Una máscara que reúne las tradiciones de Álava
Maskaraba celebra su segunda edición el día 25 en Santa Cruz de Campezo, reuniendo a todos los carnavales rurales y botargas del territorio
Dicen que cuando las máscaras despiertan, los viejos espíritus de Álava vuelven a caminar entre los alaveses. Así será el 25 de octubre, cuando Santa Cruz de Campezo se convierta en el corazón palpitante de Maskaraba, el encuentro que une a los carnavales rurales y botargas del territorio en una fiesta donde la memoria se viste de fiesta y fuego.
Tras el éxito de su primera edición en Zalduondo, Maskaraba 2025 regresa el próximo 25 de octubre a Santa Cruz de Campezo, reuniendo a todos los carnavales rurales bajo un mismo techo. “Más que un desfile, es una celebración de identidad, un espacio donde cada máscara, cada danza y cada personaje habla del pasado, del presente y de la riqueza cultural de un territorio que sabe mantener vivas sus raíces”, explican desde Maskaraba a este periódico.
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Maskaraba nació como iniciativa de la Asociación Cultural de Carnavales Rurales de Álava (AHIK) junto con los pueblos implicados, con un objetivo claro: crear un espacio común donde los diferentes carnavales y botargas del territorio pudieran encontrarse, conocerse y compartir experiencias. “Propuse Maskaraba porque no había actividades en común entre los pueblos –explica Alexander Pereda, coordinador del encuentro–. El año pasado, aunque fue la primera edición, acudió muchísima gente. Logramos lo que queríamos: que los pueblos se conocieran, que tuvieran algo en común y que compartieran sus tradiciones. Este año hemos trabajado mucho, hemos mejorado detalles y el desfile será el gran punto culminante”.
Maskaraba no es solo una fiesta; es un ejercicio de memoria viva. Cada grupo trae consigo siglos de tradición, rituales únicos, personajes emblemáticos y máscaras que encarnan historias locales. La diversidad es enorme: osos de Zalduondo, Katxis de Oion, Katximorros de Laguardia, las botargas de Kuartango, y este año, como novedad, los Diablos y Mascaritas de Luzón (Guadalajara), que llegan desde fuera de Álava para compartir su propia tradición ancestral. “El año pasado me hizo muchísima ilusión ver a los tres osos juntos en Álava –recuerda–. Momentos así te recuerdan por qué nació Maskaraba”.
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Segunda edición
El 25 de octubre, Santa Cruz de Campezo se llenará de tradición, música, gastronomía y espectáculo, ofreciendo actividades pensadas para todos los públicos. La jornada arrancará a las 11.00h con una charla en la Casa de Cultura, donde el grupo invitado explicará sus personajes, rituales y danzas, permitiendo a los asistentes adentrarse en el mundo de las botargas y carnavales rurales.
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A mediodía, los más pequeños podrán disfrutar de una actividad infantil en la Plaza Samuel Picaza, mientras que en paralelo, Aitzina Ceol Taldea ofrecerá un concierto de folk vasco en colaboración con el festival Aitzina Folk. A las 14.00h, la comida popular permitirá compartir mesa con los grupos participantes, previa adquisición del ticket correspondiente. Además, el desfile, a las 17.00 horas, recorrerá las calles del pueblo, llenándolas de color, movimiento y máscaras tradicionales, antes de dar paso al Juicio a los personajes a las 18.00 horas, una ceremonia simbólica de transgresión y renovación que aporta un significado profundo a la jornada.
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Al caer la tarde, el cielo se iluminará con el espectáculo pirotécnico de Lekittoko Deabruak a las 19.30 horas, y la jornada concluirá con DJ Watxin Machine, que pondrá música moderna para cerrar el día con baile y diversión. “Maskaraba no es un evento que se pueda ver desde lejos. Hay que vivirlo, mezclarse con los grupos, sentir la tradición y la comunidad. Cada máscara tiene algo que decir”.
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Maskaraba no solo entretiene; también enseña y preserva cultura. Maider, integrante de los Sidros y Comedies de Valdesoto (Asturias), participante en la primera edición, lo recuerda así: “Sentí ilusión por poder acompañar a los grupos, adrenalina al perseguir a la gente con la ceniza y una calurosa acogida por parte de todos los grupos en la comida y la posterior fiesta. Además el vivir la primera reunión de carnavales de allí me encantó por el hecho de que era un hito que recordaremos a futuro”.
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Según explican los organizadores, más detalladamente, la jornada, que tendrá lugar el 25 de octubre en Santa Cruz de Campezo, y volverá a ofrecer un amplio programa de actividades para todos los públicos, combinando desfiles coloridos, charlas culturales, conciertos y espectáculos pirotécnicos que iluminarán la noche alavesa.
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“Este año contamos con varias novedades, empezando por otro grupo alavés que se une al encuentro: Katximorro de Elciego y sus danzantes. Y ampliando la tradición más allá de nuestras fronteras, contaremos con los Diablos y Mascaritas de Luzón (Guadalajara), como grupo invitado. Personajes ancestrales del señorío de Molina, que cubren su cuerpo con hollín y no dejan a nadie indiferente, ni limpio. Los diablos son la antítesis de las Mascaritas que con su presencia enigmática y silenciosa imponen la calma. En cuanto a las actividades, nos centraremos también en el público infantil para llenar cada rincón de colorido”, explican y añaden. “Además, este año, todo el mundo asistente podrá confraternizar con los grupos ya que la comida será popular, previa compra de ticket antes del evento. Para ello se puede contactar con la organización por sus redes sociales (@mask.araba en Instagram o Maskaraba en Facebook) o con los diferentes grupos participantes”.
Así, cuando las máscaras despiertan, no solo se mueven los cuerpos que las portan: despiertan también las historias de siglos, los ecos de risas y tambores que han recorrido los valles y montañas de Álava. Cada botarga, cada oso o Katxi, lleva consigo el susurro de generaciones que han celebrado el invierno con fuego, baile y un cierto desorden controlado, recordando que la tradición no es un objeto congelado, sino un río que sigue fluyendo en las plazas y calles de los pueblos. Maskaraba es precisamente ese río que reúne corrientes diversas bajo un mismo cauce, donde cada paso, cada salto y cada giro de la máscara se convierte en un lenguaje compartido entre los pueblos de Álava.