Nacida como empresa agrícola se creó con la misión de definir unos criterios de producción orientados a unificar los sistemas de cultivo y establecer pautas de buena práctica dentro de lo que posteriormente devino en la actual Denominación de Origen Arabako Txakolina. Con la plantación de seis hectáreas de la mano de Eugenio Álava (antecesor al que han dedicado uno de sus muchos y variados caldos, el Eukeni), dio comienzo un proyecto que ha ido madurando hasta contar en la actualidad con una superficie de viñedo que supera las 20 hectáreas, convirtiéndose así en el principal productor de uva de la denominación de origen.
En 2005 afrontaron una nueva etapa con la construcción de una bodega -en pleno viñedo y en un envidiable enclave, a medio camino entre la histórica ciudad de Orduña y la imponente cascada del Nervión- que incorpora las más modernas tecnologías al proceso de elaboración de sus propias uvas, con el objetivo de obtener un txakoli de calidad óptima, que ha recibido numerosas condecoraciones y que hoy se exporta a países tan dispares como Estados Unidos, Japón o Australia, aunque su principal nicho de mercado sigue siendo la, actualmente castigada, hostelería local y provincial. Un problema, el de la pandemia, que no solo les preocupa en cuanto a ventas, sino también a nivel de desarrollo futuro, ya que les ha frenado su ambicioso proyecto de enoturismo, del cual nos da cuenta su responsable, Mikel Merino.
Esta Semana Santa ha sido una prueba de fuego para el turismo en el Alto Nervión. Jamás se había visto tanto coche por estos lares. ¿Estamos preparados para tamaña afluencia?
-La verdad es que la valoración por las visitas recibidas es muy positiva, aunque creemos que tiene mucho que ver con que, en estos tiempos de restricciones de movilidad, la gente busca sitios alejados y al aire libre. La pandemia nos ha obligado a movernos cerca de casa y estamos descubriendo sitios que no conocíamos. Se ha notado también, y mucho, la publicidad que se está dando a la última intervención realizada por la Diputación Foral de Álava, en el último tramo del Paseo Lineal del Nervión, en la proximidades de la cascada en Delika, aunque no haya finalizado del todo, porque la gente complementa el ir a verla con una visita al entorno y, por tanto, a nuestra bodega, porque estamos a lado. Sí nos ha comentado mucha gente la dificultad de aparcar en la propia Delika y, en ese sentido, sí queda mucho por hacer para dar cabida a todo el potencial turístico de esta zona, aunque nosotros, en ese aspecto, ya tenemos hechos los deberes. Disponemos de un parking enorme, habilitado hasta para autobuses, que solo se ha llegado a llenar en una ocasión, así que sin problemas.
Artomaña Txakolina también está dentro de la Ruta del Txakoli de Aiaraldea. ¿Se ha avanzado algo desde la creación de la mesa de turismo comarcal en octubre de 2018 en la Bodega Beldui de Llodio?
-El covid 19 ha paralizado casi todo, están siendo tiempos muy complicados. No obstante, no soy la persona más indicada para hablar de este proyecto, porque me he incorporado a la txakolinería Artomaña en plena pandemia, para lanzar nuestro proyecto de enoturismo. Sí puedo decir que, esta Semana Santa, se ha notado mucha afluencia de público que ha llegado a nosotros a través de las rutas de senderismo que anuncia Basque Mountains y que están ayudando mucho a visibilizar nuestra zona. Pero, a nivel de provincia, sí se agradecería mayor implicación institucional con la Ruta del Txakoli de Aiaraldea.
Dentro del proyecto de enoturismo que citaba, acaban de inaugurar un wine bar. Háblenos de él…
-Se trata de un espacio pensado para que la gente pueda pasar un rato agradable y conocer nuestros productos de forma distendida. Una especie de bar, donde degustar variados cócteles elaborados con productos Artomaña, no solo nuestros txakolis, sino también nuestra cerveza artesana, nuestra ginebra, nuestro vermut, nuestra sangría, nuestro licor de hierbas o nuestros aguardientes… En un entorno incomparable, con posibilidad de amplia terraza, y sin cita previa, ya que lo abrimos de viernes a domingo, y festivos, de 11.30 a 18.00 horas. No es una cata comentada, eso va dentro de las visitas guiadas a bodega y viñedo, sino algo en plan poder venir a tomar algo, acompañado de una amplia carta de raciones y pintxos creados especialmente para maridar con los vinos, como el carpaccio de bacalao con ali oli, que es nuestra estrella.
Pero también disponen de comedor, ¿no es así?
