Son conocidos como piteros, por el sonido del detector de metales que llevan para buscar monedas u otros objetos bajo tierra. Y su actividad es delictiva, además de una muestra de irresponsabilidad por hurtar a la sociedad de su derecho a disfrutar de los recuerdos históricos que ellos venden a particulares.

En esta ocasión, el azar quiso que una patrulla del Seprona de la Comandancia de la Guardia Civil de Burgos, que transitaban por la comarca alavesa de Valdegovía hacia la burgalesa de San Zadornil vieron a una persona que, provista de una azada y ayudado por un detector de metales, realizaba excavaciones en el terreno, en lo que era una finca abierta dedicada a cultivo.

Ante la clara evidencia de que podía tratarse de un pitero, la comandancia de la Guardia Civil informa que se acercaron a esta persona para identificarle y saber lo que estaba haciendo y fue cuando observaron la existencia de ocho hoyos recién practicados y otros muchos menos recientes. Además, no solo el involucrado llevaba un detector de metales, sino que tenía un segundo.

Siete monedas y dos proyectiles

En el registro realizado, los agentes encontraron en un bolsillo siete monedas, tres botones, dos proyectiles y nueve fragmentos indeterminados de metal, todos a simple vista de notoria antigüedad y cubiertos de tierra compatible con el terreno, así como lo que resultó ser -una vez analizado por el Museo Arqueológico de Álava, donde fueron entregados todos los objetos- un denario de plata, única pieza del periodo republicano romano que se conserva en Álava, junto con otros restos datados en la Segunda Edad del Hierro (siglo V a.C.).

Asimismo, en el coche del pitero se localizaron dos bolsas de plástico que contenían 84 objetos metálicos de distinta clase y en una mochila otras 12 monedas más presentadas en cápsulas de plástico y cartón para su exposición, por lo que todo el material fue intervenido junto con las herramientas, un archivador y una publicación con información sobre yacimientos.

El autor de este expolio, A.E.R., de 51 años, ha sido investigado como presunto autor de un delito sobre el Patrimonio Histórico por expolio de piezas arqueológicas, por lo que se enfrenta a posibles sanciones que aplicadas en su grado máximo pueden suponer hasta 24 meses de multa y tres años de prisión.