os vascos que practican esquí alpino todavía no saben si podrán hacerlo en estas Navidades, por culpa tanto de las restricciones de movilidad como del retraso en la apertura de las estaciones a las que suelen ir.
A día de hoy, incluso si las instalaciones estuvieran abiertas, sería imposible para un esquiador de Euskadi desplazarse a estaciones españolas, por el cierre perimetral de la CAV, y tampoco le serviría la picaresca de desplazarse a alguna estación francesa -la frontera con el país vecino no está cerrada-, porque las autoridades galas no han permitido a los centros de esquí abrir sus instalaciones, y pretenden (aunque hay un debate abierto) que no lo hagan como mínimo hasta mediados de enero.
Y tampoco desplazarse hasta Andorra sería una garantía de practicar el esquí: Grandvalira y Ordino-Arcalis están cerradas, sin fecha prevista de apertura, y Vallnord Pal Arinsal habla del 19 de diciembre, pero su anterior inicio anunciado se tuvo que posponer.
Los esquiadores catalanes son los que mejor lo tienen en estos momentos para disfrutar de la nieve, porque varias estaciones de Lleida y Girona pretenden abrir el próximo miércoles día 9 -Boi Taul, Espot Esquí, La Molina, Masella, Port Ainé, Tavascán y Vallter 2000-, mientras que el gran coloso de los centros invernales, Baqueira Beret, ha anunciado que el viernes 11 abrirá algunas de sus pistas.
La ventaja para el Pirineo catalán es que ya tiene la nieve necesaria, algo de lo que no pueden presumir las estaciones del Pirineo aragonés. Una escasez de nieve que, unida a la incertidumbre por la pandemia, ha provocado en varias de esas estaciones que las plantillas estén en ERTE a la espera de que se pueda iniciar la temporada en condiciones.
La pasada semana, la canciller alemana, Angela Merkel, propuso un consenso europeo para cerrar las estaciones de esquí al menos hasta enero, para evitar nuevos repuntes de contagios en esa actividad turística, pese a ser consciente de que iba a topar con el rechazo de la vecina Austria, país que tiene unos grandes beneficios con sus centros invernales.
La propuesta de Merkel provocó una división de opiniones en Alemania. Desde ese sector turístico se insistió en que es un deporte al aire libre y, por tanto, sin riesgo añadido de contagios; pero el primer ministro de Baviera, el conservador Markus Söder, insistió en el peligro de que se genere otro Ischgl, la estación turística austríaca donde miles de turistas de toda Europa se contagiaron en la primera ola.
El principal argumento de los partidarios del cierre fue que la práctica del esquí no tiene riesgo de contagio, pero no ocurre lo mismo cuando en las estaciones acaba la jornada deportiva y comienza la social.
En las estaciones españolas no hay una decisión de cierre en Navidad. Los gobiernos autonómicos consideran, en general, que en el post-esquí basta con aplicar las mismas medidas generales de obligado cumplimiento en la restauración y el ocio. Además, son conscientes del esfuerzo de estrictos protocolos anticovid que están realizando las estaciones para que los esquiadores puedan acudir.