Llodio - La entrada del colegio La Milagrosa de Llodio se va a convertir hoy, de 08.30 a 09.15 horas y de 12.30 a 13.30 horas, en un mercadillo solidario de venta de jabones de glicerina, con añadido de aceites esenciales. No en vano, han sido elaborados a mano por el alumnado de tercero de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) del propio centro, a través de un proyecto educativo interdisciplinar que ha englobado a las asignaturas de lengua, matemáticas, biología y química.

Y es que, los estudiantes “han tenido que elaborar cartas formales para la dirección del centro, realizar textos expositivos sobre los aceites empleados e instrucciones sobre la elaboración de jabones y publicitar la venta de estos”, explican desde el centro educativo. Además, han confeccionado presupuestos y listas de pedidos, y han practicado el proceso de destilación y trabajado los aceites desde el punto de vista de la biología. El proyecto se cerrará una vez finalizado el mercadillo “con la redacción de una noticia para dar cuenta de lo acontecido”, matizan.

En concreto, quienes se acerquen a colaborar con este mercadillo podrán adquirir jabones de diferentes tamaños, diseños y cualidades, según el tipo de aceite esencial utilizado: lavanda, árbol del té, yuzu, hierbabuena, menta piperita o litsea. Pero ahí no se quedará la cosa, ya que todo el dinero recaudado irá a parar a la asociación local Nomeolvides, integrada por voluntarios que trabajan para buscar, almacenar, ordenar y repartir alimentos entre las familias más necesitadas y con menos recursos del municipio. “Todo el trabajo en torno a esta iniciativa ha ido acompañado de ese valor solidario que el centro intenta inculcar en su alumnado y que tanta importancia tiene en el quehacer diario del colegio”, apostillan.

Desde 2013 Por lo que respecta a la asociación local beneficiaria de este mercadillo, Nomeolvides, ha atendido desde su creación en 2013 a 1.294 familias (un total de 4.337 personas de las que 1.892 eran menores). De ellas, 200 corresponden al año pasado, cuando percibieron un descenso del 23% en el número de usuarios “que atribuimos a la mejora de la situación económica”, matiza su presidente, Patxi Sánchez. En este punto, también indica que “aproximadamente el 40% de las familias a las que atendemos son de origen extranjero”.

Su labor -para la que cuentan con una veintena de voluntarios, a los que se les suele sumar la ayuda de la asociación de personas con discapacidad intelectual Apdema- consiste en la organización de un par de grandes recogidas de alimentos anuales en los supermercados del municipio, con las que luego configuran los lotes que entregan a las personas que ayudan, y en los que también incluyen productos de aseo y limpieza de primera necesidad, así como “leche, galletas y chocolate en el caso de que haya menores de edad”, añade.

A lo largo de su trayectoria también han puesto en marcha los proyectos “barra de pan solidaria” y “café solidario”, por los que personas necesitadas podían adquirir alguno de estos productos de forma gratuita, en bares y panaderías colaboradoras en las que otros vecinos las habían dejado pagadas para esta causa. Lo que ya no hacen es recoger juguetes usados, sino solo nuevos. Y es que en pasadas campañas “muchas de las donaciones no reunían los requisitos mínimos que exigimos para nuestros usuarios”, sentencian desde este centro.