Patricia García es de esas gasteiztarras que nunca falla es fiestas. Reconoce que ahora igual no está todos los días, pero a la hora de programar las vacaciones mira el calendario para ver cómo cae La Blanca y a partir de ahí organiza.

"Es algo que he mamado en casa. Mis padres acostumbraban a hacer las vacaciones o antes del 4 de agosto o partir del día 9, siempre. Yo he mantenido eso de estar algún día, como mínimo", explica. Y es que en la familia García son varias las costumbres que se guardan alrededor de las fiestas de la capital.

Cuando se le pregunta a Patricia si hay algún día sagrado de la festividad lo tiene claro: el día 5 de agosto. "Somos de Rosario de la Aurora y de visita con flores a la Virgen", explica mientras añade que es "un día en familia".

"Nos juntamos con primos segundos y terceros de mi padre, que es una parte de la familia a la que igual el resto del año no vemos tanto, pero ese día lo tenemos marcado en el calendario".

"Quedamos en la esquina del mismo bar siempre, vamos al Rosario, comemos chocolate con churros, nos juntamos con más familia, hacemos ofrenda floral y después vamos a comer", enumera. Tiene claro que esta es una de esas cosas que le gustaría que su hija mantuviera en el futuro porque ella guarda muy buenos recuerdos de esos momento.

Por eso este año, aunque con mucha precaución, y restringiendo el círculo, algo hará. "Nuestra prioridad es proteger a la abuela, que tiene 97 años. Queremos celebrar el día con ella como siempre, pero que no corra peligro", asegura.

No tiene claro si se pondrá el traje de neska, pero cuando la pandemia no estaba presente no fallaba. "Antes tenía más de un modelo, ahora tengo uno y, los días que estoy, me lo pongo", recuerda mientras señala que también hay espacio para la amistad en estas fechas. "Son días en los que la cuadrilla se amplía, en las que te juntas con gente que igual en el año estás menos".

Porque si algo ha hecho siempre Patricia García es "mantener el equilibrio entre amigos/as y familia". "Cuando éramos más pequeños/as había días en los que mis padres nos dejaban en casa y salían ellos solos y otros días nos sacaban de noche a dar una vuelta", recuerda.

"Cuando nos hemos hecho mayores hemos seguido manteniendo esos días de estar juntos y otros no tanto, pero, por ejemplo la comida del día 4 o la subida del 9 también la recuerdo como actividades de hacer con la familia".