Vitoria - Las cuestiones de la actualidad se suceden y dan lugar a un cúmulo de preocupaciones que los ciudadanos trasladan a la oficina de la defensora vecinal, situada junto al parque de La Florida.
Cumple un año como Síndica el martes. Ya conocía los entresijos del cargo de su etapa como adjunta a Martin Gartziandia, el anterior defensor vecinal
-Han pasado estos doce meses muy rápidos en un año muy intenso para la oficina. Conocía el funcionamiento, pero parte de mi trabajo actual es muy diferente del que tenía antes y aún sigo aprendiendo para desempeñar ese tipo de tareas.
Importante ha sido también recuperar la figura de la tercera persona dentro del equipo de trabajo.
-Era una necesidad perentoria contar con una persona más para avanzar en la resolución de expedientes y agilizar los trámites. Como Síndica, hay muchas tareas que no tienen que ver con el trabajo de oficina y eso te resta tiempo. Al final lo que interesa es dar respuesta a los ciudadanos que nos plantean sus situaciones. Seguimos creyendo que lo ideal sería contar con una cuarta persona en la sindicatura.
Accedió al cargo en plena huelga de celo de la Policía Local con el incremento de multas y las resoluciones sobre la Plusvalía. ¿Ha seguido ese goteo de reclamaciones durante este año?
-Ha habido muchos asuntos de multas. Coleaban de la situación vivida entre noviembre y marzo del pasado año por ciudadanos que recurrieron. Otras ,ultas son nuevas, aunque no sabemos si tienen la causa en ese boom y que los ciudadanos han tomado como referencia la institución de la sindicatura para solventar sus dudas y que les ayudemos con los trámites. En lo referido a la Plusvalía han bajado las reclamaciones. Es cierto que hay dudas sobre las liquidaciones en los recibos, pero nos estamos limitando a orientar. Ha habido casos de cálculo erróneo del impuesto, en los que hablando con el Ayuntamiento se ha rectificado el recibo.
¿El relevo a esas reclamaciones de la ciudadanía lo ha tomado la vivienda con temas como Santo Domingo o Aretxabaleta?
-Hay dos vertientes en esta cuestión. Por un lado, gente de variada procedencia que no encuentra vivienda en alquiler, y es un problema que nos preocupa mucho. En segundo lugar, está la cuestión de Santo Domingo, Olarizu y Aretxabaleta. En ambos casos se trata de un problema urbanístico. En Santo Domingo, a mi juicio, los vecinos han hecho todo lo que estaba en su mano para rehabilitar las viviendas. El Ayuntamiento conoce exactamente cuál es la situación económica de las vecindades del Casco Medieval, sus medios y hasta dónde llegan las ayudas de Ensanche 21. Creo que la institución tiene que colaborar con la iniciativa privada, en la medida en la que pueda. En el número 38 de Santo Domingo se procedió a una ejecución subsidiaria de la rehabilitación y, creo que no se debe descartar, hacer lo mismo en los portales 40 y 42. No hay que perder de vista que, si se ejecuta por esa vía la rehabilitación, los vecinos pierden el derecho a las subvenciones y no se trata de la solución ideal. Esa es, al menos, la manera para rehabilitar la vivienda y no tener dos portales en riesgo de ruina en ese punto.
La actuación subsidiaria es la última posibilidad contemplada cuando se han agotado todas las vías.
-En el número 38 residía una persona mayor que fue desalojada y se hizo cargo de ella la familia que la acogió de manera rotatoria, al no ofrecerle el Ayuntamiento ninguna otra alternativa. Nos consta que esa es la solución. En los dos portales contiguos, aún no se ha optado por ese camino de última alternativa. Creemos que la comunidad ya ha hecho todo lo posible, ha encargado el proyecto y el estudio arqueológico, pero ya no cuentan con los recursos necesarios para avanzar más. El importe íntegro de esta labores se repercute entre todos los vecinos del inmueble. Si no disponen de fondos para ello se sigue la vía ejecutiva ordinaria y de embargos. Lo ideal sería ir concretando un calendario de pagos en función de las certificaciones de obra, por ejemplo. En lo referido a Olarizu y Aretxabaleta, se trata de proyectos urbanísticos que no han culminado y eso despierta la preocupación entre los vecinos.
Cada día van a más los temores en aquella parte de la población.
