vitoria - Al delegado en Euskadi de la asociación Clara Campoamor se le acumula el trabajo sobre la mesa de su despacho, como también le sucede al único juzgado específico de violencia sobre la mujer que existe en Gasteiz. Fernández (Vitoria, 1972), abogado en ejercicio desde el año 1996, reivindica la creación de un segundo recurso de este tipo para acabar con la “sobresaturación” de la Justicia local, aboga por instaurar un instituto público de educación de género para formar en igualdad a todos los estamentos que trabajan en este campo y avanza que Clara Campoamor se personará como acusación popular en varios de los nuevos casos de violencia machista que en las últimas semanas han consternado a la sociedad alavesa.
Casi todo el mundo coincide en que llevamos un verano especialmente negro en lo que a las agresiones machistas se refiere. ¿Suscribe este análisis?
-Sí. Ha sido un verano negro, en el que lo que estamos viendo es una parte más grande del enorme iceberg que suponen las agresiones sexuales y la violencia machista. Toda esa puntita que sale del mar es una violencia mucho más amplia. Y por diferentes circunstancias, ahora la estamos viendo más. Sobre todo por el nivel de denuncias, porque una de las características de estos delitos es la no denuncia. En el caso de la violencia machista, porque hay relaciones sentimentales, hijos e hijas y, por tanto, dudas a la hora de denunciar al agresor. Y en el caso de las agresiones sexuales, por la vergüenza: Qué va a decir mi familia, qué van a decir mis amigas... Hemos conseguido que haya más denuncias, pero eso no quiere decir que haya más agresiones sexuales o abusos, sino que estamos consiguiendo que afloren más.
¿Clara Campoamor se va a personar como acusación particular en alguno de los casos que han salido a la luz en los últimos días?
-Sí. Estamos estudiando personarnos en varios de ellos. Estamos en ello en el caso de la agresión sexual y el intento de homicidio de Dulantzi, que ya lo tenemos prácticamente preparado, y en un par de casos más de este agosto, aunque todavía estamos pendientes de hablar con las víctimas y sus familiares. Con el incremento que estamos teniendo de delitos gravísimos de este tipo se nos hace muy difícil llegar a todo con nuestros recursos. Somos una asociación sin ánimo de lucro, a la que nos cortaron muchas ayudas con la crisis, y eso también ha influido en nuestra carga de trabajo. Por eso, estamos sobresaturadas y tenemos que valorar las necesidades de defensa que tiene cada una de las víctimas, porque algunas tienen abogado propio y hay otras que nos piden expresamente que nosotras lo seamos, independientemente de que tengan su propia acusación particular.
¿Qué otras circunstancias han ayudado a que estos casos se hayan hecho cada vez más visibles?
-Al hecho de que se denuncien más hay que añadirle la mayor sensibilidad de los medios de comunicación. El tratamiento de importancia que se está dando a estas noticias ha cambiado, porque antes quizá estaban en un segundo o tercer plano o se incluían con otro tipo de delitos. Además, también está ahí la relevancia social. La sociedad se ha rebelado contra este tipo de delitos y se manifiesta contra ellos, como veíamos antes por ejemplo con los casos de terrorismo. En este sentido, es un gran avance que veamos más de una realidad que está ahí y existe y de la que antes no veíamos ni esa punta del iceberg de la que hablaba antes.
Sin embargo, parece que las campañas específicas, los protocolos o la respuesta institucional no están logrando su objetivo, que es acabar con la violencia machista o al menos darle la mejor respuesta posible. ¿Qué está fallando?
-Es cierto. Como he dicho antes, se ve más ese iceberg de la violencia, que es un logro, pero por desgracia ese iceberg sigue estando, lo cual es un fracaso. Hasta que no consigamos una sociedad igualitaria, la violencia existirá. La violencia nace de las desigualdades y la desigualdad de sexo genera violencia. ¿Dónde hay que actuar? Creo que la respuesta judicial y la policial deben mejorar mucho. El hecho de que veamos más violencias nos obliga a una respuesta adecuada que para mí no se está dando. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de administraciones e instituciones arcaicas, saturadas, con exceso de trabajo y en las que cuesta mucho cambiar los modos de hacer.
