Los escasos mil habitantes del municipio riojano alavés de Elciego andan un tanto expectantes desde que, en los últimos meses, han visto que vuelve a haber movimiento en lo que, hasta hace cinco años, era la vinoteca de su preciosa Plaza Mayor. Un espacio en el que confluyen desde el Ayuntamiento hasta el hogar de la patrona local, a la que dedican las fiestas de septiembre: la ermita de Nuestra Señora Virgen de la Plaza. Un templo que data del siglo XVIII -aunque se sitúa sobre una construcción anterior, de la que solo se conserva la hermosa talla de la “Andra Mari” del siglo XIV- y en el que tienen lugar la inmensa mayoría de las ceremonias religiosas cotidianas.
En definitiva, el centro neurálgico de la vida social de las personas que allí residen los 365 días del año, y paso obligado para los cientos de visitantes que recibe cada año este pueblo, principalmente, por su larga historia vinícola y por ser sede de grandes bodegas de prestigio internacional.
“Ver la Plaza Mayor del pueblo de mis padres, que cuando yo era niño tenía hasta tres bares, sin sitio alguno en el que tomar algo, me daba tal pena, que me decidí a reabrir la vinoteca y devolver algo de vida a un espacio del que tengo gratos recuerdos”
Sin embargo, y aunque en el municipio existan una decena larga de establecimientos hosteleros, entre bares y restaurantes, y más allá de sus 16 bodegas (ocho de ellas visitables), lo cierto es que en la Plaza Mayor no se asienta ninguno, hasta hoy. Y es que, a las 20.00 horas, volverá a abrir sus puertas la antigua vinoteca, bajo el nombre de “Vinoteca Berri”, en torno a un pequeño lunch en el que se servirá gratis la primera copa.
De electricista a hostelero
“Llevo 30 años dedicado a la electricidad, pero ver la Plaza Mayor del pueblo de mis padres, que cuando yo era niño tenía hasta tres bares, sin sitio alguno en el que tomar algo, me daba tal pena, que me decidí a hablar con los herederos del anterior propietario para comprarles la vinoteca, reabrirla y devolver algo de vida a la plaza de la que tantos buenos recuerdos tengo de mi infancia y juventud”, explica su actual dueño, Iñaki Domínguez, más conocido como Pikatxa.
Ni qué decir tiene que su profesión le ha ayudado bastante en eso de remodelar el espacio. “No he querido que pierda su esencia rústica, pero sí me he decantado por un mobiliario de maderas claras y negras, espejos y juegos de luces led decorativas que le den un toque moderno, en contraste con las antiguas paredes de piedra”, apunta, al tiempo que reconoce que “estas últimas semanas están siendo un poco locura, se acerca la inauguración, la gente ve el trajín y entra a saludarme emocionada. ¡No me dejan trabajar, y he tenido que cerrarme dentro para poder centrarme en los últimos retoques!”, explica resignado, a la vez que agradecido por la expectación que esta causando.
Visión de futuro
“Hay que tener en cuenta que, con el paso del tiempo, en esta plaza ha ido cerrando todo, sobre todo, a consecuencia de las jubilaciones y el período de la pandemia. Y el principal motivo está en que, antaño, los negocios se creaban en los portales de la propia vivienda, y ¡Claro!, es complicado que alguien te alquile o venda la planta baja y por la que accede a la casa en la que vive”, aclara.
"La gente se va jubilando y es complicado el relevo, porque antaño los negocios se creaban en los portales de la propia vivienda, y es comprensible la reticencia a alquilar o vender la planta baja de acceso a la casa en la que se vive”
Sobre qué encontrará en Vinoteca Berri todo el que entre por su puerta, Pikatxa lo tiene claro: “voy a tener en copa tintos, blancos, crianzas y rosados, en principio, de bodegas locales tales como Marqués de Riscal, Valdelana, Aladro, Luberri, Pago de Larrea, Bauza o Lekube, y del resto para venta en botella; aunque con el tiempo quiero ampliar el abanico, primero, a bodegas de toda la Rioja Alavesa, y después, a otras denominaciones de origen del resto del Estado”.
Asimismo, como para beber hay que saber comer, Vinoteca Berri también estará provista de artículos de envasado de la zona “de estilo delicatessen o gourmet, pero sin irme tampoco a lo caro”, apunta.
De momento, ya se ha provisto de chorizo, queso, patés y encurtidos, aunque no descarta adentrarse en el mundo de las latas y poder ofrecer a su clientela desde atunes y mejillones, hasta berberechos. “El tiempo lo dirá”, nos despide con una sonrisa, instando a visitarle.