Vitoria - Tener un arquitecto de cabecera en un edificio, o lo que es lo mismo, un técnico que puede contratar la comunidad de vecinos para realizar inspecciones periódicas en el inmueble con mayor frecuencia que el tiempo establecido, mejora la conservación de los inmuebles. De ello está convencida la asociación de propietarios urbanos de Álava, cuya presidenta y arquitecta, Isabel Martí, junto a su colega, Ekain Jiménez, ofrecieron ayer por la tarde una charla en el museo Artium de Vitoria para explicar que la importancia de la contratación de esta figura, aunque sea algo desconocida en capital alavesa, ya que puede suponer una gran ayuda a la hora de saber cuál es la mejor forma de ejecutar una obra, gracias a los conocimientos de este profesional, con el consiguiente ahorro de costes importantes para los propietarios.

“Tener un arquitecto de cabecera es anticiparse a los problemas. Da tranquilidad y confianza, va a evitar complicaciones al presidente de la comunidad y va a buscar soluciones específicas. Yo creo que es un valor añadido porque va a tener una visión global del edificio. Va a estar más pendientes de los temas de mantenimiento y antes de que las cosas vayan a más, se pueden ir resolviendo”, remarca Martí.

Un ejemplo claro, para ella, puede ser el de que un portal que vaya a hacer una obra de cota cero. Así pues, un bloque que tenga contratado un arquitecto de cabecera, “va a controlar mejor los presupuestos de obras de otras empresas, va a seleccionar la mejor y la más económica para la comunidad, pero en las mejores condiciones, también se va a hacer cargo de todos los pagos y, sobre todo, de que la obra salga bien”, destaca.

Sin embargo, en este tipo de casos lo habitual es que el presidente de la comunidad, lo primero que haga sea llamar a las tres o cuatro empresas de turno. “Y eso no puede ser porque son ofertas con el paquete completo, en el sentido de yo te pido la licencia, yo contrato al arquitecto... Y si vamos a pagar de todas formas a ese arquitecto, pues lo mejor es que trabaje para el edificio y no para la empresa, para que redacte un proyecto en el que en todas las ofertas aparezcan las mismas condiciones y no lo contrario”, para que no haya una diferencia de materiales con el pasamanos, por ejemplo. “Pero si hay un técnico, que previamente ha hecho el estudio de qué hay qué hacer y de qué manera, todas te van a ofertar lo mismo y puedes comparar. De la otra manera, adjudican las obras de aquella manera y por precio”, subraya.

Y el hecho de decantarse por el presupuesto de obra más bajo de todos los consultados siempre, por lo general, suele ser un gran error: “Yo siempre suelo decir a las comunidades que el presupuesto escandalosamente más barato, nunca si todos andan entre 100.000 euros, por ejemplo, y uno pide 60.000 euros, porque es peligroso. Las cosas cuestan lo que cuestan”, alerta Martí.

Chapuzas en fachadas Pese a sus advertencias, más de una vez esta arquitecta se ha llevado las manos a la cabeza al comprobar in situ las chapuzas que se han realizado en alguna que otra fachada de la ciudad cuando sus vecinos han querido subsanar algunas de las patologías más comunes de sus edificios: normalmente, causadas por filtraciones o humedad y que muchas veces son debidas a la falta de mantenimiento y otras veces por obras mal hechas, que como, insiste, si hubiese habido un técnico dirigiéndolas, no se hubieran hecho nunca mal. “Yo vi una vez la fachada en la que los mármoles los habían anclado con redondos de obra, que se oxidan y que contribuyeron a que se partieran más los mármoles, pues si hubiera habido un arquitecto hubiera hecho una solución y no esa, que ha supuesto después una inversión mucho más importante para la comunidad para reparar lo que estaba mal hecho o esas fachadas de ladrillo que se barnizan y lo que estás haciendo es ponerle un chubasquero a la fachada y, precisamente, consigues lo que te pasa como cuando vas al monte: que no te mojas de la lluvia, pero te acabas calando por tu sudor. Pues con las casas igual porque respiran y si tú le pones un chubasquero, la humedad se queda en el ladrillo y en cuanto hiela, casca. Entonces, es peor el remedio que la enfermedad”.

