Lleva poco menos de un mes ejerciendo como entrenador del Deportivo Alavés, pero las primeras sesiones de trabajo ya han servido para comprobar cómo se maneja Miguel Ángel Álvarez Tomé cuando se pone al frente de un equipo. Un halo de absoluta seriedad rodea a su figura a lo largo de su trayectoria y, por lo visto hasta ahora, se lo ha ganado con creces. Eso sí, su habitual rectitud deja también paso a la broma y la chanza cuando es preciso, intentado buscar muchas veces la motivación de sus pupilos a través de pequeños piques dialécticos. Explicaciones, consejos y críticas constructivas constituyen el discurso de un técnico leonés que también ha dejado claro esta pretemporada que desea que su equipo domine la vertiente futbolística a través de su calidad, pero que a la vez sea capaz de moverse en terrenos más fangosos aprovechándose al máximo del reglamento.
"Hay equipos listos y equipos tontos. Los tontos se quedan mirando al árbitro, protestando y despistados cuando pita algo. Los listos andan vivos y se aprovechan de esas situaciones para crear peligro. Nosotros tenemos que ser un equipo listo". Fue ésta una de las primeras clases maestras de Álvarez Tomé cuando tomó las riendas del equipo y dispuso un partidillo durante un entrenamiento. Muchos años de experiencia le han dado al técnico leonés los conocimientos suficientes como para saber que un encuentro de fútbol se puede decidir por la más insignificante nimiedad en el momento más inesperado.
No quiere el preparador albiazul que sus jugadores se ausenten del terreno de juego en el transcurso de los partidos. Pase lo que pase, sea a favor o en contra, exige mantener la concentración para intentar sacar provecho de las lagunas del rival y evitar las propias.
En este sentido, las jugadas a balón parado han absorbido buena parte de sus explicaciones. Decidido a apostar por el marcaje en zona en detrimento del individual, el preparador leonés exige siempre atención y presión sobre el rival, que no pueda pensar en ningún momento y que se sienta siempre acechado por la presencia de un defensor cercano que le dificulte la jugada.
Esa presión agobiante y constante será también una de las principales características del nuevo Alavés. Desde primera línea, pero con la cabeza, Tomé quiere que unos jugadores ayuden a otros a la hora de adelantar líneas en busca de rápidas recuperaciones y, por ello, su silbato suena con fuerza, con el consiguiente reproche, siempre que algún defensor se queda despistado. "Hay que ir a presionar siete de cada diez veces o más, pero tenemos que ir todos y con la cabeza", remarca en los ejercicios específicos en los que ensaya esta faceta del juego.
Los penaltis, con fuerza Mientras que en las tareas defensivas la exigencia en el apartado físico es de gran intensidad, en ataque el técnico alavesista es de los que prefieren "que corra el balón y no el jugador". Velocidad en la transición, búsqueda del desborde por las bandas y transiciones rápidas han caracterizado los entrenamientos, donde también se ha empezado a trabajar con profundidad las jugadas a balón parado, fundamentales en un fútbol moderno en el que cada vez resulta más complicado acercarse a la portería rival con jugadas elaboradas.
En este apartado, lo que más destaca es su gusto por los balones colgados al área. Aunque también ha ensayado estrategias de saque elaboradas, a Tomé le gustan los centros que pongan en complicaciones al portero y por eso expresa con vehemencia su disgusto cuando el encargado del saque apenas alcanza el primer palo. "¿Es que no puedes con el balón?", repite siempre con ironía.
Tampoco los lanzamientos desde los once metros se han escapado al libreto del entrenador. "Cada uno tenemos una idea, así que tirad como queráis, pero tirad fuerte", insiste un Tomé que, además, se encarga de meter presión: "Pensad siempre que es el penalti del ascenso para que no os pesen las piernas ni os pueda la presión".