Estos días varios, rincones de la provincia se llenan de fiestas con la llegada de San Juan. Barrios y localidades acogen diversos rituales que han permanecido a los largo de los años como en Agurain que, después de la plantada del chopo en la plaza de la villa la víspera de la festividad, la localidad se sumerge en una serie de actos mantenidos a lo largo de los años.
Un año más, la capital de la Llanada oriental volvió a repetir sus ritos. Tras una larga noche de fiesta y bajo el cobijo del símbolo de una de las tradiciones más arraigadas de la localidad, el chopo de San Juan, los primeros rayos de luz iluminaban el camino de aquellos que se reunieron en el casco histórico de la localidad para cumplir una de las tradiciones que se remonta a siglos atrás; acompañar a los miembros de la Corporación -éstos a caballo- y el resto andando hasta la pequeña Arrízala, a escasos cuatro kilómetros de la capital de la Llanada.
Ataviados con trajes tradicionales, los miembros de la Corporación subieron a lomos de los caballos y las yeguas para cabalgar, acompañados de las carrozas realizadas por los vecinos, hasta Arrízala donde se celebró una misa. Los más ancianos del lugar recuerdan haber escuchado a sus mayores cómo al amanecer del día de San Juan Bautista andaban descalzos en el campo recibiendo el rocío. Así cumplían el rito de la sanjuanada, que evitaba la pereza durante todo el año. Más tarde, las mozas de las diferentes casas recogían flores en las huertas para posteriormente confeccionar diferentes ramos de flores para entregárselos posteriormente a los miembros de la Corporación que acudían desde Agurain hasta la iglesia de San Esteban Protomártir de Arrízala.
La costumbre marca el rito de que las autoridades acudan a esta localidad montados en sus respectivos caballos. A la entrada del pueblo, como antaño, varias vecinas les recibieron con cánticos. “Al ilustre Ayuntamiento venimos a saludar y a darle la bienvenida como el día de San Juan”, cantaban un grupo de vecinas de Arrízala con el pandero en la mano ante la llegada de los miembros de la Corporación.
“Gracias a Dios que ha llegado la mañana de San Juan, Gracias a Dios que ha llegado la justicia principal. Ya viene el señor alcalde en el sillón, ya viene al pueblo de Arrízala a tomarlo en posesión. En la puerta de la iglesia hay un arbolito en flor en cada ramita un ángel y en medio nuestro señor”, se entonaba antiguamente a la entrada de la Corporación a la localidad.
Un año más, la pequeña iglesia de Arrízala se quedó pequeña para acoger a las decenas de personas que acudieron con fiel devoción al oficio religioso en honor a San Juan, patrón de Agurain.
La tradición. Tras una noche de fiesta, las primeras luces del día iluminaron el camino para cumplir con una tradición que se remonta a varias centurias en el tiempo.
Procesión a caballo. Ataviados con los trajes tradicionales, los miembros de la Corporación de Agurain se subieron a lomos de varios caballos. Sobre ellos completaron los escasos cuatro kilómetros hasta Arrízala, acompañados por las carrozas realizadas por los vecinos.