Vitoria - Es difícil que los cementerios se quiten de encima esa imagen lúgubre que llevan consigo. El hecho de tener que sortear, cada vez que uno se adentra en ellos, toda una hilera de tumbas, panteones, nichos y columbarios, salpicados de los retratos de los difuntos, poco ayuda en ese sentido. Sin embargo, Yolanda Díaz de Otálora, una vecina de Vitoria, cree que el de El Salvador sí que puede dejar de dar un poco de miedo, con un simple arreglo: el de su iluminación, “ya que actualmente no tiene ninguna triste luz”. Un problema de oscuridad que podría solucionarse en breve, ya que el Ayuntamiento, según adelanta DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, tras constatar esta queja, ya se ha comprometido a estudiar cómo mejorarla. “Es cierto que dentro del recinto no hay ninguna farola. El cementerio se diseñó así y ningún gobierno anterior creyó oportuno reforzar la iluminación. Nos hemos comprometido analizar si es posible reforzar la iluminación. Se va a ver qué posibles soluciones podemos plantear y elaborar un presupuesto”.
De ese “error garrafal”, Díaz de Otálora se dio cuenta en agosto de 2015, cuando, por desgracia, falleció su padre. “Desde entonces mi madre y yo hemos ido todos los días al cementerio de El Salvador”, recuerda esta mujer, a quien cuando trabaja de mañana, no le queda otra que hacerlo al poco de comer, puesto que ese turno acaba a las 15.00 horas, y es ahí cuando se percató del fallo que tiene el camposanto y que se agudiza en invierno, “porque el cementerio cierra a las siete de las noche, pero imagínate estar ahí a las cinco y media, que es cuando empieza a anochecer, así que entras y pasas hasta miedo. Nosotros hemos salido con las luces de los teléfonos móviles y aún así te da respeto porque sólo la zona del aparcamiento tiene farolas”.
Y, como añade, “no es que falte iluminación, es que no la hay”. Dentro del camposanto, “no hay absolutamente nada, ni una farola”, ni siquiera, como lamenta, luces de referencia para encontrar el camino de salida. Y afuera, la situación no es mucho mejor. “Como es un cementerio tan grande, hay dos entradas: una, a la izquierda, y otra, a la derecha. Y en cada una de ellas, hay un farol en el techo y ninguno de los dos tiene luz”, especifica.
En los tres años y medio que esta mujer lleva visitando El Salvador, estos faroles “nunca han tenido luz y eso que sólo bastaría con poner un par de bombillas”. Lo mismo pasa en el interior, en la zona de panteones o en los columbarios, habilitados para dejar las cenizas de los difuntos, como los que decidió esta familia para depositar las de su aita, “es una pena porque es una zona muy mona, dentro de lo que cabe, porque han puesto unos jardines para dejar las cenizas y unos columbarios pequeños, a modo de nichos de 40x40, pero es que no hay ni una triste luz”.
Quejas vecinales Para la familia Díaz de Otálora “es una vergüenza, porque yo no te digo que vayan a hacer un tendido eléctrico o que vaya ser una instalación de mucho cuidado, pero, por ejemplo, en Puente Alto, por toda la zona de Otazu, han puesto farolas solares en toda la carretera, que me parece estupendo y lo podrían hacer dentro del cementerio. Tampoco digo que pongan una gran iluminación navideña, pero sí unas luces de referencia en las esquinas y en el interior, también para que puedas entrar a las 18.00 horas en invierno, cuando se pone el sol, y puedas hacer una visita, porque nosotros vamos todos los días”.
Tal es la situación que a Díaz de Otálora por la festividad de Todos los Santos asegura que le dieron ganas de ponerse a la entrada a recoger firmas. De hecho, esta oscuridad es la “comidilla” del cementerio: “se suele comentar, cuando uno entra a El Salvador a eso de las cinco y media o seis, ‘¿Ya puedes correr, porque te vas a quedar allí dentro de noche!’ Todos comentan lo mismo. No es sólo cosa nuestra, es cuestión de lógica”. Recuerda que el de Santa Isabel, sin ir más lejos, tiene luz, “y aquí no hay ni farolas solares”.
Diseño original. El cementerio de El Salvador de Vitoria, inaugurado el 1 de enero de 1973, se diseñó sin ninguna iluminación en su interior, y así se ha quedado hasta ahora, a diferencia del de Santa Isabel.
A la entrada. En la zona del aparcamiento sí que hay farolas, y en los arcos de las dos puertas de entrada hay dos faroles, pero éstas no funcionan.
El Ayuntamiento de Vitoria, tras analizar la queja de una ciudadana y constatar que efectivamente en el interior del recinto no hay ningún tipo de iluminación, analizará posibles soluciones y elaborar un presupuesto para tal fin.
Esta vecina de Vitoria se dio cuenta del “error garrafal” que existía en el cementerio cuando hace tres años y medio falleció su padre. Al comenzar las visitas a este cementerio de El Salvador, de la capital alavesa, se dio cuenta de que no existía en su interior ningún tipo de iluminación. Problema que se agudiza cuando ahora, en invierno, anochece antes.