Vitoria. Los problemas con las lesiones vuelven a aparecer en el seno de un Deportivo Alavés que se verá obligado a variar los planes inicialmente previstos por culpa de un contratiempo de última hora que impedirá que esta tarde Alberto Montero se vista de corto para afrontar el duelo contra la Ponferradina. Tras dos partidos en el banquillo, Mikel Pagola volverá a disfrutar de la titularidad bajo palos precisamente en el choque que enfrentará al Glorioso contra el anterior equipo del guardameta navarro. Será ésta la principal novedad en la alineación de Javier Pereira, aunque puede que no la única.

Tras la última sesión de trabajo de la semana, Cristian Castells y Dani Bouzas se han convertido, de manera definitiva, en dos jugadores disponibles para afrontar el choque contra el segundo clasificado. Al igual que un Diego Segura que se reintegró al trabajo del grupo al comienzo de la semana, ninguno de los dos se encuentra en plenitud de condiciones físicas, pero la trascendencia del duelo de esta tarde puede conducirles a forzar para intentar aportar su granito de arena en un compromiso que puede variar el futuro de la nave albiazul y en el que también podrán volver a jugar tras cumplir sanción ante el Palencia Carrión, Vicente y Rico.

En el escenario de la decimosexta jornada la estabilidad deportiva del club se pone en juego. Los resultados cosechados hasta la fecha y, sobre todo, la puesta en escena del equipo no han agradado a casi nadie y el crédito de Javier Pereira, quien pregona tranquilidad en momentos de máxima tensión, está a punto de agotarse.

Por segunda vez en lo que va de curso -la primera fue en la visita del Bilbao Athletic a Mendizorroza-, el técnico pacense nota el nudo de la corbata demasiado apretado alrededor de su cuello. Vistos los precedentes, nadie duda ya que un nuevo tropiezo supondrá el punto final a un proyecto que apenas acumula cinco meses de vida. Se trata de la particular justicia del fútbol, sobre todo en un conjunto como el Alavés que en su última etapa no se ha caracterizado por la tranquilidad y la cordura cuando las cosas han venido mal dadas, ya que el presidente Fernando Ortiz de Zárate ha dejado caer la espada de Damocles a los primeros síntomas de disconformidad por parte de una grada que ya está bastante cansada de ver hacer el ridículo cada vez que comparece en Mendizorroza.

Por si todo esto fuera poco, el calibre del examinador del Alavés es de los que asustan. Uno de los profesores más exigentes de la categoría rinde esta tarde visita a Mendizorroza con la intención de clavar un estoque definitivo que suponga la sentencia deportiva para un rival directo que, con una nueva derrota, quedaría descabalgado de la carrera por el liderato.

Una victoria aportaría la tranquilidad que tanto se echa en falta y serviría para ponerse a la zaga de un cuadro leonés al que también le está costando encontrar la regularidad en sus resultados. Los tres puntos permitirían seguir soñando con la opción de asaltar en el futuro el liderato, pero el cero en el casillero vitoriano desataría una nueva tormenta deportiva.