Vitoria - Las imprudencias se pagan, relataba el eslogan de una campaña preventiva sobre accidentes en carretera de la Dirección General de Tráfico. Ese lema, de hace un cuarto de siglo, fue ayer perfectamente aplicable al colectivo de las 25 cuadrillas de blusas y neskas, que completaron el paseíllo de ida a no se sabe dónde y el regreso desde ningún lugar, como acto de cierre del ciclo festivo de La Blanca 2018.
Los excesos y temeridades durante las 119 horas de jarana festiva transcurridas, desde el gozoso descenso del aldeano de Zalduondo, fueron evidentes ayer en numerosas cuadrillas, que completaron su pulular con un número de efectivos bajo mínimos. La media docena de cuadrillas aglutinadas bajo el paraguas de la Federación de Blusas y Neskas, atravesaron la calle Dato de una manera pseudoclandestina con nula expectación de público en los laterales del particular blusódromo gasteiztarra, que pretende imitar al de Río de Janeiro. Le correspondió a Jatorrak encabezar la marcha, con un escaso pelotón de 22 integrantes de la cuadrilla, en compañía de una docena de integrantes de la txaranga. Un puñado más fueron Los Bainas (35), con apenas media docena de atrevidos que hicieron amago de despegar los pies del asfalto para desplegar el habitual repertorio de botes y bailes.
Se hizo evidente ayer la doble ración de paseíllo en este segundo año de escisión en las cuadrillas, con más de veinte minutos de parón hasta que comenzó el desfile de la comisión. Si el cansancio era evidente entre los blusas y neskas, también los espectadores se hicieron los remolones a la hora de apostarse en las privilegiadas localidades de las cafeterías que escoltan el recorrido. Las sillas vacías fueron mayoría a lo largo de la calle Dato, con la única salvedad de la parte central del tramo comprendido entre General Álava y San Prudencio.
Las bajas no afectaron únicamente a las cuadrillas, sino que también se extendieron a los vehículos que sirven el espirituoso avituallamiento. Los integrantes de Txinpartak desfilaron empujando un carro de la compra rojo de los que están en las superficies comerciales. También Basatiak empujó un carro metálico a falta de furgoneta.
dos cuadrillas en una En el ecuador del desfile, la formación de Zintzarri fue una de las más afectadas por las bajas, de tal manera que su escasa docena de integrantes se integró y fundió con Siberiarrak. Lo mismo hicieron las txarangas de ambas cuadrillas y de esta forma los celebérrimos El conejo de la Loles, se fusionaron con el grupo de Zintzarri, Kriptonita, alternándose a la hora de tocar el repertorio. A la altura de El Caminante ambas txarangas montaron una monumental conga que recorrió gran parte de la calle al ritmo de las trompetas. En medio de una parsimoniosa marcha se fueron aproximando las cuadrillas hasta el desconocido punto final de la marcha y recargar fuerzas para el último trayecto de regreso.
DEGUSTACIÓN SOLIDARIA La última jornada festiva tuvo también su momento dedicado a la solidaridad. Basatiak organizó un año más las tradicionales patatas con chorizo y vino, dentro de la campaña Con solidaridad comemos todos y en beneficio al Banco de Alimentos y con la colaboración de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Fueron más de 3.000 raciones las que se repartieron en una tradición ya consolidadas y que cada año va a más.
Bajas en las cuadrillas. Los seis días de fiesta mermaron la presencia de blusas y neskas en las 25 cuadrilla del paseíllo. Jatorrak arrancó el desfile con 22 integrantes, poco más que la docena de músicos que les acompañaron en el recorrido. En Galtzagorri fueron 27, Gasteiztarrak llegaron a 37 y los Desiguales se quedaron en 35.
Sin vehículo para avituallar. Algún problema mecánico afectó a las furgonetas de las que se abastecen blusas y neskas. Txinpartak y Basatiak desfilaron empujando sendos carros de compra de los que se emplean en las superficies comerciales.
Zintzarri, en cuadro. Los más afectados por la falta de efectivos fueron los integrantes de Zintzarri. No hubo más de una docena de blusas en su mayoría. Optaron por sumergirse entre los integrantes de Siberiarrak para completar el paseíllo. Esto originó que también se fusionaran las charangas de las dos respectivas cuadrillas, El conejo de la Loles y Kriptonita, alternándose a la hora de interpretar las piezas.