Una herencia inmaterial, artesanal y deliciosa
Un alimento que nunca falta en la mesa y que, en el caso de Leonor Martínez, es protagonista indiscutible tanto de su vida como de su proyecto de emprendimiento
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De niña, nuestra protagonista Leonor, ayudaba en el obrador que su familia tenía en Galicia. Muchas décadas después, y casi por casualidad, la imagen no ha cambiado mucho: lleva más de media vida vinculada al mundo del pan y desde hace una década incluso regenta su propia panadería, una franquicia de La Vitoriana, en el barrio gasteiztarra de El Pilar. Pero, volvamos el inicio de la relación entre este alimento universal y tan importante y Leonor Martínez.
Criada entre harinas
Con apenas 20 años y buscando un trabajo para iniciarse en el mundo laboral, Leonor acabó aterrizando (por recomendación de su padre) en la panadería de su barrio y a escasos metros de donde vivía con su familia. El destino quiso que ese primer mostrador y esas primeras barras que dispensara fueran en este mismo sitio donde hoy la conocemos y donde en el año 2014 emprendió su propio negocio de panadería de la mano de La Vitoriana y de la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA.
Regresando a ese primer trabajo cuando era joven, su primera experiencia laboral le enseñó todos los secretos (algunos se los guarda para ella) acerca de las masas, la fermentación, la cocción y los tiempos que necesita un alimento como este. Tras un par de años en otro negocio de hostelería, de nuevo regresó a esta panadería de la que se hizo cargo al poco después. Ya no era una empleada más, sino que iba a ser la “jefa” y la responsable de que el pan siguiera saliendo tan delicioso y crujiente cada mañana de manera puntual. Y esto, como era de esperar genera ciertas dudas y miedos sobre todo en el terreno más burocrático que era más desconocido para ella. Suerte que, en este caso, la Fundación Gaztenpresa comenzó el camino a su lado.
Un aroma y un sabor inconfundibles
Panes y barras de todo tipo y delicias de lo más dulces son las que llenan las vitrinas de este despacho de pan que cada día abre bien temprano Leonor en un trabajo que, pese al madrugón y que implica trabajar los fines de semana, no le puede hacer más feliz como confiesa. “No podría vivir sin pan; como tampoco podría trabajar en otro sitio que no fuese este, que además es mi barrio”, nos cuenta una emocionada Leonor que ha visto a familias enteras crecer ante sus ojos ysabe de casi todos ellos cuáles son sus preferencias a la hora de comprar pan.
Un pan que Leonor siempre prepara con los mismos ingredientes y que son parte de su buen hacer como maestra panadera. “Un buen pan es aquel que es crujiente, esponjoso y que da igual a qué hora que te lo comas, que siempre estará bueno desde la mañana a la noche”, nos cuenta esta experta que, sin embargo, no nos desvela la fórmula del éxito de su pan, pero sí nos da algunas pistas de cómo sale una buena barra. “Las manos son primordiales, pero tampoco puede faltar un poco de mimo, cariño y saber muy bien el tiempo que tienes que dedicar al proceso de hacer pan”, explica divertida Leonor rodeada de hogazas, bollitos, barras clásicas y baguettes.
Da igual la forma que tenga el pan. Su aroma, textura y sabor nos llevan a esos recuerdos de niños y a esas emociones a la hora de la merienda de nuestra infancia. Una infancia feliz como la de Leonor hasta esos días en Galicia en el obrador de su familia donde nacía un pan artesanal que, años después, sería y es el centro de su vida.