vitoria - Nada menos que cuatro décadas al frente del Círculo Catalán de Álava. ¿Cuáles han sido los mejores momentos?
-Hombre, varios. Uno fue cuando, a través de la Unesco, los 122 centros regionales de Cataluña en todo el mundo celebramos el día mundial de la sardana. Se hizo a las 12 del mediodía en todos los sitios, cada uno con su huso horario. Nosotros lo hicimos en el parque de La Florida, allí nos reunimos para bailar. El que era director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, mandó un mensaje a todos los centros regionales catalanes y fue leído por todos los presidentes. En el caso de Vitoria fui yo. Aquél mensaje tenía que ser respondido por una personalidad del lugar de origen y nosotros escogimos a Henrike Knörr, que era de Tarragona. Como era vicepresidente de Euskaltzaindia, respondió en castellano, euskera y catalán. Estuvo muy concurrido, fue un acto muy bonito. Otro fue cuendo vinieron los castellers de Sitges a la Plaza Nueva. Fue durante unas fiestas de La Blanca en las que Iñaki Gabilondo leyó el pregón, con José Ángel Cuerda de alcalde. El grupo entró por la arcada que da a la calle Dato como torre. No una torre fuerte, una de un pilar, y avanzó por un pasillo a través de la gente hasta llegar al Ayuntamiento. El alcalde cogió a l’enxaneta, que es el que está arriba, y lo subió al balcón. Luego hicieron dos torres. En una fue la ikurriña y en la otra la senyera. La senyera, ¿eh? No la estelada.
¿Últimamente tiene que puntualizar mucho estos detalles?
-Sí, hay que tener cuidado, aunque yo no me quiero pronunciar en este sentido.
Muchos buenos momentos. ¿Alguno malo?
-Hombre, sí que ha habido malos porque, para empezar, no teníamos ni un duro. Cuando Santiago de Griñó, que fue el primer presidente, lo dejó, me ofrecí a seguir y le pedí la lista de los catalanes de Álava, que por aquél entonces, 1977, eran unos 40. Me comprometí a celebrar los actos de Sant Jordi, Montserrat, la Diada... Y se acabó el dinero y fui a la primera sucursal de La Caixa que hubo en Vitoria, en la plaza Santa Bárbara, a pedir un préstamo de un millón. Lo avalé yo, ¿eh? Con aquél dinero pudimos traer a un montón de gente: habaneras, bailes regionales...
¿Y cómo devolvieron el préstamo?
-Al venir a toda esa gente e integrarnos en la Federación de Centros Regionales, empezamos a recibir una subvención del Ayuntamiento y otra de la Diputación. Con aquél dinero fuimos amortizando el préstamo. Aprobamos unos estatutos legales y dejamos de ser una simple lista de gente. Nos constituimos en entidad cultural recreativa, apolítica totalmente, presentamos los papeles en la Generalitat y en el Gobierno Vasco y se nos reconoció como Círculo Catalán de Álava. De Álava, ¿eh? No sólo de Vitoria, porque hay catalanes en muchos lugares. Cuando liquidamos el préstamo, pasamos a mantenernos con el dinero de las subvencionesy una cuota de 40 euros anuales que pagan los socios. No se ha cambiado el precio en años porque es algo simbólico. Con ir a los actos de la Diada, al aperitivo, a Sant Jordi... ya está amortizada la cuota.
Su sede está en Loreto Arriola. ¿Por qué no se ubicaron con el resto de las casas regionales?
-Aglutinar a las casas regionales en Lakua Arriaga fue una buena idea, pero hay casas que no tienen un gran poder adquisitivo, como la nuestra. El Ayuntamiento nos cedió a todos el terreno por igual, con la condición de construir un edificio. Empezamos a pedir presupuestos a arquitectos y nos íbamos a ochenta y tantos millones. Hablé con Duran i Lleida en Barcelona y me dijo que no podían invertir ese dinero. Rabanera, que estaba de diputado general, me dijo que si ellos ponían 25 millones a fondo perdido la Diputación lo igualaba, pero aún así hasta 80... Y, de todas maneras, que allí no nos daban más que una subvención de 7.000 euros anuales al cambio actual. Con aquello no teníamos ni para pipas, así que llevé el asunto a la junta y decidimos enviar una carta al Ayuntamiento agradeciendo la oferta, renunciando al terreno y planteando la posibilidad de que nos cedieran un local municipal a 50 años. Vimos unas 15 lonjas peladas, completamente vacías, ni suelo ni nada. Al final cogimos esta porque era la más grande, unos 90 metros, ero como no está insonorizada sólo celebramos conferencias, reuniones, alguna merienda siempre que la comida venga de fuera, porque no hay cocina... Y vemos los partidos del Barça.
