SI algún aficionado del Deportivo Alavés tuviera que explicarle en estos momentos a otro seguidor albiazul que no haya podido ver ninguno de los cuatro compromisos oficiales que ha disputado cómo juega el equipo, seguramente se encontraría con un serio problema. No porque no estén definidas las líneas maestras a ejecutar sobre el terreno de juego o porque no esté clara la filosofía que desea implantar Miguel Ángel Álvarez Tomé, pero sí por las diferentes versiones de sí mismo que ha mostrado hasta la fecha el conjunto del Paseo de Cervantes. Y es que la búsqueda del dibujo táctico ideal continúa siendo el principal quebradero de cabeza del preparador leonés.
Así queda demostrado al menos por las diferentes variaciones a las que ha recurrido desde que arrancó la temporada. El último ejemplo, de hecho, pudo verse en el encuentro del pasado domingo frente a la Real Sociedad B. Entonces, El Glorioso saltó al césped de Mendizorroza con un 4-4-2 perfectamente definido en sus líneas. Así se mantuvo, pese a la temprana lesión de Geni, hasta el descanso. Sin embargo, ya en el segundo periodo, Tomé recurrió a Indiano para transformar ese dibujo inicial en un 4-2-3-1. Con la línea defensiva -Iván Malón, Alaña, Moya y Morcillo- inamovible, la entrada del madrileño por Calderón supuso la recomposición del doble pivote por Ibon Gutiérrez y el propio Indiano y la formación de una línea de tres mediapuntas integrada por Casares, Salcedo y Óscar Rico con Jito como hombre más adelantado.
En esta oportunidad, el cambio proporcionó el efecto deseado y el juego del cuadro albiazul mejoró considerablemente a partir de ese momento. Mientras que con el esquema táctico inicial el centro del campo del filial donostiarra se impuso con claridad llevando el ritmo de la contienda y generando ocasiones de peligro sobre la meta de Montero, tras la modificación fue el Alavés el que más y mejor dominó el choque.
En cualquier caso, no es la primera vez que la escuadra albiazul muestra una fisonomía variable a lo largo del presente ejercicio. Más bien al contrario, se ha convertido en algo casi habitual. Porque si analizamos los cuatro compromisos oficiales disputados hasta el momento, apenas podemos encontrar similitudes entre ellos.
Así, en el duelo de Copa del Rey que supuso el estreno de la temporada Tomé optó por emplear el sistema que más le había convencido durante el trabajo estival. El equipo compareció ante el Logroñés con el 4-4-2 clásico pero los resultados distaron mucho de ser los deseados. El conjunto albiazul ofreció una imagen bastante mediocre y la eliminación del torneo del K.O. supuso un primer aviso.
Apenas unos días después, el Caudal volvió a examinar al Glorioso -esta vez en Liga- en Mendizorroza. Tomando nota de los problemas sufridos en la Copa, Tomé optó en esta oportunidad por ordenar un 4-3-3 del que se aprovechó especialmente Óscar Rico para brillar en la banda izquierda. Pese a la victoria y las sensaciones positivas que transmitió el grupo, el preparador leonés no debió de quedar del todo satisfecho puesto que, siete días después, decidió modificar de nuevo el dibujo.
Como consecuencia, la visita a Osasuna B permitió ver al Deportivo Alavés empleando un 4-2-3-1 en el Reyno de Navarra. Nuevamente el resultado fue favorable a los intereses vitorianos pero ello no permitió que el sistema se instalase definitivamente en el DNI futbolístico del Glorioso.
Ventaja Así, ante la Real B el equipo regresó al clásico 4-4-2 para verse obligado a modificarlo sobre la marcha tras el descanso. En definitiva, que este nuevo Deportivo Alavés todavía no ha encontrado la identidad que le permita ofrecer un rendimiento más positivo y regular. Claro que, como contraprestación, ya ha demostrado que es capaz de adaptarse a la perfección a diferentes perfiles según lo requiera la situación. Sin duda una notable ventaja que le permitirá crear más de un serio quebradero de cabeza a sus adversarios.