Vitoria - Gasteiz escenificó ayer la puesta en marcha de lo que pretende ser una amplia e inédita red de comunidades compasivas a nivel vasco. Un proyecto que mira a las sociedades de un pasado no muy remoto, donde la comunidad se implicaba en el cuidado del otro en las fases finales de la vida, pero cuyos valores se han ido perdiendo con el paso del tiempo. “Por desgracia, vivimos en una sociedad cada vez más individualista, donde la soledad en las personas mayores es creciente y una preocupación”, expuso ayer en su primer acto público el nuevo diputado foral de Políticas Sociales, Emilio Sola. El responsable foral se reunió en el Palacio de la Provincia con personal técnico experto en iniciativas que involucran a la sociedad en este tipo de acompañamiento solidario como punto de partida para la conformación de esta red, que nace con un “importante” reto, según Sola: “Que ninguna persona muera en soledad”.

La iniciativa ha echado a andar en Álava, según el diputado foral, porque el territorio cuenta con un “buen caldo de cultivo” en esta materia, con organizaciones y asociaciones implicadas en los cuidados paliativos y en el acompañamiento al final de la vida como es el caso de Vivir con voz propia. Junto a este colectivo, tomaron parte en el encuentro Santurtzi, comunidad cuidadora; la asociación donostiarra para el apoyo de personas en situación de duelo, Bidegin; Zarautz herri zaintzalea; Mandalara, de Orio, 3D Social movement, de Bilbao; y Getxo zurekin. Asociaciones con sede en los municipios vascos que más han tomado la delantera en este ámbito a lo largo del tiempo. El reto ahora es, según Sola, avanzar hacia un modelo “coordinado” entre todos los municipios de la CAV y en colaboración con el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, donde hasta hace escasos días ha ejercido como director el propio diputado.

La reunión de ayer sirvió para tratar aspectos técnicos e incluso de terminología previos al contacto con los ayuntamientos, que según Sola será “inmediato”, de cara a trabajar ya en el despliegue efectivo de la red. “Pero teniendo muy en cuenta que es un fenómeno bottom up, de abajo a arriba, que tiene que nacer de la sociedad e involucrar luego a las instituciones. Tenemos que movilizar a la ciudadanía, crear una ciudadanía activa y que apueste por este tema”, sintetizó el diputado de Políticas Sociales. Se trata, en definitiva, de crear dinámicas de cambio social y cultural, con el objetivo final de que la ciudadanía se involucre y participe activamente en el proceso de final de la vida de sus vecinos ofreciendo apoyo, consuelo y cariño desde la solidaridad y el trabajo en auzolan. “Es un ejemplo de innovación vintage, porque es recuperar el sentimiento de vecindad que existía y que por desgracia se va perdiendo. Supone ir contracorriente, pero soy bastante pertinaz con estas cosas, por no decir cabezota”, prometió el diputado.

Naomi Hasson, irlandesa residente en Bizkaia y promotora de comunidades compasivas, apuntó por su parte, en la línea de Sola, que en la frenética sociedad actual “no hay sitio para el sufrimiento”, una realidad que se suma al hecho de que los cuidados paliativos “están cada vez más medicalizados”, cuando “en realidad la comunidad debe ser socia de ese acompañamiento”. Un esquema en el que encaja como un guante esta nuevo proyecto, ante el que Hasson se muestra optimista por la buena situación de partida en la que se encuentran la CAV en general y Álava en particular. “Euskadi es reconocida por su red de voluntariado”, apuntó la experta en este sentido.

Contradicción. Según los datos aportados ayer por Naomi Hasson, promotora de comunidades compasivas, en el proceso final de la vida cada paciente sólo está un 5% del tiempo con sus médicos y enfermeras, mientras que el 95% restante se encuentra en casa, en una residencia o, directamente, solo. La experta justificó así que puede hacerse mucho más para llenar estos espacios gracias al voluntariado, dando “herramientas” a la población para que se sienta “empoderada” y vuelva a los valores del acompañamiento.