- Son muchas las voces autorizadas que advierten ante el riesgo que el cambio climático va a suponer para la Humanidad entera, una alerta ahora amortiguada por la pandemia pero que sigue amenazando al planeta. En Álava no se ha perdido de vista este reto y de hecho en los núcleos más pequeños surgen iniciativas que demuestran cómo la lucha por un mundo más sostenible no solo implica a las grandes entidades políticas y económicas.

En Lasierra fue la pandemia, precisamente, la que encendió la bombilla de la que ha surgido la comunidad energética que, desde hace un par de meses y gracias a una planta fotovoltaica, permite al pueblo del Ayuntamiento de Ribera Alta producir, en parte, su propia energía. “Salió la normativa que daba la posibilidad de crear estas comunidades durante el confinamiento, y como por entonces nos dio mucho tiempo para pensar, nos pusimos al lío”, señala el presidente de la Junta Administrativa, Iñaki González.

Así, el concejo, el Consorcio de Aguas Mendi Haran, que extrae agua en la zona mediante una potente bomba; y el Espacio de Creación Azala, una pequeña empresa cultural radicada en el pueblo que además ofrece alojamiento rural, se pusieron manos a la obra. “Nosotros lo que hicimos fue calcular la electricidad que consumimos en el pueblo, de quince personas y seis empadronadas, y creamos una estructura de paneles fotovoltaicos para autoconsumir electricidad”.

Con la cooperativa de energía eléctrica renovable Emasp, ubicada en Navarra, como empresa comercializadora, pusieron en marcha esta planta que no desenchufa al pueblo de la red pero sí permite el autoconsumo cuando los paneles producen electricidad, y el sobrante se vende.

La planta echó a andar el 21 de diciembre, el día más corto del año, y por tanto todavía no ha habido tiempo de analizar en detalle qué ventajas ofrece el gestionar de forma autónoma la energía que se produce -cuando los paneles no funcionan las tarifas son las mismas que las de cualquier usuario particular-, pero en todo caso en Lasierra están satisfechos. “La comunidad energética tiene la capacidad de decidir, y la energía que autoconsumimos nos sale a un precio muy económico”, explica González, quien aprovecha para despejar confusiones que están surgiendo a raíz del auge de la autoproducción energética y de la creación de Ekiola, que impulsa la creación de parques solares en municipios y comarcas vascas.

“La comunidad energética es solo desde donde se genera hasta 500 metros de distancia, con una producción de no más de 100 megavatios, Ekiola es más a nivel municipal, con mucha más capacidad y reparto por todo el municipio”, matiza.

Si en Lasierra apostaron en 2020 por la energía solar para generar electricidad, en Sabando hace ya varios años que utilizan la biomasa de sus nutridos bosques para alimentar una red centralizada de calefacción que cumple la doble misión de mejorar el bienestar de sus habitantes por menos dinero del que costaría hacerlo con gasoil, y de mantener limpio el monte. “Antes que el ahorro está la tranquilidad de que tienes un servicio para la gente mayor que vive en el pueblo, porque hasta ahora se tiraba la leña en el monte y cada uno se hacía la suya, lo que conlleva su peligro”, señala Ángel Marcos, presidente de la Junta Administrativa de esta localidad de Arraia-Maeztu. Tras conocer experiencias en lugares como el navarro valle de la Ulzama, y de la mano de la cercana Okina, en Sabando se pusieron manos a la obra e instalaron una red de calor para todas las casas del pueblo.

“Todos los años marcamos unas 300 toneladas de leña, nos la tiran, nos la atraen al pueblo, la metemos al pabellón que tenemos y contratamos una máquina que pica la leña”, explica Ángel.

Luego, los agricultores de la localidad que tienen tractores extienden las astillas en el suelo y las dejan secar durante quince o veinte días. Una vez seco, el combustible va a un almacén y una tolva va alimentando de forma automática la caldera, a demanda. “Comparado con el gasoil más o menos, porque tampoco hemos hecho la cuenta exacta, la biomasa es un 50% más barata, y de paso limpiamos el monte, cosa que hasta ahora se hacía muy poco porque la gente es mayor”, señala el presidente de la Junta Administrativa.

Un tercer ejemplo de las iniciativas sostenibles en las pequeñas localidades alavesas se ubica en Apellániz, también en Arraia-Maeztu, en este caso mediante una iniciativa impulsada por la Diputación. La institución foral ha restaurado la turbina del antiguo molino del pueblo para reconvertirlo en una minicentral hidráulica que permitirá generar 40.000 kilovatios/hora al año y podrá abastecer de energía suficiente para el alumbrado público de la localidad. “Será energía sostenible y de kilómetro cero, y evitará un vertido de al menos 15,5 toneladas de CO2 a la atmósfera”, explicó el diputado general de Álava, Ramiro González, en la inauguración de la instalación, el pasado 1 de marzo. Al acto asistieron además el diputado de Medio Ambiente, Josean Galera; el alcalde de Arraia-Maeztu, Anartz Gorrotxategi; y el presidente la Junta Administrativa de Apellániz, Sergio Martínez de Rituerto.

El Departamento de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Álava lleva trabajando varios años en la restauración de este molino, con la que se ha buscado el respeto a la actividad antigua. De hecho, en lugar de sustituir la turbina por una nueva, se ha restaurado la antigua, que llegó a Apellániz desde Hamburgo en 1921 por un precio de 3.160 pesetas de la época. Un siglo después, la instalación está totalmente automatizada y permitirá programar la potencia producida y controlar los arranques y paradas mediante un ordenador o smartphone.

Fracción orgánica. La Diputación Foral de Álava ha puesto en marcha Konposta Araba, una red que aglutina a todas las entidades con competencia en residuos del territorio, con el objetivo de compartir conocimiento y mejorar la eficiencia de la gestión de la fracción de residuos orgánicos en el territorio. En su vocación de divulgar las diferentes experiencias en torno al compostaje a lo largo y ancho de Álava, en marzo se presentará el proyecto-piloto que ha permitido a ganaderos alaveses participar en la recogida y posterior gestión de los residuos orgánicos de su zona junto con el estiércol de sus explotaciones.

Lasierra. El Consorcio de aguas Mendi Haran, la Junta Administrativa de Lasierra y el espacio de creación cultural Azala radicado en esta localidad de Ribera Alta se han asociado para instalar un sistema fotovoltaico que genere la electricidad para sacar el agua del acuífero, para el alumbrado público, el Ayuntamiento, la Iglesia y la quincena de vecinos de la localidad. La instalación tiene una potencia máxima de 30 kilovatios y se compone de 76 paneles fotovoltaicos.

Apellániz. La Diputación Foral de Álava ha restaurado la turbina del antiguo molino de la localidad de Apellániz para reconvertirlo en una minicentral hidráulica que permitirá generar 40.000 kilovatios/hora al año y podrá abastecer de energía suficiente para el alumbrado público de esta entidad local de Arraia-Maeztu. La infraestructura evitará el vertido de al menos 15,5 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

Sabando. En la localidad de la Montaña Alavesa, también perteneciente a Arraia-Maeztu, se aprovechó la renovación de los servicios básicos para instalar la red district-heating que proporciona calefacción y agua caliente a las 38 viviendas del pueblo gracias a una caldera que se nutre de la biomasa procedente de los montes de su propiedad. Los vecinos consumen cerca de 300 toneladas anuales de la leña que recogen en sus bosques.