VITORIA - Alrededor de treinta personas dispuestas a conocer los entresijos de los cementerios y su historia tomaron parte en la visita guiada que tuvo lugar ayer en el cementerio de Santa Isabel. La manera en la que Marta Extramiana guió la visita dio pie a que los participantes se adentrasen en su historia y creasen un ambiente de interés general por el camposanto de la mano de Extramiana, que elaboró hace unos años una guía que recoge los datos más curiosos y significativos del cementerio,

La visita comenzó con la explicación del periodo constructivo. A día de hoy, el tamaño del cementerio es de 57.072 metros cuadrados, pero no se construyó de la nada. En 1808 decidieron crear un cementerio extramuros, es decir, fuera de la ciudad, o por lo que aquel entonces se consideraba “fuera de la ciudad”. Es mediante ampliaciones como fue evolucionando hasta llegar a la extensión actual.

Extramiana quiso subrayar y dar a conocer la importancia que tiene, y ha tenido siempre, la flora en los cementerios. La abundancia de verde y, sobre todo, la hoja perenne de los árboles, ha sido muy significativa en estos espacios, “para hablar de la inmortalidad del alma”, señaló la guía. Pinos, abetos y cedros suelen ser los árboles principales, y cada especie tiene un especial significado y razón para ocupar su lugar en los cementerios.

“Dicen que no debe plantarse ninguna planta de fruto, porque es demasiado recuerdo de la vida, y ninguna planta venenosa, porque no es un lugar de muertos, es un lugar de vida”, aclaró Extramiana. Por su parte, la hiedra también tiene protagonismo en los camposantos, y no es casualidad. Tal y como explicó la guía, “se plantó aposta, porque la hiedra significa el amor eterno, el abrazo entre la vida y la muerte”.

Dejando a un lado la botánica, la guía también explicó la importancia de la iconografía en capillas, panteones y criptas. Para ello, utilizó de ejemplo la urna cineraria que se encontraba en el panteón de los Velasco-Cuesta. El autor fue Carlos Inbert, quien sobre un pedestal situó un templete con una urna cineraria para contener las cenizas. Pero no iba más allá de la iconografía protagonista en el siglo XIX, pues, tal y como explicó Extramiana, “la incineración, hasta hace poco, no era permitida en el mundo católico”.

Otro gran ejemplo de iconografía es la antorcha invertida: “Parece ser que la costumbre del rito romano al llevar a extramuros a enterrar a alguien, era que al finalizar la ceremonia se apagaba la antorcha, en modo de despedida. Por eso, la antorcha hacia abajo, significa la despedida, el adiós”. Los ángeles, por su parte, también tienen especial importancia en los cementerios. Su significado está unido al juicio final y suelen ser construidos con diversos objetos, como una trompeta o un libro. Pero también es muy común ver a estos seres “meditando sobre el más allá”, continuó explicando; “estos son los que te llevan al otro lado”. Conforme iba avanzando la explicación de la historia del cementerio, también iban apareciendo varios nombres de personas significativas de Vitoria. Ignacio Hidalgo de Cisneros, general de la aviación republicana: Elvira Arias de Apraiz, poeta; Manuel Iradier, explorador; Sebastián Iradier, músico, e incluso Juan Díaz de Garayo, el famoso Sacamantecas, se encuentran en el cementerio de Santa Isabel. Y como no, Extramina no quiso olvidarse de mencionar a todos ellos.