Vitoria - No hay fiestas de La Blanca que se precien sin sus hitos apuntados en el calendario. El día 4 es ineludible porque junto a Celedón bajan del cielo la alegría y la fiesta para quedarse a lo largo y ancho de casi una semana. El día 5 también está subrayado, ya que es el consagrado a la patrona y al fervor que provoca en decenas de miles de gasteiztarras. No son fechas menores las reservadas a los txikis y a lo veteranos. Precisamente, cada 8 de agosto, coincidiendo con la salida de los mozos y mozas de otras épocas, hay eventos que trascienden más allá de quienes los organizan para convertirse en auténticos motores de La Blanca. Se trata del Meneíto veterano y de la gambada popular. Auténticos clásicos básicos del periplo festivo gasteiztarra.
La primera de las dos citas siempre reúne público, y bailarines, que de eso se trata. Lo organiza la cuadrilla de blusas y neskas Nekazariak en la plaza de la Provincia, en horario propicio (de 12.00 a 14.00 horas) para exhibir los pasos aprendidos en las últimas clases tomadas en los centros cívicos o en los tutoriales de internet. También es la cita ideal para los que nacieron con el ritmo en el cuerpo.
Hay que tener en cuenta que los bailables tienen una versión un poco menos danzarina y un poco más etílica, el llamado baile vermut, muy propio para aquellos que nacieron con dos pies izquierdos y las mismas aptitudes que un molusco para cualquier desempeño en un salón de baile.
Una y otra versión empezaron con poco ritmo. Sin embargo, según pasaban los minutos y los bailarinas empezaban a entonarse, la jornada se convirtió en memorable.
Gambada popular Otro de los hitos festivos por antonomasia en cada edición de La Blanca es la gambada popular, todo un dispendio gastronómico auspiciado por los blusas y las neskas de Gasteiztarrak y que, en esta edición, decidieron enfocarlas hacia fines solidarios con la intención de ayudar a Montes solidarios y a Down Araba.
No se sabe muy bien si por el fin solidario o por el hambre que había a esas horas en Bastiturri (de 12.00 a 14.00 horas), pero lo cierto es que de las gambas no quedaron ni el bigote. Como cada año, y ya son unos cuantos, la cita fue todo un éxito, tanto de organización como de participación.
No en vano, Gasteiztarrak dispuso el ágape con orden y criterio. Nada más organizarlo todo, se fue conformando una larga cola dispuesta a engullir marisco, que de eso se trata.
Además, y durante la gambada, desde Montes solidarios se expuso en una pequeña carpa una barra direccional, que es la que se utiliza con personas ciegas o con baja visión y una silla todoterreno para ayudar a subir al monte a personas con movilidad reducida.