Vitoria - Entre el 26 y el 28 del pasado marzo, el sindicato policial ErNE celebró una serie de jornadas informativas sobre el origen y la actual situación de las bandas latinas en nuestro entorno. Al curso acudieron agentes de la Policía Local de Vitoria y aunque el fenómeno aún no ha arraigado con fuerza en la capital alavesa, los expertos reconocen que es cuestión de tiempo que el fenómeno cale en la ciudad. La magnitud de los dos grupos preponderantes en Gasteiz, Gatilleros y Combo de Arriaga, no entraña riesgo por el momento y sus actividades no preocupan todavía a los responsables de la seguridad ciudadana. Más allá de episodios puntuales de citas concertadas para pelearse entre los miembros de ambos, la realidad de las bandas en Vitoria dista mucho de lo que se vive a día de hoy en ciudades como Madrid o en Barcelona.

Las informaciones compartidas con los agentes durante estas jornadas hablaron de jóvenes que sienten que su grupo, “su familia”, es parte medular de su existencia. “Ser pandillero significa ser solidario, alimentar a otro pandillero o asesinar por su pandilla. Ser pandillero está considerado por muchos como una auténtica forma de vida”, señalan los expertos. Una situación que genera una percepción social negativa de los jóvenes en general y que frena su desarrollo como protagonistas del cambio social.

Unos de los protagonistas indiscutibles de este fenómeno son los Latin Kings, cuyos diferentes grupos quedaron congregados en 1994 bajo la denominación ALKQN: Almighty Latin Kings and Queen Nation. Su estructura es piramidal, la nación está integrada por reinos que, a su vez, se nutren de tribus. Estas se componen de capítulos, que son la estructura más básica. Dentro de España, en Madrid se encuentra el Reino Inca; en Barcelona el Reino Hispano; en Valencia y Alicante el Reino Maya; en Murcia el Reino Azteca y en Canarias el Reino Chibcha. En la cúspide de la jerarquía se encuentra el grueso de la Nación ALKQN, de la que emanan unos pocos reinos, divididos a su vez en tribus que acaban por disgregarse en multitud de capítulos.

La estructura de uno de esos capítulos está liderada por el Inca o primera corona, seguido del Cacique o segunda corona, el Esforzador o tercera corona, el Tesorero o cuarta corona, y del Secretario o quinta corona.

El segundo gran pilar del fenómeno de las bandas latinas lleva el nombre de los Ñetas, que proviene, según varias fuentes, de la palabra “neta”, grito de alegría que los indígenas de Puerto Rico daban al nacer su primer hijo varón. La estructura del grupo es piramidal. Sus miembros pertenecen a un colectivo básico llamado “pueblo”. Cada “pueblo” consta de una “comitiva”, que cuenta con dos máximos mandatarios. Las “comitivas”, junto con un presidente de junta, componen la Junta Central.

En Cataluña, el “pueblo” más importante se ubica en el distrito de Sant Andreu, más concretamente en el Parc de las Pegaso, y es conocido como “Pilares de la Tierra”. Para crear un nuevo “pueblo” se debe contar con la participación de un miembro de “la Pegaso”, que será quien impartirá “las enseñanzas”. Esta figura es conocida como el “asesor”.

La imaginería religiosa es importante en el grupo y los “rosarios” que portan sus miembros portan 73 grandes cuentas en forma de corazón. Una por cada prisión de Puerto Rico. Siete más son negras y representan a los siete pilares de la asociación, una de color blanco simboliza la paz que quieren conseguir y otra, de color rojo, la sangre derramada por los “hermanos”. La cruz indica su unión con Jesucristo.

Un tercer grupo, con raíces dominicanas, es el de los Trinitarios o 3ni, creado para proteger y defender los derechos de este pueblo en los EEUU. Su ideario está basado en Dios, patria y libertad, el lema de la República Dominicana. El número 3 es muy importante en su simbología, por lo que su signo de banda se realiza con tres dedos. Su color distintivo es el verde.

Por último, se encuentran las Maras, también con cierto arraigo en Cataluña. En sus inicios estaban integradas por jóvenes originarios de México, El Salvador y Nicaragua, aunque en Cataluña pueden ser de cualquier nacionalidad. Su estructura interna está formada por un jefe y varios subjefes, aunque no cuentan con una jerarquía clara. Esta pequeña anarquía da lugar a grupos llamados “clicas”, que adoptan diversos nombres. Su color de referencia es el azul y manejan un lenguaje de signos con las manos para comunicarse entre ellos.

En entornos marcados por la pobreza, aparecen nuevas concepciones de la privación: vulnerabilidad, exclusión, discriminación, explotación y violencia. Tópicos que recobran su relevancia en la discusión sobre la inequidad social y que potencian la gestación de las bandas. “Es urgente expandir el debate de la pobreza, entendida no sólo como carencia económica, hacia la comprensión de la miseria como elemento clave para la construcción de prácticas sociales que buscan enfrentar de raíz las necesidades del individuo, la familia o la colectividad. Esta tarea implica una perspectiva multidisciplinaria, por lo que la metodología de estudio y la reflexión normativa resultan indispensables en una discusión que abra nuevos horizontes a la investigación social”, subrayan.

Con el paso de las décadas, el fenómeno ha evolucionado hasta llegar a su estado actual. “Se deben distinguir claramente dos tipos de grupos juveniles, muy diferentes entre sí y con objetivos de vida diametralmente opuestos: las bandas, tribus o colectivos, reunidos a partir de distintas interpretaciones culturales que generan y reproducen patrones visibles de comportamiento común, y los pandilleros, que siempre han existido y que están directamente conectados a la delincuencia y al crimen organizado. Éstos pueden jugar un papel determinante en la contaminación de otros jóvenes habitantes de sus barrios”, explican los especialistas.

Así, refieren que en entrevistas realizadas a jóvenes, sus familias, educadores y agrupaciones que trabajan en su entorno, se dan testimonios de la “importación y adopción” de la cultura del pandillerismo entre las bandas: vestimenta, tatuajes, símbolos corporales, lenguaje, grafitis y la música. “Cultura que va ligada a un creciente clima de inseguridad, de portado de armas, de delincuencia y de violencia, clima que los pandilleros generan y que acentúan los cambios en el comportamiento de los menores en sus familias, en sus barrios y hasta en sus escuelas. Separarlos e identificarlos no es sencillo, pero debería ser uno de los objetivos actuales de la investigación social a este respecto”.

Pertenencia. Las bandas satisfacen la necesidad de pertenencia de los jóvenes y les acogen en grupos que ellos pasan a considerar su familia y parte medular de su existencia.

Jerarquía. En los dos grupos con mayor peso dentro del Estado, los Latin Kings y los Ñetas, la jerarquía es uno de sus aspectos más relevantes.

Simbología. Las bandas adquieren un color distintivo y una serie de elementos que sirven para reforzar la identidad del grupo y el sentimiento de pertenencia. En el caso de los Ñetas, por ejemplo, la imaginería religiosa, y más concretamente los rosarios, son importantes.

Vitoria. La situación de las bandas latinas en la capital alavesa aún no representa ningún peligro. Más allá de peleas entre los miembros de los dos principales grupos, Gatilleros y Combo de Arriaga, no se han registrado episodios de relevancia.