¿Cuántos catalanes viven actualmente en Álava?
-Pues mira, 1.586. Cuando empezamos había 247. Datos del Eustat. Como fui 16 años vicepresidente de la federación y el Eustat nos pedía encuestas trimestrales, un año les pedí que me facilitaran los datos correspondientes a las ocho casas regionales y por eso tengo los datos actualizados al año pasado. 1.586 catalanes en Álava: 1.144 de Barcelona, 162 de Tarragona, 150 Lleida y 130 de Girona. En Bizkaia residen algo más de 4.000 y en Gipuzkoa tres mil y pico. 8.732 en todo el País Vasco. Ahora, ¿de estos son todos socios? No.
¿Cuál era el perfil de los primeros socios del Círculo?
-Dicho con todo el respeto, no era del tipo que llegaba con la maleta, buscando trabajo y que tenía parientes aquí. Era más bien de profesionales reconocidos. Un director de banco, un médico, un sastre... Un nivel alto.
¿Cuántos años lleva en Vitoria?
-En Vitoria... Desde el 74.
Pues no ha perdido usted el acento
-No sé... (se ríe). Cuando trabajaba de gerente había una cosa que me delataba como catalán, que era el apellido. En cuanto la gente escuchaba Llorens me decía que no era de Álava. O catalán o valenciano. En Vitoria hay otro Llorens, que fue director de la Escuela de Ingenieros de Álava. Y otro más, Llorens de segundo, que fue director de la banda de música de Vitoria. Este era valenciano. Mi segundo apellido es Larregola, que traducido al español es la ferrería del pastizal. Y es vasco.
¿Echa de menos hablar catalán?
-Lo hablo. Con mi mujer, mis hijos y mis nietas.
¿En la intimidad?
-En la intimidad, como Aznar. (risas) Lo primero que salta cuando te encuentras con un catalán, sea socio o no, es hablar catalán. Las dos cosas que más echas a faltar de Cataluña en Álava son, para mí, el catalán y el clima. Aquél azul mediterráneo que pintaba Sorolla y aquél sol de Cambrills en la playa... Ves aquí la niebla, el cielo de panza burro y no es lo mismo. Recuerdo mis primeros años en Vitoria, cuando nevaba tanto. Yo he tenido que poner cadenas para llegar a Abetxuko, donde teníamos la fábrica.
¿Le ha tocado participar en muchos actos institucionales?
-Me siento muy orgulloso de haber estado presente, en representación del Círculo Catalán de Álava, en las recepciones de los 5 lehendakaris y en las de todos los diputados generales de Álava, desde Fernando Buesa hasta Ramiro González. También he estado en la balconada, en La Blanca, desde el alcalde Cuerda hasta Urtaran. También en las Juntas Generales... Son actos muy especiales, porque hay que tener en cuenta que ha habido años en los que he asistido a 140 actos. Sólo en Álava.
También ha asistido a encuentros internacionales.
-Se han celebrado cuatro encuentros mundiales de las casas catalanas y he asistido a los cuatro. Los dos primeros se hicieron en Barcelona, con Jordi Pujol de presidente, que luego nos salió rana, luego estuvimos en Girona con Pasqual Maragall y con Montilla en el de Tarragona. Pero aquello fue hace mucho. A nivel europeo hemos estado en Marsella, Luxemburgo, Roma, Viena, Bruselas, Berlín, Londres, Madrid y Basilea. Este año se va a celebrar en Vitoria, después de 41 años. En el hotel Canciller Ayala. Es importante que este encuentro se lleve a cabo en Vitoria, porque da a conocer la ciudad y el territorio, sirve para hacer país. No sólo en Cataluña, sino en Londres, en Luxemburgo, en Berlín...