- Marta Otazu concilia el teletrabajo con su vida familiar desde el 16 de marzo. Es tutora del Aula Estable de secundaria del colegio Niño Jesús, con alumnos de entre 14 y 20 años que en algunos casos tienen NEE (Necesidades Educativas Especiales), algunos TEA (Trastornos del Espectro Autista) y otros Síndrome de Down. “Son alumnos que necesitan mucha ayuda para realizar las rutinas y tareas escolares, por lo que no es viable con ellos comunicarme a través del ordenador. Por eso, antes del confinamiento, buscamos mucho material manipulativo para trabajar con ellos y también fichas para que hicieran en casa”, apunta Marta.

Según relata esta andereño, el encierro ha supuesto una comunicación casi diaria con las familias, muchas horas frente al ordenador y no de contacto directo con los alumnos, que “en el caso del Aula Estable es muy importante porque ahora las rutinas del día a día se ven interrumpidas por una cuestión que a este tipo de alumnado le es muy difícil entender”.

Su rutina ha cambiado durante el confinamiento. “Todos los días me pongo a trabajar a la misma hora. Lo primero que hago es mirar si tengo algún mensaje de las familias, contesto a esos mensajes o me pongo en comunicación con ellas para preguntarles cómo van y si necesitan más material. Después sigo con informes, búsqueda de material nuevo y búsqueda de apps para trabajar desde la pizarra digital y la tablet, que son soportes de aprendizaje que les gustan mucho”.

Según esta profesora, a los alumnos de las Aulas Estables les tiene que afectar mucho el confinamiento. “Son niños que necesitan la rutina, saber desde que se levantan lo que van a hacer durante el día, no entienden conceptos abstractos. Tiene que estar siendo complicado para sus familias que entiendan que hay que estar en casa y no se puede salir”.