Contra el Cáncer en Álava realizó el año pasado 3.142 sesiones de atención psicosocial y cien préstamos de material ortoprotésico, entre camas articuladas, colchones antiescaras, andadores, sillas de ruedas etc. Además, atendió desde Álava 4.017 llamadas en el teléfono de atención continuada.

La psicóloga Ainara Salazar ayuda, tanto de forma individual, como en grupo, a pacientes y familiares de enfermos de cáncer en cualquier fase de la enfermedad, desde el momento inicial del diagnóstico a la fase del tratamiento, pasando por la supervivencia y el momento de la recaída, si la hay, hasta el duelo cuando fallece un ser querido.

“Hablamos de una enfermedad que ¿a quién no le ha tocado? Es una enfermedad que te pone entre la espada y la pared porque vives con la espada de Damocles encima de la cabeza, por bien que vaya; tiene que haber recursos y nunca son suficientes”, subraya la psicóloga. Por eso, Contra el Cáncer en Álava ofrece de forma gratuita dos tipos de terapia: mindfulness o gestión emocional y grupo de duelo. Del primero se benefician pacientes en tratamiento activo. El programa consta de ocho sesiones semanales de dos horas en las que los profesionales ofrecen a los pacientes las herramientas necesarias para gestionar de forma más adecuada el proceso de enfermedad.

Grupo de duelo

El grupo de duelo, por su parte, va destinado a personas viudas y a hijos e hijas. Consta de seis sesiones, una cada quince días. En este caso, “intentamos que hayan pasado tres meses desde el fallecimiento, ya que al principio es muy difícil valorar cómo está la persona que acaba de perder a un ser querido”, indica Ainara Salazar. “Cada vez acude más gente al psicólogo, está más normalizado en la sociedad”, constata tras once años de experiencia en la asociación. También que cada vez se detectan más casos de cáncer en población más joven.

La psicóloga Ainara Salazar en la asociación Contra el Cáncer en Álava. Pilar Barco

“Estadísticamente nos puede tocar a todos y tiene que haber recursos para que quien los necesite los pueda utilizar”, considera. “Además de atención psicológica, en Contra el Cáncer en Álava ayudamos con asuntos de discapacidad, minusvalías, temas laborales, sillas de ruedas, material autoprotésico... e impartimos charlas a lo largo de todo el año”, apunta.

Explica Ainara Salazar que, sin duda, el impacto inicial es uno de los momentos más duros de la enfermedad, cuando el médico informa al paciente de que tiene cáncer. Y no sólo para el enfermo, también para sus allegados. “Toda la vida de una persona se para en ese momento, hay que afrontar la palabra cáncer; por eso, desde la asociación intentamos normalizarla para que no se asocie únicamente con muerte, que se sigue haciendo; se trata de pensar que el cáncer es un proceso y que hoy en día hay muchos tratamientos para seguir adelante”, señala.

Dar tiempo al paciente

Igualmente, piensa que es importante dar tiempo al enfermo tras ese primer golpe. “Los familiares quieren que el paciente esté animado y positivo, pero lo normal es que no lo esté; el cáncer es una montaña rusa, un rato estás bien y otro no, pero del cáncer se sale o, en ocasiones, se consigue cronificar la enfermedad”, indica. “Aquí acompañamos a las personas, les damos herramientas y pautas, sin juzgar y sin dar falsos ánimos al enfermo, ya que muchas veces desde fuera le intentan animar y acaban dándole mensajes no muy realistas, la verdad”.

En ocasiones son los familiares los que necesitan atención psicológica y no el paciente, que tiene recursos suficientes para gestionar su enfermedad.

Momentos "muy duros"

Tras este primer impacto al conocer el diagnóstico, “posiblemente el peor”, llegan otros momentos “muy duros”, como el de afrontar el tratamiento. “El miedo a lo desconocido, qué efectos secundarios va a tener, si va a funcionar, si lo voy a aguantar, si merece la pena...”, enumera la psicóloga. Otros momentos duros llegan con las revisiones médicas, por el miedo a que regrese el cáncer; la reincorporación al trabajo, las recaídas, si las hay, y en el peor de los casos, el duelo; todos son momentos duros”, subraya.

En cuanto a los beneficios que aporta la atención psicológica, detalla Ainara Salazar que, de primeras, “permite al paciente tener un espacio para contar cómo se siente, enumerar sus miedos y preocupaciones; un espacio en el que se le escucha sin darle ánimos tontos”. Y un espacio en el que, “aún en los peores momentos, se intenta que el paciente siga activo, ya sea con los talleres de nutrición y yoga o mediante la ruta saludable adaptada al enfermo oncológico; en definitiva, que la persona vea que es algo más que un cáncer”.