- Hace años, un trabajo puso a salvo la existencia o la presunción de existencia del patrimonio arquitectónico de los pueblos alaveses por comarcas. Aquellos libros, llenos de documentación, fotografías y planos son en la actualidad una referencia para especialistas y curiosos y, en todo caso, unos tesoros para la memoria.

Pero la historia no son solo las edificaciones. Hay una enorme cantidad de tradiciones, fiestas, juegos, canciones o artesanías que conforman las experiencias vitales de la historia y de las personas. Ahora, en Montaña Alavesa, una de las comarcas que más cuidan esa riqueza cultural, han puesto el empeño en salvar esa memoria, ese patrimonio inmaterial con la ayuda de los vecinos de los 39 núcleos de población de la comarca y con la coordinación de la empresa Labrit Ondarea y el respaldo financiero del Gobierno Vasco, que eligió esta comarca para comenzar un trabajo que se extenderá por todo el País Vasco.

Beatriz Gallego Muñoz, especialista de la empresa Labrit, relata que el trabajo que está desarrollando ya desde el año pasado se enmarca en un proyecto del Ejecutivo autonómico de salvaguardia del patrimonio inmaterial. “Nuestro trabajo consiste en hacer el preinventario y comenzar el inventario para conocer cual es el estado del patrimonio inmaterial en Montaña Alavesa”.

Detalla que “para ello hemos partido de una base que ha sido una búsqueda bibliográfica para ver qué es lo que dicen las fuentes. Después hemos ido contrastando esa información que hemos obtenido, porque muchas veces ocurre que en las fuentes encuentras que se describen prácticas o costumbres que ya no están vigentes. Y a la contra también. O por ser más nuevas no han generado documentación o no la hemos encontrado. Por esa razón, estas últimas semanas la labor ha consistido fundamentalmente en informar a las comunidades y hacer con ellas la validación de esa información”.

La iniciativa encantó a las gentes de los pueblos de Montaña Alavesa, que se sumaron al proyecto con verdadero entusiasmo. “La verdad es que hemos encontrado muchísima colaboración por parte de la gente en los pueblos. En ese sentido ha sido una gozada, porque desde el principio se han mostrado muy receptivos, a la hora de aportar han hecho todo lo posible y de hecho me consta que en varios sitios se han preocupado de intentar dar con las personas correctas, e incluso han llegado hasta formar pequeñas comisiones para en vez de dejarlo en manos de una persona buscar que hubiera más de una para poder aportar una visión lo más global posible”. De hecho, “en las sesiones de validación que hemos hecho, para confirmar o completar datos, han sido muy participativas”, señalaba Gallego. En estos meses de trabajo, la investigación se ha basado en mantener el principio de que la tradición inmaterial lo primero que te pide es que esté viva. Y para que esté vivo tiene que haber una transmisión intergeneracional de esas costumbres o prácticas.

“Lo que nos hemos encontrado es, por un lado, que se han generado debates, discusiones sobre cuántas cosas ya no están vigentes y cuántas cosas se han perdido por el camino en las últimas décadas. Pero, afortunadamente, nos hemos dado cuenta de que hay otras muchas que continúan. Y lo que es importante es que se quiere que continúen o al menos que se conozcan”.

Y no es conocer por conocer. “Es muy importante que la gente sea consciente, y muchas veces es una perspectiva que nos falta de nuestra cotidianidad, especialmente en los pueblos, de que muchas cosas se basan en el patrimonio inmaterial: desde la forma de relacionarnos, de comunicarnos y sobre todo de compartir como son los ritos o las prácticas de los aprovechamientos de los recursos... Eso es el patrimonio inmaterial. Lo que pasa es que muchas veces no nos damos cuenta de ello y no lo valoramos lo suficiente”.

El final del trabajo no será exactamente un libro, aunque no es descartable. Sino que es un informe. Con toda la validación lo que se hace, en primer lugar, es plantear cuál es la foto del estado actual del patrimonio inmaterial en la comarca de Montaña Alavesa, un exhaustivo listado de todas esas manifestaciones. Y después se elegirán, con unos criterios que tienen que ver con el patrimonio inmaterial y con la salvaguardia, siete manifestaciones (prácticas, costumbres...) “que trataremos que sean lo más diversas posibles, una por cada municipio y una séptima representativa de la Cuadrilla y de cada una de ellas elaborar lo que se llama la ficha de inventario que es un breve informe que analiza de una manera descriptiva en que consiste esa manifestación: cómo se llama, dónde se da, desde cuándo, quiénes son los protagonistas, en qué consiste, porque unas pueden ser más simples y otras más complejas”.

Con todo esto se irán dando pasos para completar un inventario que, con suerte, se incrementará con el paso del tiempo. Y además tendrá un importante valor, ya que “será una forma de generar conocimiento y conciencia de lo que supone ese patrimonio inmaterial para una identidad, que en este caso son las identidades locales, tanto a nivel de municipio como de cuadrilla de Montaña Alavesa” .

Para el presidente de la Cuadrilla de Montaña Alavesa, Anartz Gorrotxategi, el patrimonio material “es importante y estamos realizando un gran esfuerzo por ponerlo en valor”. Pero también “nos damos cuenta de que hay gente que se nos va yendo por la ley propia de la vida, por la edad, y lo que buscamos es tratar de fijar una raya, que consideramos positiva que sea desde 1940 aproximadamente, para intentar recopilar toda esa información que tiene la gente que todavía conviven en nuestros pueblos y nuestra sociedad para intentar recopilar todo ese patrimonio”. Explica que la empresa Labrit acudió a una convocatoria de subvención del Gobierno Vasco y “se nos pidió colaboración para que fuera Montaña Alavesa el inicio de comenzar ese inventario de patrimonio inmaterial. Nos sumamos encantados porque eso forma parte de la línea de trabajo que realizamos en la comarca”.

Para llevarlo a cabo se celebraron reuniones en todos los pueblos de la comarca y ahora son ellos mismos los que profundizan en esa información. La empresa les ha facilitado un listado de lo que ellos han realizado de búsqueda de datos y ahora son esas personas en cada pueblo, en cada concejo, los que revisan los datos, corrigen, amplían o descartan. Así se está haciendo con, por ejemplo, los carnavales que son muy típicos en Santa Cruz de Campezo, en Maeztu... O el volteo de campanas y otras manifestaciones. Hay ya un listado muy amplio de todas esas actividades que hay en la comarca que son las que se están contrastando.

Gorrotxategi añade que “en ese listado hay desde una canción, por ejemplo, o unos versos, unos juegos típicos, unos refranes, tradiciones y hasta temas gastronómicos, como las comidas del 2 de febrero en Korres. Lo importante de ese inventario es que las manifestaciones estén vivas”.