samaniego - Los pabellones agrícolas de Samaniego que resultaron seriamente dañados por un incendio ocurrido el 16 de noviembre del año pasado han sido demolidos en parte en los últimos días, pero las vallas protectoras se han vuelto a colocar sin que se pueda prever una fecha para su reconstrucción.
De momento, lo que ha quedado en su sitio es la solera, el suelo de cada uno de los pabellones, por decisión de sus propietarios, según confirma a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA uno de ellos. Y es que, la demora en su reconstrucción se debe a un grave problema urbanístico que se está estudiando por parte del Ayuntamiento, aunque se desconoce la postura que pueda tomar la Diputación para adoptar una solución cuanto antes.
Según éste y otros propietarios, cuando se construyeron ya existía un plan general urbanístico en Samaniego que no se tuvo en cuenta a la hora de edificar las lonjas, en lo relativo al tamaño que debía tener la calle. La realidad es que se construyó y que el constructor aportó al Ayuntamiento uno de los pabellones como cesión de suelo. Allí guardaba la Corporación el burro que se mantiene colgado sobre la plaza en fiestas y las urnas y cabinas de las votaciones, entre otros materiales. El burro se tuvo que volver a comprar y el material electoral se pidió a la Administración del Estado.
En cuanto a las propiedades del resto de afectados, la Diputación aprobó un plan de ayudas en abril, que además tuvo que pasar un largo trámite por estar los presupuestos prorrogados y gestionarse a través de una norma foral. Esas ayudas, que fueron explicadas por el diputado de Agricultura, Eduardo Aguinaco, sumaban 950.000 euros pagaderos en dos anualidades: una en 2019, por importe de 700.000 euros y la segunda en 2020, por 250.000.
Las inversiones objeto de ayuda eran para la compra de maquinaria nueva, sustitutiva de la que haya quedado inutilizada por el incendio, destinada a actividades agrarias. Concretamente: tractores, vendimiadoras y otras maquinarias o equipos agrícolas. En ningún caso para financiar maquinaria destinada a la elaboración de vino ni la compra de herramientas. Del importe de la ayuda percibida se debían descontar los impuestos correspondientes, ya que según los afectados, “ese dinero estaba considerado como un beneficio y, por tanto, sujeto a impuestos”.
Otra cosa eran los pabellones. Para empezar, como se explicó en el Pleno del 18 de febrero, la demolición no se podía llevara cabo sin que lo decidiera una sentencia judicial, ya que, en aquella fecha, la Ertzaintza todavía no había dado publicidad a la causa del incendio. Y cuando por fin se autorizó la demolición, los propietarios se enteraron de que parte de su edificación estaba fuera de la legalidad, porque la calle debía tener más anchura que los 13 metros que tiene en la actualidad. Eso significaba que los pabellones, que habían tenido 235 metros cuadrados cada uno, no podían superar ahora los 180, 55 metros menos.
El problema se llevó a la sesión plenaria del 18 de febrero y el planteamiento que se hizo desde el Ayuntamiento, según consta en el acta de aquella jornada, fue buscar un acuerdo para evitar la pérdida de superficie de construcción. En este punto por parte de Alcaldía se informó de que con fecha 5 de febrero de 2019 se incorporó como arquitecto asesor Alberto Julián Vigalondo, la persona encargada de emitir los informes preceptivos. Por parte de un representante del PNV se informó de que, según el criterio del anterior arquitecto Iñigo Melero, se debería proceder a iniciar un procedimiento de modificación puntual de las normas subsidiarias existentes para no perder edificabilidad, lo que supone un procedimiento administrativo extenso en tiempo. O bien esperar al nuevo plan general de ordenación urbana, que está todavía en proceso de licitación y que será un procedimiento mucho más largo que el anterior. Como tercera opción, se propone estudiar la posibilidad de acudir a un informe jurídico favorable que permita reedificar los pabellones tal y como estaban, por causa de siniestro. Por parte de la Alcaldía se informó de que se encargará ese informe con la mayor celeridad posible.
Y en ese punto sigue parado el proceso. La convocatoria electoral detuvo agendas y proyectos y, aunque desde el Ayuntamiento, por encargo de los afectados, ya se ha solicitado un encuentro con los responsables forales de Urbanismo, aún no se ha celebrado. Los propietarios, por su parte, quieren volver a reconstruir. Ésa es la razón por la que los restos del incendio se han derribado para evitar riesgos, pero se han dejado las soleras como testimonio del espacio que tenían los pabellones y que ahora cuestiona la legalidad urbanística.
Demolición. Los pabellones agrícolas quedaron seriamente dañados como consecuencia del incendio ocurrido el 16 de noviembre del pasado año, razón por la que las partes dañadas han sido demolidas parra evitar accidentes.
Reconstrucción. Debido aun fallo urbanístico de exceso de edificabilidad, la reconstrucción de los pabellones está, de momento, paralizada hasta que se adopte una decisión, ya que la superficie parece que se reducirá a la mitad.