Espejo - La localidad de Espejo acoge este año la Feria de la Patata, convirtiéndose en un gran escaparate tanto de este tubérculo como de otros productos agroalimentarios o artesanales. Desde las diez de la mañana se podrá recorrer, al mismo tiempo que disfrutar de las actividades paralelas organizadas para promocionar el producto y el territorio.
Y entre los puestos que allí se encontrarán estará el de Neiker, el Instituto vasco de investigación y desarrollo agrario, que es una sociedad pública sin ánimo de lucro adscrita al Departamento de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco, que centra sus esfuerzos en la I+D para mejorar la productividad y la competitividad de los sistemas de producción agraria; desarrollar y aplicar nuevas tecnologías de gestión en las explotaciones y satisfacer los requisitos de calidad y seguridad de la industria transformadora agroalimentaria, sus productos y del consumidor. Y todo ello lo traslada a la sociedad para su utilización.
Neiker lleva muchos años desarrollando una intensa actividad de investigación en torno a la patata en general y, más específicamente, a las nuevas variedades de este tubérculo, con importantes éxitos al ir avanzando en la consecución de patatas más resistentes o de mayor calidad que ponen al servicio de los agricultores.
Para llevar a cabo esa tarea, cuenta con un equipo de profesionales, entre los que se encuentra José Ignacio Ruiz de Galarreta, quien comenta que “llevamos muchos años desde que se fundó la estación de mejora de la patata, en el año 1936, concretamente, y desde entonces estamos trabajando en el desarrollo de nuevas variedades”. Y es que este producto originario de tierras americanas es uno de los alimentos más habituales y demandados del mercado. Álava llegó a dedicar una importante superficie para el cultivo tanto para obtener patata pata siembra como para abastecer los comercios y las industrias. Pero las guerras de precios de los últimos años han ido menguando las superficies para dedicarlas a otros cultivos más rentables y se ha pasado de 18.000 hectáreas dedicadas a su cultivo a 1.400, de las que la mitad son para consumo y el resto para patata de siembra. Pero la reducción de superficie dedicada a ella no significa que eso se haya trasladado a su consumo. Todo lo contrario. De hecho, los consumidores son cada vez más exigentes a la hora de comprar y buscan variedades concretas, al igual que la industria. De esta manera, la humilde patata se valoriza y las inversiones en I+D se reflejan en un mayor conocimiento sobre el tubérculo.
En Álava está “el único centro a nivel nacional que trabaja en este cultivo”, comenta Ruiz de Galarreta. “Es cierto que en los últimos 20 años ha descendido mucho la superficie a nivel nacional, pero no deja de ser algo importante ya que mantiene cerca de 100.000 hectáreas en todo el Estado”. Por eso continúan trabajando en diferentes proyectos, en nuevas variedades, ya que este tubérculo “es el cuarto en cuanto a producción mundial”.
El objetivo de las investigaciones es lograr variedades más resistentes y de mayor calidad, “Si existiera la patata perfecta no estaríamos trabajando en ello”, comenta y añade que se sigue trabajando todos los días para lograr patatas que no solo se adapten a las necesidades y gustos del mercado, sino también “que se adapten al cambio climático, a las nuevas situaciones de déficits de agua? Vamos evolucionando a través de las nuevas variedades que obtenemos”.
Buena muestra de esa mayor oferta de variedades es fácil verlo en los comercios, donde cada vez es más fácil encontrar diferentes tipos y en la mayoría de los casos con su correspondiente información de variedad, origen y otros detalles como si son las más adecuadas para freír, cocer, etc. La verdad es que hasta hace unos años solo se encontraba una clase de patata que “valía” para todo, pero afortunadamente este producto varietal “se segmentó y ahora hay con características muy diferentes, tanto culinarias como para su uso en la industria”. Y en esa tarea, las grandes cadenas de distribución han ayudado a ir entrando en el mercado con una mayor oferta adaptable a cada necesidad.
En el País Vasco la patata tiene nombre propio, ‘Patata de Álava’. “Es la patata producida aquí, protegida por Euskolabel. Esta es una forma de proteger el producto y darle un valor añadido”, aclara.
Entre esos valores, como podrán apreciar quienes acudan a la Feria de la Patata de Espejo, se encuentran ‘patatas de colores’. “Las comenzamos a trabajar hace 5 ó 6 años para abrir un nuevo nicho de mercado. Lo hicimos no solo por su valor culinario, sino también porque queríamos obtener una patata con abundantes compuestos bioactivos, como las antocianinas y otros que están relacionados con una menor oxidación”. Uno de los objetivos es “convertir la patata en un alimento funcional y de hecho este año tendremos nuevos colores de pulpa, con los que esperamos abrir nuevos nichos”. Estas tareas se desarrollan en sus instalaciones de Arkaute y también en las fincas de Iturrieta, y con las variedades más avanzadas se realizan experiencias en otras partes del Estado. Y para quien piense que la patata es ‘antidietas’, este investigador, precisa que tiene “los hidratos de carbono, pero no contiene grasas. Por lo tanto es un alimento de lo más sano, porque tiene un alto contenido en minerales y una cifra importante de vitaminas, como la C o la D”.