La cita versará sobre la ética profesional en los servicios sociales y arrancará a las 17.00 horas con entrada libre hasta completar el aforo. El especialista, que se autodefine como “persona que cuida a personas”, ha vivido y trabajado en Ecuador en distintos proyectos sanitarios y es desde hace 21 años médico paliativista en el Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, de cuyo servicio ejerce también como coordinador.
En su ponencia va a hablar sobre el cuidado de esa última etapa del viaje vital que es la antesala a la muerte. ¿Qué deberíamos llevar, por lo general, en ese equipaje para que el transitar sea el mejor posible?
Hago un spoiler: lo menos posible. La preparación del equipaje tiene más que ver con sacar cosas de la maleta. Esto es como cuando uno hace la mochila para el Camino de Santiago, que de entrada mete de todo pero, al ponerla en la báscula, se da cuenta de que no puede llevar tanto. De que tiene que quedarse con lo básico.
¿Algo así como eliminar lastre?
Se trata de quitar asuntos pendientes. Cosas que tienen que ver con el perdón, con lo que he perdonado –o no– o con lo que he pedido perdón –o no–. Con el agradecimiento o con si tengo pendiente decirle a alguien que le quiero. Cuando uno ha hecho todas estas tareas y se ha liberado de ellas, la última gran tarea, que es decir adiós, pesa menos. El problema es que si vamos acumulando durante toda la vida, cuando llega esa etapa final tenemos un maletón de cosas que a lo mejor no podemos acarrear. Es como ir a un examen final sin haber sacado los parciales.
Desde su experiencia, ¿la gente acostumbra a hacer bien este trabajo?
Hay personas que sí lo van haciendo, pero es verdad que muchas otras no han tenido la ocasión de hacerlo porque no ha habido nadie que les haya podido acompañar en esa tarea. Al final, uno va haciendo las cosas en función del acompañamiento que ha tenido. Y como estamos en una cultura que vive de espaldas a la muerte, que no mira a la muerte, parece que es algo que no nos va a tocar. ¿Para que voy a preparar un viaje que no voy a hacer nunca? Por eso es tan interesante hablar de la muerte y tener en cuenta que a lo mejor estaría bien preparar algo para cuando llegue.
Pero sigue siendo un tema tabú.
Sí, sigue siendo un tabú culturalmente. Y en la medida en que no hablamos de un tema, no nos podemos preparar para afrontarlo. Entonces, cuando nos llega, porque al final llega, no hemos desarrollado las herramientas con las que podríamos vivirlo mejor. Cuanto más se habla de la muerte mejor se puede morir. Cuanta más naturalidad le demos al tema, mejor lo podremos afrontar.
Desarrollar esas herramientas es, entonces, como un viaje por etapas.
Claro. Es un viaje largo, de toda una vida. Y en ese proceso, llega un momento en el que uno descubre que ha llegado al final. Bien porque hay una enfermedad, bien porque se llega a una edad que implica que va a vivirse menos de lo ya vivido. ¿Y cómo se afronta este momento? Probablemente lo llevaré mejor si no me tengo que enfrentar a todo de golpe.
Euskadi cuenta desde 2023 con un nuevo Plan Estratégico de Cuidados Paliativos. ¿Hay por fin un momento de impulso a esta especialidad?
Todavía no hemos despegado. Hay voluntad, hay papeles que dicen cosas que están bien, pero nos queda mucho camino por andar. No estamos en la mejor situación en este momento. Se han hecho cosas importantes, pero siguen siendo un montón los retos que están pendientes, como contar con una Ley específica de Cuidados Paliativos que garantice este derecho humano fundamental. Podría ser una buena forma de avanzar, como puede suceder con la nueva ley ELA.
¿Mientras se plantea o llega esa ley, qué sería lo más urgente?
Aumentar los equipos de paliativos y la formación de los profesionales y que la especialidad sea reconocida, porque lo es en muchos países de Europa pero aquí no. Que se incorpore la asignatura de Cuidados Paliativos en las facultades de Medicina. Que haya una auténtica coordinación sociosanitaria, o reforzar la atención primaria. Hay mucho por hacer.