¿Y qué propone para darle la vuelta a esto?
-Es fundamental una especialización y una sensibilización de todas las personas que actuamos profesionalmente en el campo de los delitos de violencia machista y las agresiones sexuales. Tenemos órganos especializados, de hecho hemos generado juzgados de violencia sobre la mujer, fiscalías especiales de violencia o turnos de oficio de abogados especializados en violencia, pero adolecemos de esa especialización y sensibilización. Por eso, en la práctica del día a día, vemos que la respuesta no es la adecuada. ¿Qué significa esto? Que hace falta más dinero. Más recursos humanos y más recursos materiales, porque a día de hoy no son suficientes.
Por lo que dice, una de las reivindicaciones más recurrentes de Clara Campoamor, que se mejoren los medios del juzgado de violencia sobre la mujer de Gasteiz, no ha sido atendida.
-No. De hecho, es urgente y hace falta ya un segundo juzgado de violencia sobre la mujer en Vitoria. El que hay se queda corto porque está sobresaturado. En realidad es como un juzgado de instrucción que no puede estar de guardia y a la vez llevar sus asuntos particulares. Si existiese ese segundo juzgado, cada semana podría estar uno de ellos de guardia. Es fundamental descargarle de trabajo. Es más, se le está cargando de más trabajo, porque ahora está viendo delitos que antes iban a otros juzgados, como el quebrantamiento de medidas cautelares. Además, ahora también es violencia de género la que se ejerce contra los hijos y las hijas, lo cual es más carga de trabajo todavía.
¿En qué medida ha podido aumentar esa carga en este juzgado?
-No tengo el dato, pero ha aumentado muchísimo. Y lo dicen todas las partes implicadas. Esta misma semana he coincidido en las escaleras con un fiscal que estaba de guardia en el juzgado de violencia y me dijo que está impresionado por el aumento que está habiendo de las denuncias de este tipo. El juzgado está saturado y, además, este tipo de delitos requiere de una continuidad que no demanda otro tipo de delitos. Por todo ello es necesaria una mayor implicación económica por parte las instituciones.
El Ararteko acaba de anunciar que ha abierto una actuación de oficio para conocer el protocolo de atención a las mujeres maltratadas en las comisarías vascas, por la supuesta falta de confidencialidad que éstas suelen encontrarse. Parece que llueve sobre mojado.
-En mi opinión, la policía tiene que implementar mucho más sus grupos especializados, que a día de hoy carecen de personal y de material suficientes y también están sobresaturados. La atención de este tipo de delitos debe ser especializada. Surgen problemas como éste, que son a diario, cuando no se da esa atención especializada. Puedo poner una y mil anécdotas de las disfunciones que hay, generadas por esa falta de recursos personales y materiales. Puede haber mucha voluntad de un agente concreto, pero esa voluntad debe ser de toda la policía en su conjunto, y no siempre hay esa posibilidad. Porque como he dicho son delitos que exigen muchísimo trabajo y seguimiento. No es como cuando te roban una cartera, te recogen la denuncia, se manda al juzgado y se acabó. Con estas personas, hay que hablar con ellas incluso antes de que denuncien, hay que prepararlas y tienen que ser asistidas por un psicólogo. También es fundamental el tema de la formación en género.
¿Cómo se podría avanzar más en este ámbito?