-Vecinos de ambas zonas se han puesto en contacto con nosotros y su narración es preocupante. No tenemos datos objetivos de intervenciones policiales. Los hemos solicitado, al asegurar los residentes que en Olarizu los altercados son constantes. La solución, como en gran parte de los problemas, es urbanística. El plan especial de Reordenación Urbana previsto en Aretxabaleta era una maravilla, pero falta su ejecución. Igual no hay que ser tan ambicioso para intentar evitar estas situaciones que degradan las viviendas y el entorno. No es sostenible y no ayuda a la convivencia.
Mañana se reúne el alcalde con el consejero de Vivienda del Gobierno Vasco, para plantearle asumir, por fases, el parque municipal de pisos e irlos rehabilitando para dedicarlos a alquiler social y VPO. ¿Es una buena solución esa?
-Habrá que ver los términos del acuerdo y que no suponga un parche, sino una actuación bien pensada y sostenible en el futuro. No sabemos si la rehabilitación va a consistir en pintar y parchearlas y desconocemos el estado constructivo de las mismas. Hace falta una gran inversión para acondicionarlas, que sean habitables y no se si el Gobierno Vasco estaría dispuesto a ello.
Es también labor del Ayuntamiento atajar antes ese deterioro para evitar que lleguen a un estado como el actual.
-Las viviendas se han ido quedando en esa zona alejada y los vecinos no se han quejado. Ellos nos han comentado que todo viene a raíz del último medio año cuando se ha empezado a notar la problemática. Todo el mundo sabía que estaban vacías y es una pena tener el parque de vivienda municipal tan amplio y vacío. En Olarizu hay 121 viviendas vacías y solo dos ocupadas. Se trata de una cuestión que requiere fondos e inversión y habrá que ponerse a ello. Siempre digo que tiene que haber una manera de sufragar esos gastos, mediante fondos europeos, por ejemplo. Es urgente intervenir en esa cuestión.
Ha mencionado el tema de las ayudas, y Ensanche 21 se caracteriza por la demora en el abono de las mismas una vez concedidas.
-Tuvimos una serie de reclamaciones por retrasos en el pago, de alrededor de ocho ciudadanos. Hay que señalar que todas ellas han sido abonadas, y en alguno casos se ha llegado incluso a los once meses de retraso. No nos han vuelto a llegar más reclamaciones por esa cuestión. Desconozco cómo será la nueva convocatoria y es a partir de marzo cuando llegan las quejas. Tampoco he visto que la partida para ayudas de Ensanche 21 llegue a los dos millones de euros y se trata de una cantidad pequeña, por lo que desconozco lo que pasará.
Esta semana ha terminado el proceso del Consejo Social para hacer sus aportaciones al proyecto de Presupuesto 2019 con una nueva metodología de trabajo. ¿Cómo la valoran?
-El proceso se valora muy positivamente y, en mi caso, es la primera ocasión en la que he podido participar en él. Ha sido una labor tremenda y una gozada haberlo vivido desde dentro. Además se ha incrementado la participación y eso es una señal positiva por lo que supone recoger las inquietudes de la ciudadanía.
De sus 144 propuestas han aceptado 68 aunque solo hay dotación económica concreta para 45 de ellas, el 31%. ¿Satisfechos con la receptividad del equipo de gobierno a su trabajo?
-Es cierto que a los departamentos se les han remitido las propuestas del Consejo Social, es algo que nos consta, y se ha dado una respuesta por escrito. En cuanto a la satisfacción por el grado de las aceptadas, es lógico y normal que siempre queremos que ese número sea mayor. Lo ideal hubiese sido contar con un número más elevado. Algunas tienen partida económica fija y otras se alude a diversos planes de actuación. Aspiramos a que ese número sea mayor y lanzamos el guante al resto de formaciones municipales para que en la tramitación que resta se puedan incluir.
La participación ciudadana no arranca y de nuevo la consulta popular vuelve a quedar desierta.
-Hay temas de envergadura, pero requiere unos requisitos estrictos y nos falta esa cultura de consulta popular. La única experiencia de la cuestión del tranvía al sur fue fallida. El Pleno votó a favor de celebrarla y entiendo que lo suyo hubiese sido tramitarla, o en su caso, haber dado argumentos de peso por los que no se llegó a tramitar peso a ese mandato plenario. Ahora, en época cercana a elecciones, tampoco se puede plantear. Estaremos unos meses sin consultas populares. Una vez que salga la primera, el gobierno de turno, no temerá a esta cuestión y los ciudadanos lo verán como un instrumento válido.