la mayor parte de los jugadores que militan actualmente en cualquier equipo del fútbol español no llegarán a vivir una carrera ni la mitad de intensa que la de Benjamín Zarandona. Tras quince años sobre el terreno de juego, el futbolista nacido en Valladolid agota ahora sus últimas gotas de sudor enrolado en las filas de un Palencia al que llegó la temporada pasada, cuando el club morado aún militaba en Tercera División.
Hace un año, el internacional por Guinea Ecuatorial lanzó al aire un mensaje de socorro que fue escuchado unos kilómetros más allá de su ciudad natal, donde Benjamín buscaba ansioso un equipo en el que al menos poder seguir entrenando después de una poco exitosa etapa en el Xerez. A sus 33 años, y aunque su conversación parece la de un hombre que está de vuelta de todo en el mundo del fútbol, el centrocampista de padre portugalujo y madre guineana se ha marcado un objetivo: disputar la Copa de África de 2012 en la que el país que le ha acogido futbolísticamente ejercerá de anfitrión junto a Gabón.
En un combinado nacional en el que los jugadores son auténticos dioses, la miel de una retirada por todo lo alto es demasiado apetitosa para un hombre que ha pasado gran parte de su vida rodeado de titulares y polémicas. "En Guinea Ecuatorial me siento como en casa, es un país excelente en el que tengo mucha familia. Me gustaría llegar a poder jugar la Copa de África y voy a luchar para eso, pero ya veremos qué me depara el futuro", resume Titi, cuya presencia en la selección -que comparte entre otros con el ex albiazul Bodipo- se remonta apenas tres años atrás en el tiempo.
Pero la cita africana queda aún lejana. Dos largas temporadas en las que deberá sobreponerse a las lesiones que le siguen acechando y que -entre otros motivos de menor calado futbolístico- acabaron echando por tierra la prometedora carrera del que un día llegó a ser el jugador nacional más caro en la historia de la Liga.
Sin embargo, cuando ya nadie daba un duro por él, el Palencia llamó a su puerta. O más bien al revés. "Conocía a Serrano -compañero ahora en el vestuario palentino- y les pedí poder entrenar con ellos para no perder la forma", relata. Estuvo más de dos meses compartiendo sesiones de trabajo con el equipo que dirige Pepe Calvo hasta que la entidad castellana se animó a rubricar con él un contrato por escrito. Aunque le costó entrar en el equipo, su rendimiento en Tercera División convenció a la escuadra de La Balastera para renovar un año más su vinculación. Y ahí sigue, incluso con algún gol de por medio como en el duelo ante el Sestao River.
Eso sí, el tiempo no perdona, y los golpes que antes quedaban en nada ahora se transforman en una lesión que le mantiene alejado de los terrenos de juego y le impedirá disputar el partido de esta tarde ante un Alavés que conoce mejor de lo que pueda parecer, pues casi dos décadas de fútbol dan para mucho. "Soy muy amigo de Cidoncha, con el que coincidí en Valladolid, y de Diego Segura, que solía subir del filial a entrenar con nosotros en el Betis. También charlé una vez con Pereira. Me gustó la teoría que tiene", asegura sin querer concretar exactamente a qué se refiere al hablar de "la teoría" del técnico pacense.
aquella noche inolvidable Mientras confía en poder participar en la futura Copa africana -cuando habrá cumplido ya 35 años- la vida de Benjamín transcurre entre sus deseos de futuro y el peso de un pasado cargado de polémicas y cuestiones extradeportivas de las que a estas alturas prefiere no hablar. "Lo de la fiesta es algo prohibitivo", advierte a su interlocutor por si las moscas. Le guste o no, el mediapunta hispano-guineano dio siempre mucho que hablar, sobre todo durante su época álgida en el Betis. La fiesta a la que se refiere data de la noche de Halloween de 2001, cuando la casa de Benjamín se convirtió en el garito de moda de la plantilla verdiblanca... hasta que Manuel Ruiz de Lopera se presentó por sorpresa acompañado de Juande Ramos, por aquel entonces entrenador del Betis.
La fotografía debió ser épica: jugadores borrachos acompañados de varias mujeres disimulaban mientras otros intentaban saltar por la ventana del chalé para no toparse de bruces con Lopera, en una noche que pasó a la historia del fútbol español. Sin embargo, para Benjamín aquello fue sólo uno de los muchos episodios a recordar fuera de los campos, como su vivencia cercana a la muerte al desmayarse en un partido entre Guinea Ecuatorial y Ruanda, cuando aseguró haber visto pasar por delante de sus ojos la película de su vida. "Fue un tema de ansiedad. Aquella semana hubo muchos problemas y mucha presión porque era un partido muy importante", rememora hoy en día. Portadas de Interviú junto a su novia, incidentes con algún periodista, ascensos, descensos, Liga de Campeones... Toda una vida plagada de luces y sombras.