-Sí, nuestro txoko tiene aforo y equipamiento para más de 50 personas. Es ideal para celebraciones familiares, eventos de empresa o grupos de amigas y amigos, y se ha trabajado una amplia oferta de menús, pero es algo que tenemos paralizado de momento, a la espera de que se estabilice un poco la situación sanitaria. Las normativas cambian de un día para otro, preparas todo para mesas de seis, y luego solo se permiten de cuatro… Es un poco locura, así que hemos preferido esperar.
Para hacer frente a esta oferta habrán tenido que ampliar plantilla…
-En estos momentos, somos seis personas a diario. Solo el wine bar necesita entre cuatro y cinco camareros, dependiendo del día. ¡Y en época de vendimia, más!
Ahora que lo menciona. ¿Cómo se presenta la nueva cosecha?
-Es pronto para aventurarse, pero estimamos que irá en la línea de la de 2020. Ahora mismo acabamos de terminar con la poda, para sanear las vides, después de haber comprobado el correcto funcionamiento de todo nuestro equipo anti heladas. Comienzan a verse los primeros brotes y es una etapa muy delicada, que te puede dar al traste con toda la cosecha, como ocurrió hace dos años en el conjunto de la Denominación de Origen, cuando hubo un desplome brutal de la producción, precisamente, por las heladas.
Artomaña Txakolina es la de mayor producción de toda la Denominación de origen, ¿verdad?
-Tenemos 21 hectáreas de viñedo, distribuidas en once fincas y, a parte, usamos la uva de otras 14 o 15 hectáreas de productores locales, también adheridos a Arabako Txakolina, lo que hace en torno a 300.000 kilos al año, y una producción anual de unas 300.000 botellas. Es decir, el 60% del total de la Denominación de Origen, y no hemos llegado aún al tope de capacidad de elaboración y almacenamiento con el que se dimensionó la bodega, mirando al posible crecimiento futuro, y ¡menos mal!
¿A qué se refiere?
-A que ello nos ha salvado. Debido a la pandemia quedaba mucho stock de producción de la cosecha de 2019, cuando comenzó la vendimia de 2020, y ello obligó a muchos compañeros de la Denominación de Origen a tener que dejar abandonada en el campo muchísima uva sin recoger, por no tener capacidad de almacenaje en bodega. Eso sí, de cara a 2021 hay muchísima incertidumbre, de alargarse mucho más la crisis sanitaria. Es un problema común a todos, que nos preocupa mucho.
¿Y qué tal van las ventas en este atípico año?
-En la línea del resto, un año muy complicado, porque nuestro pilar base es la restauración y la hostelería, y están en la situación que están, dados los cierres obligados que han sufrido, sumados a las actuales restricciones de aforo y horarios de apertura. Con todo, algo va saliendo. La pasada semana, de hecho, estuvimos preparando algún embotellado para hacer frente a pedidos. Dado que tenemos espacio de almacenaje, preferimos embotellar en base a demanda, porque en depósito el estado de conservación es el óptimo.
¿Se ha resentido también la exportación?
-Nuestros principales clientes externos están en Estados Unidos, Japón y Australia y, aunque se ha notado un descenso, al final no tanto porque cada país ha gestionado a su modo la pandemia. Además, hay una especie de optimismo generalizado ahora que parece se ha dado un cambio en la política de aranceles entre Unión Europea y USA.
De hecho, uno de sus vinos ha sido distinguido recientemente en un periódico estadounidense…
-Sí, fue Tony Cenicola y en The New York Times, quien presentó a nuestro txakoli Xarmant 2019, como una de las postales del mundo en una selección de los que él consideraba los mejores veinte vinos de todo el planeta, con un precio por debajo de 20 dólares, en relación calidad-precio. Es algo de agradecer, la verdad, y el fruto de lo que consideramos un trabajo bien hecho, ya que hasta hace 15 años en Estados Unidos no se había oído hablar de txakoli, o como dicen ellos, el vino de ‘Spanish Basque Country’ (País Vasco español). Con el Xarmant también hemos recibido otra medalla de plata en un concurso que no solo premia la calidad de los vinos, sino el proyecto de enoturismo que hemos diseñado, y del cual aún nos quedan muchas cosas por lanzar.
¿Un adelanto para DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA?
-(Risas) ¡Venga, va! Al igual que con el comedor que, como comentaba antes, lo tenemos en stand-by a la espera de que se normalice la situación sanitaria, también estamos trabajando un calendario de actividades periódicas y de temática diversa, que pueden ir desde exposiciones de arte y fotografía, pasando por talleres gastronómicos, hasta música en directo o similar, para sumar un nuevo reclamo que nos atraiga tanto nuevos visitantes, como ofrecer la excusa perfecta para regresar para quienes ya nos conocen.