omo Celedón, ahora los vitorianos prefieren una casa con ventana y balcón y, a poder ser, otra segunda vivienda en un pequeño pueblo como el del aldeano de Zalduondo para escapar en caso de confinamiento. Gorka Ortiz de Urbina reconoce que fue un privilegiado por vivir en La Puebla de Arganzón, en un adosado, con jardín, perro al que poder sacar a la calle durante los meses de confinamiento e ir todos los días a la plaza a comprar el pan y tomarse un café.

Sin embargo, a medida que se acercan estas fechas, por segundo año consecutivo sin fiestas de Gasteiz, Celedón empieza a echar de menos el ritual de descolgar la blusa y los pantalones de mil rayas, calzarse las abarcas, enfundarse el pañuelo y abrir el paraguas para deleite de la muchedumbre. "Es como recoger la ropa de trabajo de ese día, que está bien guardadita en el armario", dice.

No obstante, a pesar de la dureza de la pandemia, confía en vestirse de nuevo. "Sí, hombre; estamos mejor que el año pasado, aunque ninguno esperábamos que entonces no se iban a celebrar las fiestas y menos que este año tampoco", indica.

"No me voy a despedir así"

El covid ha truncado sus previsiones, al igual que las del resto de gasteiztarras, puntuales cada 4 de agosto a las seis de la tarde a su cita con Celedón. Desde su estreno en La Blanca de 2001, Gorka siempre se puso el tope de 21 años como alma mater de las fiestas. "Se supone que éste iba a ser el último año, pero tampoco me voy a despedir así, qué mínimo que quedarme uno o dos años más porque, aunque soy Celedón, no he ejercido como tal, y eso no debe contar", argumenta. Además, tiene claro que no se va a ir por la puerta de atrás.

"Me parecería injusto no poder despedirme de la gente de la manera adecuada, ya no es cuestión de que lo quiera o no lo quiera dejar, porque tampoco me veo cruzando la plaza entre el mogollón con muchos más años... Físicamente es un desgaste importante, aunque es bonito", rememora desde la Virgen Blanca donde ya comienza a vislumbrar su próxima bajada.

"El año que viene, cuando volvamos, va a ser especial, un poco como mi primer año de Celedón, con toda la gente esperando que comiencen las fiestas...". Y ya idea cómo será su llamada a la fiesta. "Seguramente habrá que gritar un mensaje especial, alargar los cánticos y aguantar más tiempo en la balconada porque la gente llevará tres años esperando ese momento, incluso habrá jóvenes que lo vivan por vez primera desde abajo, desde la plaza...", avanza.

Sin ir más lejos, su primogénito Urko, de 14 años. "El último año ya libré porque quería estar abajo en la plaza con sus amigos y le dije que sólo tenía 13 años, pero el próximo año, ya con 15, supongo que no habrá forma de convencerle... Me va a fastidiar un poco porque a mí lo que me hace ilusión es que, tanto Urko como Unax, estén esperándome cuando llego a la balconada, para darles un par de besos, ya sabes, orgullo de aita... Pero es ley de vida...".

"Todavía no es momento"

Por eso, su mensaje para la juventud, para el resto de chavales como sus hijos Urko y Unax es, ante todo, de tranquilidad. "Ya habrá tiempo de celebraciones, de pasarlo bien y de disfrutar, pero todavía no es momento", aconseja. Para el resto de gasteiztarras, su mensaje es de esperanza. "A ver si el año que viene podemos estar en la plaza, con las ganas que todos tenemos...".

Y es que, dos años consecutivos sin bajada de Celedón es algo "terrible, terrible; duro, muy duro" para Gorka. Los actos más emotivos de las fiestas de Gasteiz son para Celedón la bajada del día 4, el rosario de la Aurora y la ofrenda floral del día 5.

Por eso, ansía sacar del armario el traje de blusa y volver a entonar desde la balconada aquello de: Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón con ventana y balcón.../Zeledon etxe berria egin duk, Zeledon balkoian leiho on. Confiesa que no ha llegado a tararear la melodía en la ducha, pero que la gente se la canta allá adonde acude. "Ojalá podamos hablar de normalidad en 2022", desea con ahínco.

La posibilidad de asomarse a la balconada y ver miles de rostros protegidos con mascarillas tampoco la rechaza de plano. "Bueno, no sé cómo vamos a tener que acudir a la próxima bajada, pero ya firmaría, aunque fuera con mascarillas", apunta ante un tercer año sin celebraciones.

Además del contenido del mensaje que Celedón lanzará a su regreso, Gorka piensa ya en su preparación física para el reto de cruzar la plaza entre la multitud. "Menos mal que este año no tengo que pasar porque he cogido algún kilo de más con esto de la pandemia", bromea.

Además, le han quedado secuelas de su lesión de muñeca de hace dos años y durante este tiempo "moverme, lo que se dice moverme, me he movido poco, sobre todo cuando no se podía salir a la calle, del sofá a la nevera", ironiza.

"Muy triste y duro"

De momento, Gorka no tiene claro cómo va a pasar este 4 de agosto. "La verdad, no lo he pensado, pero supongo que parecido al año pasado, en casa y en familia. A las seis de la tarde lanzamos un cohete, pero la verdad, sentí un vacío interno muy gordo. Por eso, decidí quedarme en La Puebla, porque si hubiera estado en Vitoria, ese vacío habría sido todavía mayor... Fue triste, triste y duro, muy duro".

Recuerda los vídeos que la gente le mandaba de bajadas de Celedón improvisadas en casas y barrios, desde Ali a Benidorm, los mensajes de WhatsApp y las llamadas de teléfono. "Y este año, más de lo mismo, un poquito más light, ya que tenemos algo más de libertad para salir, pero todavía hay que usar la cabeza porque esto no ha terminado", lamenta.

"Cierto que tenemos la ventaja de las vacunas y menos fallecidos que el año pasado, sobre todo entre la población mayor, pero se han disparado los contagios entre los jóvenes. Tenía la esperanza de que Celedón regresara este año, estaba seguro; sin embargo, el covid nos ha vuelto a dar un golpe de realidad y ya vamos por la quinta ola; nunca pensé que iba a durar tanto, ni que iba a ser tan duro, con tantos enfermos, sobre todo personas mayores y todos los que se han quedado en el camino... Ya habrá tiempo para celebraciones y para disfrutar; ahora, en lo primero que tenemos que pensar es en la salud. Si no hay fiestas, no hay fiestas para nada".

"Se supone que éste iba a ser mi último año, pero no me voy a despedir así. Mínimo uno o dos años más"

Celedón

"2022, cuando volvamos, va a ser especial, como mi primer año, habrá que alargar los cánticos..."

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"Ya habrá tiempo para celebraciones; ahora, si no hay fiestas, no hay fiestas para nada"

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