vitoria - El personal sanitario, especialmente el de atención primaria, puede tener un papel clave en la identificación de los episodios de violencia machista, aunque no siempre es fácil que éstos salgan a la luz. Esta realidad suele agravarse en el entorno rural, donde las mujeres acostumbran a sufrir un mayor aislamiento y presión social, lo cual deriva en la invisibilización de muchos casos. Lo sabe bien Mertxe Luna, médica de familia del centro de salud de Zambrana, que en varias ocasiones ha tenido la sospecha de encontrarse ante pacientes maltratadas pero, por no preguntar, no ha podido confirmarlo y ayudarlas.
“Pueden venir con una serie de quejas o de síntomas, pero si no los miras con las gafas adecuadas, no lo vas a ver. En mi caso, quizá me ha dado cierto reparo entrar, para no herir o no molestar. Y al no preguntar pierdes muchas detecciones”, explica esta profesional en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Por fortuna, la Cuadrilla de Añana ha comenzado a dar pasos firmes en la identificación y la lucha contra la violencia machista desde todos los ámbitos. Junto al protocolo de coordinación interinstitucional para la mejora en la prevención y la atención a las víctimas aprobado este mismo año, una treintena de profesionales sanitarios de la comarca han tomado parte en una formación específica en torno a la detección precoz de estos casos, a la que también se ha sumado personal de los servicios sociales de base. Luna ha sido una de ellas, junto a la también médica de atención primaria, en este caso en Villanueva de Valdegovía, Carmen Rodríguez. Ambas han accedido a compartir sus impresiones con este periódico.
La iniciativa fue impulsada por el servicio de Igualdad de la Cuadrilla y ha contado con la colaboración de Osakidetza, mientras que la consultoría especializada Sortzen ha sido la encargada de dar la formación. En el caso concreto de Añana, Norma Vázquez, psicóloga y terapeuta familiar de este colectivo, ha tomado las riendas. “Ha sido una experiencia muy buena, No faltaron los debates, pero en términos de información, de conocer la situación de estas mujeres o sobre la importancia de una buena acogida”, señala Vázquez.
Ese “temor a equivocarse” a la hora de preguntar a una paciente cuándo se duda sobre si ha sufrido violencia ha sido uno de los ejes sobre los que se apoyó la formación, que se desarrolló en mayo y a través de tres sesiones. Una teórica, una segunda más práctica y una tercera de puesta en común. “Hemos aprendido formas de facilitar que la paciente nos pueda trasladar lo que le está sucediendo o que ella misma lo vea y lo cuente, porque en muchas ocasiones puede no verlo”, remarca Luna. “No pasa nada cuando se pregunta desde el respeto y la confianza. Lo importante es perder ese miedo a preguntar y, más tarde, acompañar”, enfatiza por su parte la formadora de Sortzen.
La aprobación previa del protocolo de coordinación contra la violencia machista en Añana sirvió para que en la cuadrilla se replantease la posibilidad de formar en esta materia a su personal sanitario, porque esta “necesidad” ya se encontraba sobre la mesa desde bastante tiempo atrás. Así lo remarca Carmen Rodríguez, que hace unos años participó en la creación del colectivo Laukia mujeres en acción y pone precisamente el foco en la “dificultad” de identificar los casos de violencia machista en los pueblos. “Hay más factores que facilitan la soledad y el aislamiento, y en el caso concreto de Añana la dispersión de la población es brutal”, apunta la médica de Villanueva de Valdegovía. En su caso particular, también entra en juego el “miedo” a que la paciente “se escape” al sacar el tema, “a no estar respetando su ritmo y acabar perdiéndola”.
profundizar Esta profesional que suma casi una década de experiencia en el centro de salud del pueblo pone en valor la iniciativa impulsada en la cuadrilla, aunque reconoce que todavía hay que dar muchos pasos en el ámbito de la formación. “Habría que ampliarla a otras zonas y en nuestro caso, profundizar. Hemos trabajado mucho la sensibilización, pero habría que trabajar más en cómo se gestiona la entrevista. Ha sido un primer contacto, para sentar unas bases. Lo importante es que ha servido para saber que tenemos un papel que tenemos que asumir y que no somos una parte pasiva”, apunta la especialista.
Desde que recibió la formación, Mertxe Luna ya ha tenido la ocasión de preguntar a una paciente “ante una situación sospechosa” y ahora no tiene dudas. “De todo esto me quedo, porque lo tengo grabado, con que es mejor preguntar y equivocarte que no hacerlo y que esa paciente siga sufriendo malos tratos”, apunta la profesional, que también cree “importante” que las mujeres de la zona sepan que “muchas personas” están ya “sensibilizadas”. “Que si pasa algo sepan que no van a estar solas y que hay recursos”, remarca.