-A mí me gustaría que se crease aquí un instituto público de educación de género, algo así como un IVAP específico, que formaría y sensibilizaría a todas las administraciones e instituciones que trabajan en esto. No me vale con que a los agentes que están de prácticas en Arkaute se les dé un curso de una hora. Debería haber un ente público especializado en formar a todos los policías, pero también a la judicatura, a la Fiscalía, a la abogacía y a toda la Administración pública en género. Sería un gran avance. Ahora es algo que se está haciendo de forma puntual. De hecho, actualmente tenemos un convenio con la Diputación Foral de Álava para formar a técnicos en género, pero este tema debe ser algo estructural.
¿El Pacto de Estado contra la Violencia Machista le da esperanzas?
-El pacto es un gran paso, pero necesita zapatos. Quiero decir que se debe traducir en dinero. A primeros de agosto ha salido un decreto ley que tímidamente hace algunas modificaciones en el acuerdo y da algo de dinero a los ayuntamientos, pero hay que traducir las medidas de este pacto en partidas presupuestarias. Así de claro. Hasta que algo no aparece en unos presupuestos, no existe.
La posición de Clara Campoamor a favor de que no se derogue la prisión permanente revisable ha sido cuando menos controvertida, teniendo en cuenta el carácter progresista de su colectivo. ¿Qué tiene que decir ante las críticas?
-Lo que queremos decir es que la prisión permanente revisable no significa cadena perpetua. No es lo mismo. Pero como no podemos hacer de otra manera, como asociación nos tenemos que posicionar desde el plano de las víctimas. Lo que en la práctica significa la prisión permanente revisable es un retraso en la posibilidad de obtener beneficios penitenciarios. Es eso, así de claro. Por desgracia, este tipo de delincuentes, aunque hayan cometido este tipo de delitos, luego suelen ser presos ejemplares. La mayoría no tiene otro tipo de problemáticas o conflictos que puedan provocar una vida complicada en prisión, sino todo lo contrario. Por eso, suelen acceder a beneficios penitenciarios demasiado pronto, atendiendo a la gravedad de sus delitos. Eso es lo que en la práctica sucede. Por eso, entendemos que manteniendo la prisión permanente se retrasarían esos beneficios. Por otra parte, para la asociación, el Código Penal español es muy barato para estos delincuentes. Creemos que el feminicidio se debe contemplar como un tipo específico y agravado, que no sea sólo un asesinato o un homicidio con agravante. Por eso creemos que la prisión permanente revisable supone una respuesta adecuada. Sabemos que es controvertido, pero tenemos que posicionarnos con las víctimas.
Pero lo cierto es que en otros países donde por ejemplo se aplica la cadena perpetua, estos crímenes siguen existiendo.
-Sí, está claro que con esto no vamos a solucionar la violencia de género. Lo importante no es el Código Penal, eso es otro error. Estamos judicializando la desigualdad, como todo en este país, y eso es un grave error. Se judicializan los problemas familiares, con el vecino... El Código Penal nunca puede ser la solución para la desigualdad de género. Castiga y punto, no hace más. Y en este sentido, nos tiene que preocupar la igualdad. No queremos más quirófanos, queremos más prevención. Y por desgracia, estamos invirtiendo en quirófanos. No podemos solucionar todo a través del juzgado.
¿Con qué se daría por satisfecho, si me permite la expresión, a corto o medio plazo?
-Como ya he dicho, uno de los retos más importantes que tenemos es mejorar la respuesta desde los ámbitos tanto judicial como policial, pero hay otro objetivo, que es que no exista ese iceberg del que hablábamos antes, en el que no hemos avanzado nada. Nos cuesta muchísimo avanzar en ese plano de la igualdad, que para mí es la clave. Y para ello es muy importante todo el tema de la prevención con los escolares, pero una prevención que no se limite a una charla de dos horas en los centros educativos, sino que forme parte del proceso curricular, de la enseñanza. Lo dije hace dos o tres años y seguimos igual. La educación en igualdad se tiene que dar 100% primero en los centros educativos, y más aún con esta contracultura machista que está existiendo. Aquí hay que avanzar muchísimo.