Álava amaneció ayer como prácticamente nadie la había visto en la historia reciente, teñida de un extraño color rojo por la llegada de una gran nube de polvo en suspensión desde el desierto del Sáhara.

Tras una madrugada de intensos vientos de componente sur empujados por la borrasca Celia, que complicaron el sueño a más de un vecino, Gasteiz y buena parte del territorio se despertaron en medio de un espectáculo de la naturaleza que no se producía con esta intensidad, y mucho menos en estas latitudes, desde hacía varias décadas.

La calima, que ha barrido toda la península ibérica de sur a norte, cubrió de esa fina arena rojiza edificios, vehículos y mobiliario a lo largo y ancho de una provincia que durante buena parte de la jornada lució un cielo de tonos anaranjados que hizo las delicias de los amantes de la fotografía.

También en Vitoria, donde el polvo se hizo visible en lugares insospechados y la persistencia del viento sur hizo escalar la temperatura máxima del día hasta los 15,2 grados, según los datos recopilados por Euskalmet. La mínima, registrada a medianoche, no bajó de los 11,5.

Rachas y algunos daños

Las rachas de viento llegaron a superar en Álava en algunos momentos de la jornada los 90 kilómetros por hora y fueron numerosos los árboles que no pudieron aguantar tal intensidad y terminaron quebrando, como sucedió por ejemplo en las inmediaciones de Mendizorroza.

También en la capital hubo un buen número de contenedores desplazados por el viento y algunos daños en mobiliario urbano.

Este excepcional episodio se prolongará en principio hasta esta tarde, según las previsiones lanzadas ayer por la propia Agencia vasca de Meteorología.

Pese a que el viento seguirá soplando del sur durante las primeras horas de la jornada, ya por la tarde se fijará del noroeste, lo que al margen de disipar la nube rojiza de la calima provocará un descenso considerable de las temperaturas.

Irreconocible Valle Salado

Más allá de Gasteiz, el polvo sahariano también ha afectado "de lleno" en las últimas horas al Valle Salado de Álava, tal y como destacó ayer el propio enclave de Salinas de Añana en Twitter.

El viento sur cubrió por completo de arena las eras donde se elabora la preciada sal aunque, por fortuna, los daños van a reducirse únicamente a su limpieza para cuando llegue el verano, al no ser todavía la época de producción.

La calima y sus consecuencias llegaron también a múltiples concejos del territorio, dejando imágenes para el recuerdo en diferentes puntos como Agurain o Maeztu.