Los benedictinos llevan cerca de 100 años en Vitoria, velando y custodiando el Monasterio de Estíbaliz. El 12 de septiembre está previsto que los tres últimos monjes abandonen el Santuario y quede así cerrado, de momento sin sucesión, en manos del Obispado y de la Cofradía de Estíbaliz.

De esos 99 años, Emiliano Ozaeta lleva 69. Entró cuando solo tenía once años y ha vivido casi una vida entera allí. Ahora, a sus 80 años, junto a otros dos monjes, ha decidido retirarse para afincarse en otro Monasterio donde haya más benedictinos y cerrar este. "Somos muy pocos, estamos mayores, y ha llegado el momento de cerrar este santuario por nuestra parte", asegura a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Los monjes Benedictinos son un grupo de hombres cristianos que, respondiendo a la llamada que sienten del Señor, se dedican a la oración, al estudio y al trabajo. Siempre, y todo ello, en un ambiente familiar de vida común, estables en el monasterio y abiertos a la acogida y hospitalidad de cualquier ciudadano.

La oración ocupa un importante lugar en su día a día. Y así como la oración es esencial para los benedictinos, también lo es la estabilidad. No obstante, el retiro, la soledad y el silencio no significan ruptura de la comunión eclesial. "No estamos tristes por nuestra marcha. Nos tenemos que ir, ha llegado nuestro momento de retirarnos, y no lo vemos como una época o un final triste. Los benedictinos tenemos una costumbre: cuando una casa no tiene fuerza, en vez de ir mendigando ayuda, cerramos la casa y nos vamos. No buscamos durar una eternidad, sino tener vitalidad el tiempo que estamos. Y nosotros tres ya estamos mayores para esta casa", asegura.

De hecho, ese es uno de los principales motivos por los que se van: la avanzada edad de los tres monjes que todavía residen allí y la falta de relevo dentro de la congregación para seguir atendiendo las labores de cuidado y mantenimiento de la casa de la patrona alavesa ha provocado tener que tomar esta decisión. El día escogido para su marcha no es elegido al azar: será el Día de la Virgen de Estíbaliz, mientras el Obispado busca una nueva comunidad que releve a la actual.

"Esta Comunidad siempre ha sido pequeña. En nuestro máximo momento hemos sido 14 monjes; depende de las actividades que hemos llevado a cabo, hemos tenido más ayuda o menos", confiesa Ozaeta. Además de los monjes que residían en la casa, los benedictinos siempre han tenido aspirantes; más monjes que querían llegar a Vitoria para cuidar de Estíbaliz y blindar hospitalidad a sus ciudadanos. Sin embargo, hace dos años dejaron de tenerlos. "Han ido muriendo monjes, y no se ha ido reponiendo más monjes a la casa", lamenta. Y, ante esta menor demanda, se han visto abocados al cierre.

Según añade, también se esconde otro motivo: y es que los benedictinos tienen como razón de vivir y de convivir llevar al lugar donde residen la presencia cristiana: "No tenemos una misión como tal. Nuestro trabajo es llevar la presencia cristiana dentro del pueblo cristiano. Es una forma de vida que tenemos para representar la religión dentro del pueblo. Cuando la fe cristiana cambia, cuando el ambiente es distinto, nos retiramos", asegura.

A este "cambio de ambiente" también se refiere a cómo se sienten ante la sociedad alavesa. Según explica en este sentido, actualmente son muchos los jóvenes que no siguen la religión: "Hay gente que piensa que los benedictinos somos unos incompetentes, que somos ignorantes y tontos".

Añade: "Hay un cambio de mentalidad generalizado. No lo juzgo. Ni es bueno, ni es malo. Simplemente es la etapa en la que estamos actualmente. Por ejemplo, antes los matrimonios tenían seis o siete hijos. Eso no significa que quisieran muchos hijos, sino que se vivía con otra serie de valores y necesidades. Tener muchos hijos aseguraba una ancianidad asistida y una vida normal desarrollada con economía suficiente. Ahora la mentalidad es diferente, ahora somos personas dependientes; dependemos de la televisión, de internet y de las redes".

No califica esta nueva realidad ni como positiva, ni como negativa. Añade la responsabilidad de crear un nuevo mundo y la deja sobre los hombros de los jóvenes. "Estáis inventando un mundo nuevo, es el deber de los jóvenes. Igual es una carga que no esperabais. Pero es así. Los jóvenes están creando nuevas motivaciones y eso requiere de nueva organización en esta vida", valora.

