Los juegos han conformado, y siguen conformando, un mecanismo de aprendizaje que está presente y se desarrolla, de manera significativa, en los primeros años de vida. En Elburgo lo saben muy bien y desde hace una década organizan anualmente un festival de juegos coeducativos en el que los más pequeños disfrutan al lado de sus amigos o progenitores. El multiusos Landederra ha acogido este pasado fin de semana una serie de juegos para desarrollar habilidades sociales y, como novedad este año, ha incorporado a los habituales juegos otros de escape, también tradicionales, así como diversas charlas educativas dirigidas al profesorado o a los padres y madres.

Pequeños y mayores han tenido la oportunidad de conocer y participar en todo tipo de juegos, como el cálculo matemático, los que potencian la habilidad manual o los que se juegan en grupo, entre otros. Raquel y Javi no dudaron en acercarse a Elburgo con sus tres pequeños. “Ya estuvimos hace dos años y nos gustó mucho, así que hemos repetido”, comentaban en medio de una partida de Animals en la que debían colocar diferentes figuras de madera con forma de animales una encima de otra intentando que no cayeran al suelo. A escasos metros, María y Nerea trataban de hacer parejas y tríos levantando las cartas de los montones. “Es muy divertido”, señalaban las pequeñas.

Los que se acercaron hasta Elburgo este fin de semana tuvieron la oportunidad de participar en juegos en equipo, variados y muy actuales. Torneos de juegos de mesa, como Maxi Bamboleo, Pasa la Trampa, Jungle Speed, Hombres Lobo de Castronegro, Perudo, Mixmo, Time´s Up, Halli Galli, Dixit, Animal sobre Animal o Pocket Rockets. “Son juegos de estrategia y habilidad, sin discriminaciones de género. Algunos son de equipo y colaboración y otros para desarrollar la imaginación. En todos ellos pueden jugar los niños y niñas con sus padres y abuelos y también jugar con gente que no conocen, pasándolo de maravilla a la vez que aprenden a relacionarse”, explicaron desde Argia, el colectivo organizador de la cita.

Blanca, Eduardo y María Jesús exprimieron la jornada de sábado entre juegos. “Hemos venido a las 12. Hemos estado en la sala de escape, que nos ha gustado mucho, aunque no hemos logrado resolver el enigma”, comentaban mientras echaban una partida de Ubongo, una especie de tetris con figuras de cartón. “Hay que conseguir hacer la figura con las piezas en el menor tiempo posible, ya que tenemos un reloj de arena”, explicaban entre risas. Una grata experiencia que probaban por primera vez pese a proceder del mismo Elburgo y de Vitoria.

Mientras los pequeños se divertían en las mesas en la primera planta del Landaederra, daba comienzo una serie de charlas educativas dirigidas al profesorado y a los padres y madres. Y a todo ello se unieron los juegos tradicionales como la comba, la rayuela, las mazorcas, el juego de los sacos o el huevo y la cuchara. Maider e Ibón no dudaron en saltar y saltar y prestarse a todos los juegos que proponían las monitoras, al igual que María, Beatriz, Aimar e Iker, que no dudaron en meterse dentro de un saco y dar saltos hasta completar el recorrido o llevar en la boca una cuchara y un huevo tratando de que no se cayera al suelo.