Vitoria. En pleno siglo XXI, inmersos como nos encontramos irremediablemente en la era de las imitaciones, directamente falsificaciones o copias, todavía resta algún pequeño reducto en el que es posible encontrar la diferencia. Justo es reconocer, eso sí, que habitualmente no resulta sencillo. Pero, si se emplea un poco de tiempo en el análisis, comienzan a aflorar los matices que confieren las diferentes personalidades. Claro que, si se opta por recurrir únicamente a un vistazo rápido, fácilmente podría tomarse gato por liebre o admitir como idénticos dos productos que ni con mucho reúnen las mismas características. Traslado al mundo del fútbol, en muchas ocasiones son las estadísticas las que contribuyen a camuflar unas realidades que no tienen demasiado que ver entre sí.
Sin ir más lejos, el Deportivo Alavés es en estos momentos un perfecto ejemplo de ello. Y es que, tras la disputa de las seis primeras jornadas de Liga, el conjunto de Miguel Ángel Álvarez Tomé presenta el mismo expediente que un año antes había firmado el combinado que dirigía Javier Pereira. Podría deducirse por lo tanto en primera instancia que ambos se asemejan como dos gotas de agua y que disfrutan de las mismos virtudes y defectos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Porque lo cierto es que salvo en el número de puntos cosechados en sus seis comparecencias ligueras iniciales, en casi nada tienen que ver estos dos proyectos. Es verdad que ambos pueden presumir de haber alcanzado estas alturas de sus respectivos campeonatos sin haber tenido que lamentar derrota alguna -salvo la también coincidente eliminación de la Copa del Rey- tras haber permanecido invictos, pero no lo es menos que en un análisis de este tipo las formas son igual o casi más importantes que el fondo.
En este sentido, las sensaciones que ha transmitido la escuadra albiazul en este primer mes y medio de competición poco o nada tienen que ver con las que emanaban del vestuario de Mendizorroza un año antes. Y eso que, paradojas curiosas que siempre suelen acompañar a estos análisis, la frialdad de los números se empeña en decir que la situación del antiguo Alavés era mejor que la del actual.
Porque después de imponerse por la mínima (1-0) al Zamora en Mendizorroza, el plantel de Javier Pereira podía presumir de mirar a todos sus adversarios desde arriba, instalado como estaba en lo más alto de la clasificación. Ahora, en cambio, el cuadro de Tomé debe conformarse con el segundo peldaño de la tabla a un punto de distancia del líder Eibar. Se da la circunstancia además que ha sido el empate cosechado el pasado domingo en Torrelavega el que ha privado al Glorioso de continuar instalado en el primer puesto como se encontraba siete días antes.
En cualquier caso, la realidad va más allá de lo que indican las siempre escuetas estadísticas y permite dibujar un horizonte esperanzador para la escuadra del Paseo de Cervantes. Bien es verdad que la Liga aún se encuentra en una fase muy incipiente y el futuro puede deparar inesperados giros del rumbo de los acontecimientos pero, por lo visto hasta ahora, existen más motivos para el optimismo que hace un año.
Adversarios de entidad Para empezar, porque el Alavés ha firmado este notable arranque de competición midiéndose a rivales de entidad que, al menos a priori, están destinados a pelear con él hasta el final de la temporada por ocupar la azotea de la clasificación. Así, el recién descendido Real Unión, Logroñés o Gimnástica de Torrelavega, por citar sólo algunos, se han convertido en importantes piedras de toque que el plantel de Álvarez Tomé ha conseguido solventar con solvencia.
Pero es que, además, las sensaciones sobre el terreno de juego son mayoritariamente positivas pese a que aún resulta evidente que existe margen para la mejora. Así, este Deportivo Alavés ha demostrado que, con mayor o menos acierto, al menos garantiza máxima entrega, trabajo y sacrificio en todas y cada una de sus comparecencias.
Junto a ello, se ha dotado de una mentalidad pétrea que le ha permitido sobreponerse a los golpes que le ha ido propinando el adversario de turno para terminar rehaciéndose y doblegarle con contundencia (los duelos frente al Real Unión y el Logroñés son los ejemplos más elocuentes de esta circunstancia).
Esta característica la ha exhibido también cuando los palos han llegado en forma de lesiones de hombres importantes. Así, las bajas de piezas destinadas en principio a desempeñar un papel clave como podrían ser las de Igor Cuesta y Geni apenas se han notado. En gran medida, ello es posible gracias a que Tomé no ha tenido el más mínimo reparo a la hora de repartir oportunidades entre prácticamente todos los integrantes de la plantilla. De esta manera, las entradas y salidas de las alineaciones titulares se han sucedido jornada tras jornada permitiendo que toda la plantilla se sienta importante y que el nivel de tensión del grupo no decaiga lo más mínimo actúe quien actúe. En definitiva, un Alavés con los mismos puntos que el año pasado pero muy diferente.