Y aunque poner a un arquitecto de cabecera puede evitar este tipo de errores, además de ahorrar costes presentes y futuros al encargarse, sobre todo, de que la obra salga bien y más económica, no es nada común que esta figura se contrate en la capital alavesa, salvo unas pocas excepciones, como la de la propia Martí. “Yo, personalmente, estoy funcionando así con una comunidad de ocho portales, porque el que está de presidente ha tenido esa visión, porque es un edificio que tiene más de 35 años y cuando no son temas de canalones en cubierta, es el patio interior o es que la junta de dilatación no funciona bien o que los ladrillos se están descomponiendo, el que un arquitecto tenga esa visión del edificio y vaya programando las obras que hay que hacer, ayuda”, reitera.

De hecho, asegura que la contratación de estos arquitectos de cabecera no sale muy caro. “Yo te puedo asegurar que en mi trabajo me he encontrado muchas veces con que los decoradores son muchísimo más caros que los arquitectos. La fama es que el arquitecto es caro, pero realmente no es que tengamos unas tarifas, ya que no existen desde hace años. Los honorarios son libres”.

Aún así, Martí cree que los portales sí que suelen conocer la importancia de los arquitectos en general, “lo que pasa es que muchas veces desconocen qué tipo de cosas hacen”, debido a este miedo de que el arquitecto es muy caro “y es como una especie de impuesto revolucionario. Pero te puede ayudar a que tu casa, que es tu mayor inversión, esté en perfectas condiciones. Además, si está bien mantenida, su valor de mercado es mayor”, enfatiza.

La presidenta de los propietarios urbanos de Álava también ofrece un par de consejos para que a una comunidad le salga más económica tener en nómina a uno de estos arquitectos de cabecera. Uno de ellos es el de que “se puede ir pagando puntualmente por los informes que haga este arquitecto de cabecera”. Otro es el de tener a esta figura mediante una especie de convenio anual para que haga ciertos informes o supervisiones al año. “Se puede tener esta figura de varias maneras”, aclara.

De esta manera, se tendría a esta figura de apoyo “que puede venir muy bien y ahorrar dinero a las comunidades, al estar pendiente del edificio, que se lo conoce de arriba a abajo, que va a controlar cómo se van a hacer las obras, que va a hacer informes previos sobre el estado del inmueble porque el presidente de turno nunca sube a la cubierta y los problemas no se atacan hasta que es muy evidente que hay goteras en el piso de abajo”.

Por esta razón, ayer ofreció todos sus consejos en esa charla para dar a conocer la importancia que puede tener estos arquitectos de cabecera en el mantenimiento de los edificios. En especial, como concluye, “sabiendo que el 70% de los de Vitoria tienen más de 30 años”. Los más antiguos, en concreto, están en el Casco Viejo, “y el esfuerzo mayor que se ha hecho allí ha sido en un lavado de cara de los edificios pero cuando entras, te quedas horrorizado. Suelen tener problemas de agua (canalizaciones...), porque al final son edificios de madera y si se moja, no se seca y se pudre”, precisa.

Arquitecto de cabecera. Es un técnico que puede contratar la comunidad de vecinos para realizar inspecciones periódicas en el edificio con mayor frecuencia que el tiempo establecido en la actualidad por la ITE.

Charla. La asociación de propietarios urbanos de Álava organizó ayer una charla, con el arquitecto Ekain Jiménez y la presidenta de la asociación, Isabel Martí, en el museo Artium para resaltar la importancia que tiene el arquitecto de cabecera a la hora de mejorar el estado de conservación de un edificio, al ofrecer su ayuda para ejecutar una obra y el ahorro de costes al anticiparse a posibles problemas.