado el momento decisivo de la temporada, pueden acabar pagándose caros.
Nada nuevo bajo el sol para quien haya visto un buen puñado de compromisos del cuadro vitoriano a lo largo del presente curso. Con los dos goles sumados ayer en Zamora -cuarto de Esparza y octavo de Geni, que finaliza la primera vuelta como pichichi del equipo- el conjunto albiazul termina la primera vuelta como el máximo goleador del Grupo II de Segunda División B y únicamente el Eibar, equipo con el que comparte el liderato, puede igualar semejantes registros.
Solo en uno de los diecinueve partidos disputados hasta la fecha se ha quedado el Alavés sin ver la portería rival y este acontecimiento ocurrió en el extraño partido que precedió a las vacaciones navideñas, cuando tanto el cuadro vitoriano como la Cultural Leonesa parecieron haber llegado a un particular pacto de no agresión. Queda cumplida de esta manera la promesa de Miguel Ángel Álvarez Tomé de contar con un equipo muy potente en el apartado ofensivo.
Sin embargo, esta cara positiva queda oscurecida por una segunda mucho más negativa que, aunque no está impidiendo que el cuadro albiazul firme una trayectoria muy positiva, puede convertirse en un serio obstáculo en el futuro, cuando cada gol valga su peso en oro y los rivales sean de una entidad aún mayor de los que se está encontrando en estos momentos.
Los veinte goles en contra que acumula Alberto Montero son una cifra demasiado elevada para un equipo con las aspiraciones que tiene este Alavés y, tal y como quedó patente ayer, la culpa no siempre recae en el guardameta. Un error colectivo de la zaga albiazul fue el que propició el empate del Zamora y unos cuantos minutos de innecesario sufrimiento para un Glorioso que conoce muy bien esta misma historia que lleva repitiéndose toda la temporada.
Montero solo ha conseguido dejar su portería a cero en cinco partidos y, lo que es peor, los rivales suelen sacar un enorme provecho de sus escasas oportunidades, situación que repitió ayer al Zamora al marcar un gol con solo dos remates.