Vitoria. Los números, como el algodón, no engañan. Aunque las sensaciones que semanalmente transmite el equipo y las continuas decepciones con las que abandonan los aficionados albiazules Mendizorroza son suficientemente esclarecedoras, un simple vistazo a las frías estadísticas sirve para corroborar que el Deportivo Alavés se encuentra inmerso en un profundo y peligrosísimo descenso a los infiernos que, si no se le pone remedio de inmediato, podría deparar consecuencias todavía más preocupantes que las actuales. Y es que si en estos momentos resulta evidente ya que los objetivos iniciales de la temporada -lograr el primer puesto de la fase regular o, como mínimo, acabar entre los cuatro primeros para disputar el play off de ascenso- se alejan cada vez más, continuar en esta deriva podría llevar a entrar en una inesperada pelea por la salvación.

Porque esa es la zona de la clasificación que ocuparía El Glorioso si se descontasen de la tabla las seis primeras jornadas del campeonato en las que firmó un inicio de competición notable. Desde entonces ha transcurrido precisamente una vuelta completa -dieciocho partidos- y la situación ha variado sensiblemente.

En el arranque, la victoria en el Paseo de Cervantes sobre el Zamora (1-0) permitió al Alavés disfrutar por segunda semana consecutiva del liderato -al que se había encaramado siete días antes imponiéndose a domicilio al Guijuelo (0-1)- con catorce puntos en su casillero. Parecían los albores de una campaña exitosa que podría concluir con el ansiado colofón del regreso a la Segunda División.

Apenas cinco meses después, aquel recuerdo se antoja una mera ilusión y el futuro inmediato se presenta de lo más negro. En los dieciocho encuentros que se han disputado, la cuenta de positivos del combinado vitoriano únicamente ha registrado un aumento de veinte. Considerando que se han puesto en liza cincuenta y cuatro, el balance no puede resultar más descorazonador.

Pero es que, con ser malo, no es este dato por sí mismo el más preocupante. Porque la gravedad del asunto alcanza su verdadera dimensión cuando se compara con el resto de integrantes del grupo I de la Segunda División B. Y es que si hiciéramos una clasificación parcial excluyendo los resultados de las seis primeras jornadas el resultado pondría los pelos como escarpias a más de uno. El Alavés aparecería en la tabla entintado del intenso color rojo que acompaña a los equipos que ocupan puestos de descenso.

Con unos paupérrimos veinte puntos en su casillero, el combinado que desde la pasada semana dirige Iñaki Ocenda sería el tercero peor de la categoría. Únicamente el Compostela, con trece, y el Izarra, con catorce, tendrían peores registros. Claro que ambos son en estos momentos los dos últimos clasificados de la tabla real. Al mismo nivel que los albiazules, se situarían el último y el próximo rival de los vitorianos, Guijuelo y Zamora. Los dos han sumado también en sus últimos dieciocho partidos veinte puntos pero al igual que gallegos y navarros se encuentran luchando por tratar de eludir los puestos de descenso desde hace tiempo.

Distancia enorme Analizando el perfil de los compañeros de viaje del Alavés, parece evidente que el equipo se ha ubicado en el peligroso vagón de cola de la tabla y sólo el colchón obtenido durante la fase inicial del campeonato le libra de una angustia todavía mayor. Una conclusión que se hace todavía más palpable si se comparán los registros albiazules con los de que, al menos en teoría, son sus adversarios directos por luchar por el ascenso.

Así, por ejemplo, el líder Ponferradina ha cosechado nada menos que 34 puntos en el mismo periodo que el Alavés sólo ha sido capaz de ganar 20. Pero es que el Eibar, segundo en la tabla, todavía supera esta marca y casi dobla a los vitorianos con 36 positivos. El Palencia ha sumado 32, el Lugo 30, el Montañeros 32 y el Lemona -último equipo que precede al Glorioso en la clasificación real- 26. En definitiva, una distancia enorme que el plantel de Iñaki Ocenda está obligado a enjugar protagonizando un espectacular sprint en el tramo final de Liga si quiere contar con alguna mínima opción de aferrarse al sueño del ascenso.

No obstante, no es sólo esta la racha negativa que presenta la trayectoria albiazul. Y es que, por citar solamente algunos casos, el equipo no es capaz de vencer en Mendizorroza desde el pasado 8 de noviembre (3-1 frente al Athletic B), en las últimas diez jornadas de competición únicamente ha sido capaz de arañar un triunfo (0-1 en Pontevedra) y acumula ya cinco encuentros consecutivos sin saborear el agradable gusto de la victoria.