El campo de trabajo de voluntariado del poblado minero de San Ildefonso, en Korres, ha contado este año con una veintena de jóvenes, que han tenido como característica común el ser menores de edad y todos del País Vasco, lo que ha supuesto la primera experiencia en ese sentido con un resultado muy positivo.

Como en años anteriores, los voluntarios han contado con unas jornadas dedicadas, por las mañanas al trabajo en el poblado minero, completando el rescate del gran edificio central del poblado y a la recuperación, limpieza e identificación de piezas que han ido saliendo a la luz tras las excavaciones. Por las tardes, el grupo ha tenido excursiones por varias localidades, y tiempo libre acompañados en todo momento por los monitores.

Raúl Leorza, el arqueólogo encargado desde hace seis campañas de esta actividad ha destacado, especialmente, el trabajo desarrollado para limpiar y clasificar los materiales localizados en las excavaciones de estos seis años, entre los que destacan grupos de adoquines de asfalto, placas de ese material, piezas decoradas con motivos vegetales, así como ladrillos de importación de Reino Unido o adquiridos en Pamplona, panes de asfalto con el sello de Maeztu y otras piezas.

El problema que ha tenido el campamento este año ha sido la ola de calor y las consecuencias que acarreó. Entre ellas, sobre todo, estuvo la dificultad de poder utilizar maquinaria, una pala excavadora, por las restricciones que hubo para ese tipo de equipos en el medio rural y en el monte para evitar incendios.

Por lo demás, el campamento ha tenido un efecto muy positivo, como así lo señalaba el alcalde de Arraia-Maeztu, Anartz Gorrotxategi, por lo que previsiblemente al año que viene se volverá a solicitar el seguir con el trabajo. l