cuando Evelio Lobera imaginó el germen del Anillo Verde de Vitoria no se inspiró en ningún rincón icónico ni tomó referencia alguna. Contempló las balsas de Zurbano, embarradas y desecadas, y sacó sus propias conclusiones. Como buen ingeniero forestal y jefe del equipo de Zona Rural del Ayuntamiento de Vitoria, analizó el potencial de aquellos terrenos perdidos y se propuso recobrarlos. “Sólo los aprovechaba la ganadería de los pueblos, aunque los pastos tampoco tenían mucho valor porque había mucha humedad. La idea era recuperar todo aquello, que estaba completamente drenado con canales, y como tenía un valedor enorme en Pepe Cuerda, se lo planteé”. Ayer, más de 25 años después de aquella conversación, Evelio recibió un emotivo homenaje en el lugar en el que desempeñó su tarea entre 1978 y 2009. Lo hizo rodeado de sus antiguos compañeros, del exalcalde José Ángel Cuerda, del actual primer edil, Gorka Urtaran, y de la presidenta de Acovi, Miren Fernández de Landa. El acto tuvo mucho de inesperado, ya que el homenajeado pensó que acudía a una sencilla conmemoración del Anillo Verde. “Me he llevado la sorpresa esta mañana. Después de tantos años fuera del trabajo...”, admitía ayer con un leve quiebro en la voz tras recibir, de manos de Urtaran, una placa que reconoce su labor.

La persona que hizo posible el sueño de Evelio, Cuerda, relató cómo éste reunió en Salburua a un grupo de técnicos municipales y les expuso su proyecto. Allí, junto al viejo aeródromo, desplegó su idea. No obtuvo un aplauso unánime, ni mucho menos. Algunos abrazaron la iniciativa desde el primer momento, pero otros tantos no le pronosticaron un buen futuro. En cualquier caso, el parque de Salburua constituyó sólo la primera piedra de la obra. “De allí pasamos a Zabalgana, que fue otro gran impulso. A partir de allí empezamos a hablar del Anillo Verde, pero nunca pensé que todo aquello llegaría donde ha llegado. Mi pasión siempre fueron los montes. Mi anillo personal era el sur y el norte, dos ecosistemas tan distintos en un solo municipio”, explicaba ayer, dibujando en el aire con el dedo las dos líneas montañosas.

La impronta dejada por Evelio en Vitoria es indeleble. Miren Fernández de Landa recordó la primera vez que se encontraron, sus discusiones, sus acuerdos y sus cafés endulzados de batallitas. Urtaran elogió el trabajo técnico desempeñado que, sumado al impulso político, dieron forma al cinturón vegetal que abraza Vitoria y que despierta envidias más allá de las fronteras alavesas. Y Cuerda, su alcalde, ensalzó la calidad humana y profesional del hombre que dio sentido a eso que hoy llamamos sostenibilidad.