Pero en esta nueva realidad, en este nuevo mundo, recuerda la necesidad de aprender a vivir alejados del estrés, disfrutando del momento, y trabajando para vivir, no vivir para trabajar: "La organización actual es terrible. Vivimos en un estrés continuo y dependencia total de las redes sociales€ es un cambio social que pide a gritos orden", añade. De hecho, según valora incluso la tecnología está llegando a dominar a la sociedad hasta el punto de que siente que muchos mayores están siendo apartados o abandonados por el sistema. Vacila en este aspecto diciendo que es pobre, siendo rico. "Aunque no quiera el dinero de la pensión me lo meten en el banco y no soy capaz de sacar ni diez euros del cajero automático. Fui al banco y me dijeron que por internet. Así que me voy a hacer rico porque el dinero se está quedando en el banco, pero me va a tocar vivir ahora como pobre sin ni diez euros en la cartera", concluye.

Historia contada por la Cofradía de Estíbaliz

Según explica Iñaki Jímenez, de la cofradía Santa María de Estíbaliz, la Imagen de la Virgen de Estíbaliz ya presidía las sesiones de la Cofradía de Arriaga y estuvo presente el día 2 de abril del año 1332 en el acto de la Voluntaria Entrega que tuvo lugar en la ermita juradera de San Juan de Arriaga. En el siglo XV, era una costumbre para las vecindades vitorianas el hecho de ir en romería a la ermita de San Vítor y al Santuario de Estíbaliz una vez al año. "Ya en 1591 hay un documento de Fray Juan de Victoria que nos habla de la Cofradía, así como otro documento de 1625 donde también se menciona la existencia de la Cofradía"

A partir de ese momento, su vinculación con la Casa de los Ayala y la derrota del comunero Pedro de Ayala en la batalla de Durana y Miñano hizo que el Santuario, al igual que la Cofradía, atravesase unos siglos de abandono. La imagen románica de la Virgen fue recogida en una casa de Villafranca para su custodia. "No hay que olvidar la íntima relación de este pueblo con el Santuario, desde su fundación", explica.

En 1923 llegaron los monjes benedictinos y empezaron los preparativos para los actos de Coronación de la Virgen de Estíbaliz como Reina y Madre de Álava. "El 6 de mayo de ese año de 1923 se hacía realidad en una solemne ceremonia en las escalinatas del Palacio de la Diputación de la plaza de la Provincia, en Vitoria", explica.

En el año 1992 se nombró Abad a Joaquín Jiménez, cargo que no abandonaría hasta el año 2012, por razones de salud. Como pasaban los años y no se producía el relevo en el puesto de Abad, en asamblea extraordinaria celebrada el 1 de mayo de 2017 y en presencia del Obispo de Vitoria Juan Carlos Elizalde, se tomó un acuerdo de abrir un periodo de reflexión que terminó con la redacción de los nuevos estatutos firmados el día 20 de octubre de 2019, nombrando a Francisco Javier Antía Mendía como el nuevo Abad y renovando la Junta con Iñaki Jiménez como mayordomo y Juan Antonio Zárate como secretario.

"El destino ha querido que Francisco Javier falleciese hace escasos meses y partiese al encuentro con la Madre, quedando la Cofradía nuevamente sin Abad, a la espera del próximo nombramiento", añade.

"Los fines de la Cofradía, además de honrar a Nuestra Señora de Estíbaliz, son los de crear y fomentar lazos de fraternidad entre los alaveses, colaborando en el desarrollo integral de la provincia, estimular la hermandad entre los cofrades, colaborar con la conservación del Santuario, ayudando a la Comunidad Benedictina en su labor pastoral y fomentar el patrimonio cultural, festivo, religioso y tradicional de nuestro pueblo, relacionado con Estíbaliz", explica y concluye: "Y para todo ello, pedimos desde la Cofradía ayuda a todos los que se sientan alaveses, para poder seguir manteniendo este sentimiento de colaboración al mantenimiento del Santuario y al fomento de toda la labor que la Comunidad Benedictina nos ha dejado, mostrando así nuestra gratitud hacia esa Comunidad que nos va a dejar próximamente".