Los contenedores con los residuos de Garoña podrían soportar “el impacto de un avión”
La jefa de proyecto del desmantelamiento de la central subraya, ante un hipotético accidente, que “no es probable” la generación de una nube tóxica
La primera fase del desmantelamiento de la central nuclear de Garoña sigue avanzando sobre el terreno.
La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos(Enresa) finalizó el pasado marzo la carga y el traslado de los cinco primeros contenedores de combustible gastado de la vieja planta y ha sacado a concurso hace solo unos días las operaciones de carga de los 44 depósitos restantes, que todavía están por llegar a las instalaciones e irán a parar igualmente al Almacén Temporal Individualizado (ATI), situado en el mismo recinto de Garoña.
Hasta 2073
Ante las dudas en torno a la seguridad de esta instalación, situada a la intemperie y en dos grandes losas antisísmicas, la responsable del proyecto de desmantelamiento de la central en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Sofía Luque, ha querido lanzar recientemente un mensaje de tranquilidad al vecindario de la zona y el entorno.
No hay que olvidar que los contenedores, donde se almacenarán residuos de alta actividad, permanecerán en el ATI hasta el año 2073, fecha en la que serán trasladados definitivamente a un Almacén Geológico Profundo (AGP).
Luque, que compareció el pasado 12 de este junio ante el Comité Local de Información de la central –celebrado en el Ayuntamiento del Valle de Tobalina–, aseguró que ante un hipotético accidente o fallo de alguno de los contenedores “la dispersión de la contaminación radiactiva sería muy local y no es probable una nube tóxica que se moviese grandes distancias”.
La portavoz del CSN respondió así a un residente interesado por la capacidad de estos depósitos para soportar sucesos inesperados y aseguró, además, que estos están diseñados “para soportar el impacto de un avión y una duración incluso de 100 años”, según recogió en sus páginas el Diario de Burgos.
7.000 toneladas
En total, el desmantelamiento de Garoña va a obligar a gestionar 7.000 toneladas de residuos durante esta primera fase. Enresa solo almacenará en el ATI los que tengan carga radiactiva, mientras que los de muy baja, baja y media actividad serán trasladados a Córdoba.
Los cinco contenedores ya instalados en el ATI se encuentran cargados con 52 elementos combustibles cada uno, según los datos en poder de Enresa. Los 44 restantes, que se están fabricando en Cantabria, comenzarán a ser llenados de aquí a los primeros meses de 2027, según las estimaciones de la planta.
Los 49 contenedores que habrá en total albergarán 2.505 elementos combustibles. A ellos se sumarán otros cinco o seis depósitos cargados con otros materiales de alta actividad y que también irán a parar al ATI, ya en la segunda fase del desmantelamiento.
Un largo desmantelamiento
Inaugurada en el año 1981, Garoña tuvo una potencia instalada de 466 MW hasta su desconexión de la red eléctrica en diciembre de 2012. El cese definitivo de explotación se declaró en julio de 2013, aunque no fue hasta agosto de 2017 cuando el Gobierno central, tras una última solicitud de renovación de la autorización de uso por parte de la antigua propietaria Nuclenor, ratificó el cierre irreversible de la planta.
En ese momento, Enresa comenzó los trabajos preparatorios del desmantelamiento y a diseñar un proyecto que consta de dos fases y se extenderá a lo largo de una década.
El desmantelamiento de la central nuclear de Garoña acabará en 2033
En la fase 1 actualmente en marcha (2023-2026) se desmontarán los sistemas, estructuras y componentes del edificio de turbina, y se acometerán las modificaciones de sistemas e instalaciones necesarias para la gestión de los residuos resultantes.
A la vez, se evacuará el combustible gastado desde la piscina hasta el Almacén Temporal Individualizado (ATI) de la central. En la fase 2 (2027-2033), con ya buena parte del combustible en el ATI, se abordará el desmantelamiento final de los edificios de carácter radiológico.