Cuando la vendimia alcance su momento más intenso habrá algo más de 800 trabajadores temporeros, la mayor parte africanos y portugueses que habrán pasado por las oficinas de la UAGA, en Laguardia, y estarán trabajando o habrán trabajado con todos los papeles en regla y conociendo sus derechos salariales y de mantenimiento.
Aún quedan unos días para que la vendimia se generalice en Rioja Alavesa. Las uvas blancas, generalmente viuras, han sido las primeras en ser recogidas por quienes han recorrido planta a planta, corquete o tijera en mano, las muchas parcelas de esta variedad que hay en Rioja Alavesa. Y algunas bodegas han dado el visto bueno para poder vendimiar determinadas parcelas de tempranillo que ya estaban en su punto. Atraídas por las fechas han sido muchas las personas que han acudido a la comarca para poder trabajar en esa faena agraria.
La UAGA realiza un intenso trabajo para contactar con cuadrillas para estas tareas anuales. Habitualmente contactan con personas que hacen los recorridos del calendario agrícola nacional: frutas, hortalizas, vendimias, patata, remolacha? Pero también son muchas las personas que se dirigen a la unión agroganadera alavesa para inscribirse en las listas de empleo, ya que casi todos logran ser contratados.
En la sede de la UAGA se trabaja en esta época a tope. En la primera planta de ese edificio, frente a la sede de la Cuadrilla de Rioja Alavesa, dos jóvenes, apoyadas por otras personas que realizan otros trabajos en esas oficinas, atienden con una amplia sonrisa a quienes se acercan en demanda de empleo. Con una amplia sonrisa, ayer mismo, atendían a un grupo de marroquíes que no dominaban el castellano: “¿Cuál es su nombre?, ¿cuántas mujeres tiene?, ¿cuántos hijos?, ¿de dónde viene?...” para poder rellenar las fichas con las que poder gestionar los contratos con los datos necesarios para velar por sus derechos.
Este año, además, los derechos de los trabajadores han mejorado con respecto a anteriores. Y es que había un problema de agravio comparativo con respecto, por ejemplo, a La Rioja: el salario era mejor al otro lado del Ebro y los temporeros preferían acudir a esa vendimia. La UAGA se puso a trabajar y el área de Temporerismo logró que se aprobase una mejora de los salarios, que quedaron a 7,80 euros brutos por hora trabajada, 48,53 euros por tonelada como salario a destajo y 69,76 euros/tonelada también para el trabajo a destajo, pero recogiendo en cajas de 9-15 kilos. Además, se ha logrado que todos los trabajadores contratados tengan el alojamiento que establece la legislación.
Y es que, en Rioja Alavesa se sigue con mucho rigor que las personas temporeras, cuyo empadronamiento esté ubicado a más de 70 kilómetros de distancia del domicilio social de la empresa agraria, dispongan de un alojamiento. Esto evita que estos trabajadores tengan que dormir en cajeros automáticos, en los soportales de las calles y hasta en edificios abandonados, como ocurre en Logroño, Nájera, Cenicero y otros pueblos de La Rioja.
Desde 2013 existe el convenio colectivo para el sector del temporerismo en Álava firmado por los sindicatos y donde se establece tanto la obligación del alojamiento como las condiciones que deben reunir para albergar a estos trabajadores. También sigue vigente el IV Plan Integral de Atención al Trabajo Temporero 2017-2020 y existe una Mesa de Atención al Trabajo temporero en el que están representados UAGA, las diputaciones de los tres territorios, el Gobierno Vasco, HAZI, la Subdelegación de Trabajo de Álava, los sindicatos, incluso UGT, Cáritas, EUDEL y la Cuadrilla de Rioja Alavesa. La normativa exige que estos alojamientos deben contar con agua, luz y ventilación directa, servicios de cocina e higiénicos. Los dormitorios dispondrán de un mínimo de superficie de cuatro metros cuadrados por cama o litera de dos alturas, y de cinco metros cúbicos de volumen por usuario y dispondrán de armarios o taquillas para ropa. No podrán ser utilizadas zonas de paso para la instalación de camas. En los alojamientos para más de ocho personas se dispondrá de aseos y dormitorios separados para mujeres y hombres.
Los servicios higiénicos deberán disponer de lavabos, duchas e inodoros a razón de uno por cada ocho personas. La cocina deberá tener un sistema de captación y extracción de humos y estarán dotadas de cocina, frigorífico y de los útiles de cocina necesarios para el número de personas máximo del inmueble. Y debe existir un salón o zona de estar. Todo ello con calefacción y hasta con enfermería o botiquín en el caso de instalaciones capacitadas para albergar a 30 personas o más.
Una de las bodegas que cuenta con instalaciones específicas para sus trabajadores es Viñedos de Páganos. Su responsable de Comunicación, Samuel Fernández, haciendo una pausa en el trabajo de vendimia, ya que en estas fechas todos se vuelcan en esa tarea, independientemente del cargo que tengan en el organigrama, cuenta que “nosotros hacemos una vendimia muy selectiva, todo a mano, porque entendemos que la primera selección, para meter la mejor uva, lo mejor es la selección en el propio viñedo. Para eso contamos con equipos de temporeros, aunque algunas de estas familias llevan viniendo ya muchísimos años. Incluso contamos con segunda y tercera generación de esos trabajadores. Esto es muy bueno, porque saben exactamente qué tienen que cortar.
En Samaniego, la familia Sáenz de Samaniego, propietaria de Ostatu, tiene también un alojamiento especifico para sus trabajadores, un enorme chalé de dos plantas, con terreno alrededor, dotado de todas las comodidades. En este caso también se trata de trabajadores que acuden desde hace años. “Somos temporeros y hace mucho tiempo que venimos aquí”, cuenta uno de estos trabajadores, Amadu, un delgado senegalés. “Venimos cada vez que nos llama la empresa, Ostatu, que, de verdad, es una buena empresa, porque estamos en unas buenas condiciones. El alojamiento está muy bien”. Explica que “el año pasado hizo más frío que éste. Es un poco duro trabajar con frío, pero no queda más remedio”. Este año, además, de verdad la empresa nos ha echado una mano y nos ha subido el sueldo”, reconoce Amadu. En el albergue de Ostatu se alojan 20 trabajadores.
El joven bodeguero Javier San Pedro estrena este año su bodega, pendiente todavía de muchos remates, construida frente a Ysios, aunque goza de un merecido prestigio por sus actuales marcas, por haber elaborado su primer vino con 17 años y por ser quinta generación de bodegueros. El trabajo de campo lo realiza en familia o entre amigos. “No contratan temporeros directamente”. Su mujer es ingeniera agrónoma y es la encargada de todo el trabajo de campo. “Nuestra gente son familiares que se dedican a esto, como mi primo, que es uno de mis proveedores. Me ayuda y yo le ayudo. Estamos aquí las 24 horas del día. Nos turnamos. Yo estoy todos los días, duermo incluso aquí y los demás se van turnando y un día se queda uno, otro día otro etc”.