El pasado mes de junio resultó especialmente agitado en lo meteorológico, con tormentas que dejaron precipitaciones abundantes y temperaturas por debajo de lo habitual para el primer mes de verano. Pero lo peor fueron las trombas, de hasta 180 y 200 litros por metro cuadrado que se registraron en algunos parajes y el granizo en zonas localizadas. Ese balance ha sido realizado por el servicio de Viticultura y Enología de la Diputación de Álava y mostrado al diputado general, Ramiro González, en la última de varias visitas realizadas a la comarca y a Montaña Alavesa para ver los daños y acompañar a quienes habían sufrido pérdidas.
Las tormentas, donde se produjeron con mayor severidad, perjudicaron a las viñas con afectaciones en la cosecha en ocasiones bastante significativas. A esos daños se han sumado el aumento de los costes de producción y los daños importantes en infraestructuras de comunicación y en los propios viñedos por arrastre de tierra. Esa incidencia se apreció especialmente en aquellos terrenos con mayor pendiente y sin cubierta vegetal protectora, cubierta que además también favorece la posibilidad de realizar tratamientos rápidamente tras este tipo de tormentas.
La tormenta más perniciosa se produjo en la tarde del 3 de junio. También graves fueron las tormentas de los días 14 y 16 de junio que dejaron precipitaciones localizadas abundantísimas que, sin los efectos catastróficos que alcanzaron en los pueblos limítrofes (Fuenmayor, Logroño o Navarrete) de la vecina comunidad de La Rioja, potenciaron los efectos devastadores de la primera.
Las tormentas del 3 de junio y 14 afectaron prácticamente a las mismas zonas, con mayor intensidad a dos áreas separadas entre sí menos de 10 kilómetros en línea recta: una que tuvo como epicentro los parajes de Ribartallo y La Escobosa, entre Lapuebla y El Campillar; y la otra zona en Las Ontanillas y Sobremoro, a unos 2 kilómetros al suroeste de Yécora, en su término municipal y en el de Lanciego. Los viñedos de las zonas próximas a las indicadas tienen daños a razón de la distancia al núcleo de las tormentas.
Este periodo de lluvias ha coincidido con la floración y cuajado de la viña, periodo especialmente sensible para este cultivo en el que cualquier alteración de las condiciones normales puede afectar a la transición de flor a fruto. Así, en las zonas citadas, a los daños directos del pedrisco se han unido los derivados de una mala ligazón. Con estas circunstancias, la culminación del cuajado ha sido en general deficiente y, por consiguiente, el potencial productivo que el viñedo tenía para esta campaña se ha reducido.
En cualquier caso, las tormentas no han tenido el mismo impacto en toda Rioja Alavesa. La comarca puede dividirse ahora mismo en dos partes perfectamente diferenciadas: el tercio más oriental, donde las tormentas han descargado con mayor intensidad, y el resto donde las precipitaciones han sido más reducidas y donde apenas se han originado pedriscos.
Afortunadamente, la zona más amplia de Rioja Alavesa sin daños directos por las tormentas, es decir los dos tercios más occidentales, la alta disponibilidad de agua está favoreciendo un desarrollo notable de los pámpanos con vegetación exuberante y expectativas de cosecha dentro de la normalidad. El viñedo se mantiene en buenas condiciones sanitarias, no sin riesgos, y las expectativas de cosecha podrán alcanzar los límites amparables marcados por el Consejo Regulador esta campaña (95% de los rendimientos máximos).
En contraste, en el tercio más oriental de Rioja Alavesa se pueden apreciar tres escenarios: viñedos exuberantes, adelantados respecto a su época, con potencial productivo suficiente para alcanzar rendimientos normales, viñedos con algunos daños por pedrisco o deficiente cuajado, que verán reducida su producción, y viñedos muy dañados por los pedriscos, algunos apenas sin hojas ni racimos cuyas pérdidas son cuantiosas.
En general, los tratamientos y las bajas temperaturas han frenado la expansión del mildiu. No obstante, aunque en menor medida, el peligro persiste por lo que la Casa del Vino de Laguardia aconseja continuar tratando al menos hasta finales de julio cuando los riesgos disminuyen. Otra cosa es el oidio que ya se viendo en algunos lugares y las condiciones son muy propensas para el desarrollo de esta otra enfermedad.
Adicionalmente, otras plagas están teniendo incidencia este año, caso del piral y la acariosis y en breves fechas se llegará al pico de la segunda generación de polilla por lo que se debe estar atento también a estos patógenos para tratar, si no se han previsto medios de control alternativo como la técnica de confusión en caso de que la presión sea alta.
95%
A pesar de los efectos del agua caída, se espera alcanzar en esta cosecha de uva el límite amparable marcado por el Consejo Regulador.