“El suicidio es un problema complejo, pero hablarlo es clave para prevenirlo”
Vanesa Vadillo es gerente de ASAFES Vitoria, la asociación alavesa de Familiares y Personas con enfermedad mental. Con años de experiencia en sensibilización y acompañamiento, Vadillo lidera programas educativos, grupos de apoyo y seminarios que buscan romper el estigma en torno al suicidio.
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¿Cuáles creen que son los principales factores de riesgo que deberían conocerse?
El suicidio es un hecho complejo y multifactorial, es decir no obedece a una sola causa sino que intervienen diferentes factores. Los factores de riesgo aumentan la probabilidad de que aparezca la conducta suicidia, por lo que es importante conocerlos y abordarlos para prevenir este fenómeno. Entre los factores de riesgo están las que tienen que ver con la propia persona, con su forma de ser y con sus antecedentes: por ejemplo tener problemas de salud mental o familiares directos que los padezcan, ser una persona impulsiva, tener baja autoestima, padecer dolor crónico,… son aspectos que hacen a la persona más vulnerable.
Por otro lado existen los factores relacionados con el contexto y las circunstancias en que vive o ha vivido la persona, como puede ser rodearse de un ambiente de violencia, no contar con apoyos, ser víctima de violencia de género, encontrarse en una situación socioeconómica difícil, la precariedad laboral, o un bajo nivel educativo… Muy importante, que la persona haya intentado anteriormente suicidarse es un factor de riesgo a tener muy en cuenta, sobre todo durante el primer año.
¿Qué señales pueden alertar a familiares o amigos de que alguien podría estar en riesgo?
Podemos fijarnos en si hay cambios importantes en el estado de ánimo: si vemos que la persona está muy triste, irritable,… incluso si después de estar muy desanimada se muestra extrañamente calmada (puede ser que haya tomado ya la decisión).
Por otro lado hay comportamientos que nos pueden poner en alerta como: aislarse, bajar el rendimiento laboral o escolar, cambios en los hábitos del sueño, expresar ideas extrañas, consumo de sustancias…
Además, si hay sospecha de que la persona está en riesgo hay que prestar atención a lo que llamamos conductas de cierre como regalar objetos o pertenencias personales, cerrar asuntos pendientes o preparar documentos para cuando no esté. Otras señales que nos pueden alertar de un posible riesgo, sobre todo entre la población más joven tiene que ver con las redes sociales o internet: búsquedas de métodos de contenido prosuicida, de publicaciones de contenido triste y negativo, cerrar las redes sociales o despedirse a través de ellas.
Romper el silencio para prevenir el suicidio; un reto global que sigue vigente
¿Qué cree que falta en la sociedad para abordar mejor este tema?
Falta mucha educación en este tema. Aun cuesta pronunciar la palabra suicidio y comprender este fenómeno. La sociedad no es consciente del alcance de este problema porque cuesta hablar de ello, pero las cifras son claras: cada dos días fallece una persona en Euskadi por este motivo. Creo que son demasiadas muertes que podían haberse prevenido. Y cuando la población no ve el problema es más difícil ponerlo en la agenda política.
¿Por qué es importante días como este que se celebra próximamente?
Es una forma de ponerlo en la agenda política y movilizar a la sociedad en la lucha, en este caso, por la prevención del suicidio. En concreto el 10 de septiembre buscamos concienciar a la población sobre la importancia de la salud mental, reducir el estigma asociado al suicidio y fomentar acciones preventivas eficaces en todos los niveles sociales y sanitarios.
¿Qué impacto cree que tienen sus campañas y programas en la sociedad?
Nuestro objetivos fundamentales son sensibilizar y ofrecer apoyo. Sensibilizar rompiendo con el estigma que acompaña a la palabra SUICIDIO, acabar con el tabú y los mitos y falsas creencias en torno a este tema, que no solo no ayudan sino que a veces se llegan a convertir en factores de riesgo; ofrecer apoyo, atender y orientar a personas en riesgo de suicidio o familiares. Creo que el trabajo que llevamos haciendo en ASAFES todos estos años en prevención de suicidio ha tenido un impacto importante en Álava, incluso algunas proyectos que hemos desarrollado, como la Guía para centros educativos (en colaboración con Aidatu) o nuestros seminarios anuales, también lo han hecho a nivel nacional. Hemos dedicado mucho esfuerzo y, la verdad, hemos conseguido llegar mucho más allá de lo que en un inicio nos plateábamos. Rompimos el tabú del suicidio en 2019 en un primer seminario al que fueron 100 personas y este año hemos llegado a 800 en presencial y on-line; el número de atenciones en ASAFES por este motivo ha aumentado significativamente; y hemos conseguido poner en marcha el grupo de apoyo mutuo para supervivientes en Álava, con la colaboración de Bizuraun.
Los centros educativos ya no tienen miedo a hablar sobre el suicidio.
No, los centros educativos ya no tienen miedo a que se hable de prevención de suicidio en el aula, todo lo contrario piden que se haga, y ASAFES fue quien comenzó a ofrecer charlas gracias a un proyecto piloto que se ha consolidado…. Y también hemos podido acercar esta realidad a la representación política y compartir inquietudes que nos trasladan las familias. Sin duda hemos conseguido dar muchos pasos, y llegar a mucha gente. Seguiremos haciendo camino, pero aún queda mucho por hacer más allá de la vida asociativa.
¿Qué se puede hacer para apoyar a alguien que esté pasando por un momento crítico?
Ofrecer ayuda y apoyo sin juzgar. Ofrecerle la posibilidad de hablar de lo que le está pasando y preguntar directamente si ha tenido ideas de muerte. Al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, esto no incita a la conducta suicida, sino que ofrece a la persona un espacio en que hablar de ello, y puede resultar incluso liberador. Pero para ello es fundamental no hacer juicios de valor, es importante escuchar, validar ese sufrimiento y trasmitir esperanza. Si no nos sentimos capaces, porque está claro que implica un alto nivel emocional sobre todo si hay una relación personal con esa persona, es importante buscar ayuda de otra persona de confianza o profesional. En caso de que el riesgo sea muy alto hay que proteger a la persona: no dejarla sola, evitar el acceso a métodos letales u objetos con los que se pueda hacer daño y pedir ayuda de urgencia. Una vez se pase ese momento de más riesgo, es importante mantener el contacto y dar apoyo de manera continuada estando disponibles por si la persona necesita de nuevo apoyo.
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