a red social Twitter, algunas veces, da la oportunidad de conocer historias, testimonios o advertencias de personas que de no existir esta red social quedarían en el olvido. Dentro de esta gran burbuja donde navega la información contrastada con la falsa se encuentra Asier Guevara, un vitoriano residente en Shanghái desde hace diez años, que mediante un hilo ha narrado su experiencia con el covid-19. Sin necesidad de ser unos eruditos, resulta sencillo descubrir que el alavés ha vivido en sus carnes, desde el inicio, la propagación del coronavirus en China. Shanghái se encuentra a 838,7 kilómetros de Wuhan, localidad donde se originó el foco del virus, y en estos momentos suma menos de 500 casos positivos, cinco fallecidos y un total de 334 personas recuperadas, según los datos oficiales obtenidos en John Hopkins Coronavirus Resource Center.
Asier Guevara, de 39 años, llegó a Shanghái en el año 2010 y a día de hoy se desempeña como director de la filial en China de la agencia de marketing deportivo U First Sports. En todo este tiempo recuerda que se han vivido otras epidemias, pero no una con el impacto de la actual, cuyo nombre completo es Sars Coronavirus 2, al ser muy similar a otro virus que surgido en el gigante asiático en el 2002. Una de las razones de la viralización, según el alavés, pudo ser el año nuevo chino, "que supuso que muchas personas viajasen por el país más de lo normal".
En su caso, no vivió la expansión desde el inicio, ya que a finales de enero estaba disfrutando de unas vacaciones en el extranjero. "Las cuarentenas se pusieron el 25 de enero y yo volví a China el seis de febrero. Recuerdo que lo viví con bastante preocupación, ya que los datos y los vídeos que circulaban eran muy preocupantes, y Wuhan estaba descontrolada", afirma.
De esta manera, Guevara no vivió in situ el comienzo de la crisis pero sí el transcurso de la misma. En este sentido, el gasteiztarra destaca que las medidas que se tomaron desde el principio fueron muy estrictas. En su caso concreto, nada más aterrizar pasó 14 días en su casa de cuarentena -nunca ha dado positivo-. "Desde el principio no se podía ir a trabajar, cerraron las oficinas y a los que veníamos de fuera de la ciudad nos hacían quedarnos en casa esas dos semanas", asegura. Eso sí, antes del confinamiento les permitieron comprar todo tipo de alimentos y artículos de primera necesidad. Una vez pasado este periodo, comenzó a trabajar sin problema.
"Siempre estuvo bastante controlado y creo que el momento con más casos fue de 400, que en una ciudad de 30 millones de habitantes no es mucho", recalca el gasteiztarra.
En este sentido, Guevara afirma que el Gobierno de China, incluso en los sitios donde los casos no eran visibles, empezó a aplicar medidas. Aun y todo, al alavés no le gusta entrar en comparaciones, ya que cada país es único. "No me parece que sea una comparación válida el poner a China y a España al mismo nivel. Hablamos de un sistema político autoritario que tiene una cultura acostumbrada a hacer lo que le dicen", afirma. Además, asegura que una de las razones por las que en China se cumplió todo a rajatabla fue el "miedo" a no tener un sistema sanitario desarrollado y "esto, entre otras cosas, hizo que la gente fuera más disciplinada con todas las medidas de aislamiento impuestas".
En estos momentos la situación en China está cada vez más controlada y esto le da a Asier Guevara la oportunidad de analizar más fríamente la situación en el Estado, y tal y como admite desde el principio ha tratado de advertir a sus más allegados y "sobre todo a los que tienen más edad", sobre los peligros del virus.
En este sentido ha pasado de ser "alarmista" a "optimista" en pocas semanas. "Desde la distancia que me separa, así como desde mi punto de vista como ciudadano me parece que las medidas que se han tomado han llegado tarde, aunque son buenas y en estos momentos están bien", asegura. Hace especial hincapié en la incomprensión que le produce el "por qué no se actuó antes, una vez Italia tenía tantos casos". En definitiva, afirma que desde su experiencia lo ideal es pasar el coronavirus "con las menores pérdidas laborales, económicas y sobre todo humanas posibles, ya que esto antes o después se va a superar".
La normalidad en Shanghái a día de hoy es relativa y aunque son muchas las personas que están llenando las calles, algunas medidas aun continúan vigentes. Entre ellas, está la toma obligatoria de la temperatura en cada establecimiento o centro público y privado. Así, en cada sitio es obligatorio dar los datos personales y una vez tomada la temperatura la introducen en una base de datos.
De este modo, pasados unos días, si alguno de los que estuvo en ese lugar coge el virus se sabe quiénes estuvieron allí. En ese momento, inician un protocolo de control para saber cómo está cada persona y en el caso de que sea necesario se realiza una cuarentena. "Con esto se tiene la capacidad de contactar de una manera sencilla con todas las personas que hayan estado contigo en cada momento", indica.
Por otro lado, el resto de medidas son similares a las que se están adoptando en el Estado, siendo la de quedarse en casa la más importante. "El Gobierno ha puesto a mucha gente a controlar todo y además, aquí lo que se ordena se cumple", asegura. "Otro tipo de cosas -añade- como mascarillas o termómetros no han faltado, ya que todo se produce aquí. Estamos en un país capaz de frenar las exportaciones si lo ve oportuno".
Por último, Guevara quiere transmitir "fuerza para que la gente aguante estos días que van a ser los peores, ya que dentro de poco se empezarán a notar las consecuencias positivas del aislamiento".
"Desde la distancia, las medidas que se han tomado llegan tarde, pero ahora están bien"
Gasteiztarra residente en Shanghái