Vitoria. El acusado, que se encuentra en prisión provisional, será juzgado por estos hechos en la Audiencia Provincial de Álava por un tribunal de jurado el próximo mes de febrero.
El suceso tuvo lugar en la vivienda en la que residía el acusado en el Casco Viejo de Vitoria el 15 de junio de 2016 cuando este, que confesó el crimen tras ser detenido días después, discutió con la mujer, con la que tenía una relación de amistad.
Según el escrito de acusación al que ha tenido acceso Efe durante esa trifulca el acusado, que tenía entonces 43 años, golpeó de manera sorpresiva a su víctima, de 60 años, con un objeto contundente, que según la Fiscalía pudo tratarse de una maza, una maceta o incluso un martillo o similar.
A continuación y después de que ella le amenazara con denunciarle, el presunto asesino la ató con un cable o guía de fontanero y la inmovilizó en una cama. Aprovechando esa posición de indefensión el acusado volvió a propinarle múltiples golpes en cara, cabeza y cuerpo en un intento de "acabar con su vida" .
La mujer sufrió una traumatismo craneoencefálico abierto con hemorragia lo que le provocó la muerte, tal y como "pretendía el acusado", según incide la Fiscalía, que relata que posteriormente, el hombre procedió a descuartizar el cadáver en el domicilio con intención de hacerlo desaparecer.
En concreto utilizó diversas herramientas cortantes tales como una sierra de carpintero, serrucho cuchillo y similares y dividió el cuerpo en ocho partes.
Después, entre el 16 y el 20 de junio, el acusado se deshizo de los restos mortales de la mujer trasladando los mismos en diversos viajes en bolsas, una mochila y una maleta hasta el cauce del río Zadorra a su paso por el barrio vitoriano de Abetxuko, donde los arrojó junto con varias de las herramientas empleadas en su descuartizamiento.
Los restos fueron encontrados en el cauce de ese río el 21 de junio junto con la mayoría de los objetos usados para despedazarlo, salvo la mochila y un serrucho que fueron hallados en el domicilio del acusado, que había sido detenido la noche anterior después de que una persona de su entorno alertara a la Ertzaintza de un posible homicidio.
Al fallecer, la mujer dejó dos hijos que no convivían con ella, añade el escrito de la Fiscalía, que también asegura que el acusado está diagnosticado de trastorno de personalidad y que tiene dependencia al alcohol y el cannabis.
Sin embargo el Ministerio Público considera que cuando sucedieron los hechos el acusado tenía sus facultades intelectivas y volitivas conservadas en grado suficiente para entender y querer sus actos, "sin pérdida de noción de la realidad".
La Fiscalía estima que el acusado es autor de un delito de asesinato con alevosía y que no existe ninguna circunstancia que modifique su responsabilidad criminal.
Además de los 20 años de cárcel reclama que indemnice a los hijos de la fallecida por los daños morales en un total de 200.000 euros (100.000 para cada uno)