a primera condición es que en los txokos de cada gela solo puede haber cuatro estudiantes de Infantil y la segunda es que a lo largo de la semana todos ellos pasen por todos los rincones para que haya un equilibrio. Pero a lo largo de cada día, es el alumno el que decide dónde quiere estar y hacer, sin que el profesor diga lo que toca hacer en cada momento "porque el docente pasa de ser una fuente de conocimiento a un guía", explica Aitor Pérez, coordinador de Infantil del colegio Escolapias-Paula Montal de Sansomendi, donde desde este curso han empezado a impartir una metodología por ambientes que se denomina ecosistemas y movimiento autónomo.

Consiste en el uso de los espacios como recurso educativo, de manera que el aula ya no es solo un continente, sino un contenido en sí mismo. Por eso en este centro educativo han transformado sus clases: hay una para los de 3 años en la que experimentan, con actividades abiertas, como en la que se embadurnan de una masa blanca; y otra, también para esa misma edad, que es un espacio simbólico para descubrir roles, como el de tender ropa.

Justo al lado, hay otra para los de 4 y 5 años en la que aprenden construcción mientras montan pirámides de yogures o lógica-matemática en las mesa de al lado. "Ya me he cansado", avisa al coordinador de Infantil una alumna, quien nada más pronunciar estas palabras coge una pegatina redonda morada y la pega en la lista que hay colgada en la pared para indicar que ya ha realizado una determinada actividad. Cerca de allí, hay otra clase de experimentación para los de 4-5 años, donde ese día tocaba hacer zumo.

Vivencial

"La idea de esta metodología consiste en que, sobre todo, el aprendizaje no tiene por qué ser aburrido. Tiene que ser vivencial, experimental y lúdico. Especialmente, en estas primeras edades que al final son las que les marcan", resalta Pérez.

De ahí que esta metodología consista en dividir las clases en espacios, en ecosistemas, en los que se trabajan diferentes aspectos relacionados con el currículum educativo: el simbólico, el de construcción, el lógico-matemático, el artístico o el de imprenta para lectura y escritura.

En cada rincón o txoko de cada clase el alumnado tiene materiales preparados y retos de hasta tres niveles de dificultad, "porque mezclamos diferentes edades. Entonces, ellos libremente, cuando estamos realizando esos ecosistemas, van realizando las actividades y se mueven de un ámbito a otro, de manera que pueden estar ahora en artística y luego van a otro cuando quieren. De esta manera, conseguimos generar un aprendizaje autónomo, sin que esté dirigido por el profesor, al estilo de ahora toca hacer esto. La diferencia es que ahora ellos libremente se autogestionan. Y aprenden mediante el juego".

Cada semana van cambiando los objetivos curriculares y el profesor elabora una plantilla en la que hace observaciones de cada objetivo por alumno, lo que permite hacer informes individualizados y determinar así la evolución de cada uno.

Nada que ver, por tanto, con las aulas que tenían antes: "Eran las clásicas, con las mesas en las que están los cinco txokos de siempre o van rotando porque toca hacer esto. Antes, exclusivamente, el aprendizaje iba dirigido por el profesor y hacer las cosas cuando tocaban. Aquí no. Es dónde quieres ir y qué quieres aprender", precisa Pérez.

Hace cinco años el personal docente se puso manos a la obra para intentar implantar esta metodología. "Fue el momento en el que empezamos a plantearnos que lo que había, con la sociedad actual, no era válido", recuerda.

Materiales propios

Había que darle la vuelta, así que empezaron con la construcción de los materiales propios. "Justo antes de la pandemia habíamos iniciado prácticas para hacer diferentes rincones y vimos que funcionaba y cuando definitivamente llegó la pandemia, nos propusimos tirar todo lo que había y a reconstruir. Comenzamos a sacar muebles y a vaciar para dejar espacios que proporcionaran esta metodología", detalla.

A su juicio, lo más complicado a la hora de implantar esta metodología, "sobre todo" ha sido el cambio de mentalidad por parte del personal docente, "porque hay que abrirla mucho y saber pasar a un segundo plano y tercero y eso te exige ser más humilde y dejarles que fallen y que vayan experimentado. Yo creo que eso es lo más complicado".

También les ha llevado tiempo crear el material propio. "Es esfuerzo porque al final son cinco años los que llevamos creando cosas y eso exige mucha dedicación", declara.

En cambio, lo más fácil de todo este proceso ha sido disfrutarlo. "Si te apasiona el trabajo, simplemente cuando ves los resultados y ves a los chavales que están aprendiendo y jugando es cuando te das cuenta que esto que hemos hecho sirve y es bueno", añade.

Buenos resultados

De hecho, ya han empezado a notar resultados: "A partir de la tercera semana, notamos ya un aumento entre los de 2 y 3 años de la autonomía, en el sentido de que ellos sean capaces de decir lo que quieren y no, pero con criterio. Incluso a la hora de vestirse y de hacer cosas. Y en los de 4 y 5 años, hemos notado una mejoría de sus aprendizajes por esa imitación que tienen con los más mayores, como cuando, por ejemplo, les ven hacer puntitos de una determinada manera. Otro ejemplo es el de las sumas, "como las que hacen con el pinball, mientras van jugando y no se dan cuenta pero en diez minutos igual han hecho 80 sumas. Y los de 5 años, cuando ven que los más pequeños no saben hacer algo, les dicen: Mira, que esto es así".

Se fomenta así entre todos el trabajo cooperativo en el aula, algo que ya venían haciendo antes, "pero sí que ahora se ve más, de forma colectiva", matiza.

Por todo ello, el balance es "muy positivo". "Yo creo que ya hemos demostrado que si nosotros cambiamos, hay más maneras de enseñar, para continuar así", señala Pérez.

Las familias también están muy contentas. "Nos han felicitado por la iniciativa, por el cambio, porque ven que ellos vienen contentos y yo creo que cuando tu hijo viene contento y sale contando todo lo que ha hecho, y tiene ganas de volver, eso es lo mejor que hay. Por esta razón esta metodología seguirá el curso que viene. Ha venido para quedarse".

Nueva metodología

¿En qué consiste? La metodología de Ecosistemas y movimiento autónomo que ha empezado a implantar el colegio Escolapias-Paula Montal de Sansomendi consiste en dividir las clases en espacios, en ecosistemas, en los que se trabajan diferentes aspectos relacionados con el curriculum escolar: el simbólico, el de construcción, el lógico-matemático, artístico o el de imprenta para lectura y escritura. En cada txoko el alumnado tiene materiales preparados y retos de hasta tres niveles de dificultad. Hay dos condiciones: que a lo largo de toda la semana todos pasen por todos los txokos y que en cada rincón de cada aula haya un máximo de cuatro alumnos.