Cualquier aficionado del Deportivo Alavés que haya presenciado un entrenamiento de la presente temporada sabe que Miguel Ángel Álvarez Tomé tiene una personalidad muy fuerte que en poco se parece a los anteriores inquilinos del banquillo albiazul. Sus indicaciones a los jugadores en un tono de voz elevado son algo normal en las sesiones de trabajo, pero en la matinal de ayer en Ibaia el técnico leonés se encontraba especialmente enfadado con la puesta en escena de sus pupilos y sus reacciones fueron furibundas. Ni diez segundos tardó en parar, a viva voz, el "partidillo" de prueba al ver que los jugadores estaban mal colocados y fueron incontables sus gestos de disgusto y sus gritos reclamando una inmediata mejoría. La palma se la llevó Iván Malón tras una jugada en la que el lateral no siguió al jugador que tenía que defender e, incluso, al final del entrenamiento Tomé expresó su disgusto al considerar que la sesión no había tenido la calidad necesaria. "¿Creéis que habéis entrenado bien? Así no podemos ni competir", les espetó. Exigencia máxima en cada minuto la que marca el preparador albiazul cuando se viste el mono de trabajo.
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